jueves, 4 de julio de 2013

[OneShot] No fue casualidad


Título: “No fue casualidad”
Parejas: Inoo Kei – Arioka Daiki [InooDai]
Género: Yaoi
Autora: Ayaa
Extensión: One-Shot



“No fue casualidad”

Caminaba por las calles de una ciudad agitada, llena de gente que solo tiene en mente su propio mundo. El cielo nublado respirando un aire congelado anunciaba la primera nevada de la temporada.
Con amargura miró al cielo y al suspirar el vaho que exhalo nubló su vista por un segundo. Al llegar a la siguiente cuadra pudo notar una librería nueva. Miró su reloj, tenía el tiempo suficiente para pasar por ahí y descubrir algo nuevo, siempre tenía tiempo, era lo que más deseaba perder.

Se detuvo en la entrada y curioso echó un vistazo al interior. Estaba solo a excepción de un señor que se encontraba detrás de una caja registradora mientras hacía anotaciones en una vieja libreta.
-¿Está abierto?-
Preguntó aún sin entrar. El anciano levantó la mirada y con seriedad señaló el letrero que estaba cerca de la puerta el cual decía “Abierto”.
-Lo siento-
Se disculpó con torpeza y entró sin hacer ruido.

Podía respirar aquel aroma peculiar de los libros viejos, le gustaba. Se paseó por el primer pasillo y recorrió con la mirada cada uno de los títulos. Estaba tan maravillado que no lograba decidirse por uno, sentía que acababa de entrar a un lugar fuera de este mundo, todas sus preocupaciones desaparecieron, ya no se sentía triste, ni siquiera podía recordar la razón por la cual lo había estado, todos los malos recuerdos desaparecieron como por arte de magia.
Recorrió un pasillo más hasta llegar al tercero, fue ahí cuando se detuvo al ver a una persona sentada en el suelo, le rodeaban tres pilares construidos por libros viejos, no podía distinguir si se trataba de un hombre o de una mujer, si era joven o un anciano.
Dio un paso hacia el frente, intentando no hacer el menor ruido, pero al parecer esa persona ni siquiera notaba lo que sucedía a su alrededor.
Caminó sigiloso hasta que pudo distinguir a un joven delgado, piel blanca y cabello negro un poco desalineado. En sus manos tenía un libro tan grueso que le sorprendió el hecho de que tales manos, tan finas y delgadas, fueran capaces de sostenerlo.
“-Es perfecto-“
Pensó mientras sentía que se perdía al verlo. Observaba como sus ojos se movían de un lado a otro, leyendo sin detenerse un segundo.
Instintivamente, tomó un libro, sin siquiera notar que clase de libro era, lentamente se deslizó hacia abajo hasta quedar sentado sobre el frío suelo, abrió silenciosamente el libro y aparentó leerlo, abriéndolo desde cualquier página, pero en realidad sus ojos se desviaban de ese montón de letras sin sentido aparente, hacia aquel joven, a cada segundo descubría algo nuevo en él, y cada detalle lo hacían más perfecto.
Era una sensación que jamás había experimentado en sus 22 años de vida, semejante enajenación hacia una persona le parecía ridículo y sin embargo lo estaba viviendo. ¿En que momento había ocurrido? ¿Acaso era cierto aquello que tantos afirmaban sobre “el amor a primera vista?
Si bien era demasiado aventurado afirmar que aquello fuese amor a primera vista, sin lugar a dudas ya era algo especial.

Las horas transcurrieron y solo había cambiado de pagina tres veces. De pronto, inesperadamente y de forma tan súbita que casi lo asusta, aquel joven cerró el libro y se puso de pie, derribando sin querer uno de los pilares de libros, los cuales cayeron sobre él.
-Ah, lo siento-
Lo escuchó disculparse mientras le ayudaba a quitarse unos cuantos libros de encima.
-Descuida, estoy bien-
Lentamente se puso de pie y al fin pudo mirarlo de frente. Fue algo impactante, no se lo esperaba, se quedó sin habla.
-Siempre hago lo mismo, solo que esta vez no esperé que alguien estuviese tan cerca de mi-
-Ah… es que por aquí estaba el libro que buscaba y… por eso…-
Dijo nervioso mientras mostraba torpemente el libro que tenía aún entre las manos.
-Vaya, lees textos en alemán, que interesante-
-¿Eh?... Ah… si… me gusta…-
Era evidente que hasta ahora había notado que era un libro en alemán, sin embargo se esforzó en aparentar lo contrario.
-Bueno, debo irme, adiós-
Aquel chico estaba por alejarse, por su mente pasó la idea de que jamás volvería a verlo, al menos existía esa posibilidad, necesitaba hacer algo.
-¡Espera!-
Exclamó repentinamente mientras dejaba caer el libro al suelo.
-¿Pasa algo?-
Preguntó aquel chico. Casi se queda sin aliento al verlo girarse hacia el y mirarlo con esa expresión de sorpresa.
-Ah… no has puesto los libros en el carrito…-
-Eso lo hace el señor siempre que me voy-
Sonrío y estuvo dispuesto a seguir con su camino, no podía dejar que se fuera así.
-¿Cómo te llamas?-
Preguntó sin más. Aquel chico se detuvo en seco, se giró lentamente y le sonrió.
-¿No crees que deberías decirme tu nombre primero?-
Sin pensarlo dos veces, casi gritó su nombre.
-¡Daiki! ¡Arioka Daiki!-
Aquel chico le sonrió y se acercó un paso.
-Inoo Kei, mucho gusto-
Daiki sonrió feliz, al menos ahora sabía cómo se llamaba, ya no eran unos simples desconocidos, aquello debía ser bueno.
-Ahora, si ya preguntaste lo que querías, debo irme-
Dicho esto, Inoo se marchó a paso lento. Daiki fue incapaz de moverse de su lugar, era como si sus pies se hubiesen clavado en el suelo.
De pronto el encargado de la librería se acercó y en silencio comenzó a recoger los libros y los ponía sobre el carrito para después acomodarlos en su lugar.
Cuando estaba por levantar el libro que Daiki había estado leyendo, aparentemente, lo detuvo.
-Espere, quiero comprar este-
El señor lo miró con indiferencia y le dio el libro.
-¿Cuánto cuesta?-
-Llévatelo, eres mi segundo cliente después de ese muchacho, tómalo como un regalo de bienvenida. Más te vale que vuelvas más seguido-
Aunque la voz del señor sonaba mal humorada, para Daiki fue como música para sus oídos.
-Gracias-
Fue así como caminó hacia la salida, con el libro pegado a su cuerpo mientras lo abrazaba con fuerza.

Horas más tarde llegó a casa, como siempre su llegada pasó desapercibida por todos, incluyendo a las sirvientas que iban de aquí para allá limpiando cada partícula de polvo que llegaba a cualquier mueble u objeto.
Pero claro, en esos momentos eso no importó, su mente aún estaba en aquella librería, aún podía escuchar la voz de aquel chico, Inoo, en su cabeza, resonando una y otra vez produciendo un eco tan armonioso que inevitablemente lo hacía sonreír.
En cuanto llegó a su habitación se dirigió al escritorio que estaba junto a un enorme ventanal, miró hacia el nublado cielo y le pareció hermoso. Dejó aquel libro sobre el escritorio y lo abrió, casi se pone a llorar al notar que no tenía idea que decía todo aquello. Era evidente que no tenía idea de lo que era hablar e incluso leer alemán, nunca pensó necesitarlo y ahora se arrepentía, recordando la voz de su madre diciéndole una y otra vez “Necesitas aprender más idiomas” Pero era claro que en ese momento no tenía interés en aprender un idioma más, sentía que con el inglés tenía más que suficiente.
Ahora, aquel libro de idioma desconocido y que seguramente jamás comprendería, era especial, significaba aquel primer encuentro que seguramente jamás olvidaría sin importar la trascendencia del encuentro, muy probablemente no lo volvería a ver jamás, y sin embargo, muy a pesar de todo, Daiki se permitía soñar, ilusionarse, suspirar y volver a soñar con un segundo encuentro, incluso se atrevía a querer verlo al menos una tercera vez.
Pero tan pronto sus pies flotaban sobre suaves nubes de algodón, un relámpago de dolorosos recuerdos se encargaron de hacerlo aterrizar de la manera más abrupta posible, haciendo de la caída mucho más dolorosa de lo que debía ser.
“Tu no puedes soñar así”
Dijo aquella voz interior que siempre lo mantenía cauteloso y cerca de la cruel realidad.
Respiró con pesadez, cerró aquel libro y se levantó de su asiento, tenía razón, sus miedos eran demasiado grandes como para olvidarlos tan pronto, las heridas aún sangraban y resultaban difíciles de olvidar siendo así.
Arrastrado los pies, salió de la habitación y atravesó el largo pasillo que lo llevaría a las escaleras, las bajó y después de un largo recorrido que le pareció fantasmal, llegó al jardín.
Todas las flores se habían ido, dejando solo ramas tristes y olvidadas, al igual que los enormes troncos de los antes frondosos árboles que rodeaban el bello jardín. Ahora todo lucia seco, sin vida alguna, aquello solo significaba la llegada del cruel invierno, que no hace más que traer montones de nieve y frio todo el día, nada hermoso ni agradable para él. Sin embargo, reflexionando un poco, ese jardín jamás había sido de su agrado, pero no solo el jardín, toda esa enorme mansión le parecía horrible, la odiaba.
Antes, para Daiki aquello no significaba nada, el invierno era solo una estación del año, incluso disfrutaba de las nevadas, pero todo cambia y el lo hizo, ahora no lo odiaba, pero tampoco lo disfrutaba, ya llevaba meses sin disfrutar algo de verdad.
-Joven amo, su madre pregunta si cenará con ella-
Irrumpió sigilosamente el mayordomo con su peculiar voz educada y reservada llena de respeto y devoción.
-No-
De igual forma como llego, silencioso como un felino, el mayordomo desapareció, Daiki miró a cielo, de nuevo podía sentir aquel frío gélido que anunciaba nieve, poco faltó cuando el primer copo descendió del cielo y cayó sobre su frente, al fin comenzaba a nevar.
Tomó un copo con las manos desnudas y pudo sentir como se derretía lentamente.
“-Ojalá que así se derritiera esta soledad-“
Pensó mientras más y más copos caían sobre la tierra, cubriendo todas las superficies lentamente de blanco.

Al entrar de regreso en aquella sombría mansión, un sonido peculiar salió de su bolsillo, era su teléfono móvil. Lo tomó y leyó el mensaje de texto que acababa de recibir.
“¿Jamás volverás a clase?” Decía. Suspiró y volvió a guardar el aparato en el bolsillo para después continuar con su camino directo a la puerta.
El mayordomo se interpuso en su camino y le preguntó con seriedad.
-¿Saldrá a algún lugar en especial?-
-Si, llegaré tarde-
-¿Desea que prepare el auto?-
-No, quiero estar solo. No iré a la escuela por si a mi madre le interesa saber-
El mayordomo reflejó incomodidad en su rostro, pero a pesar de eso, Daiki pudo notar que su madre escuchaba lo que decía, aquello le pareció ridículo.
-Desde aquella vez me quedó muy claro que no puedo tener verdaderos amigos, gracias a todos ustedes-
Dicho esto, Daiki miró la espalda de su madre, la cual pareció tensarse un poco, pero no dio la cara y tan solo se marchó. El mayordomo se hizo a un lado y Daiki se marchó.
A dónde iría y para qué, no lo tenía decidido, tan solo quería salir de ese lugar que solo lo asfixiaba y lo llenaba de malos recuerdos.

Sus pasos lo llevaron una vez más a aquella librería, pero ya estaba a punto de ser cerrada, lo dedujo al ver al señor abrigarse cuidadosamente y salir.
-¿Venías por más libros?-
Le preguntó el señor, Daiki solo negó con la cabeza.
-Solo pasaba por aquí-
El señor, indiferente, cerró la librería y Daiki se quedó ahí, afuera, con nieve cayendo sobre sus hombros y sin un abrigo que lo protegiera.
-¿Qué haré?-
Se preguntó mientras miraba curioso al interior de la librería, como si así fuese capaz de verlo de nuevo, aunque solo fuese el recuerdo.
Fue entonces que todo desapareció de nuevo, los malos recuerdos, los pensamientos tristes todos se esfumaron con tan solo recordarlo. Suspiró y empañó un poco el cristal, lo limpió con su mano y una voz lo sorprendió.
-Ya está cerrado-
Miró el reflejo y se quedó inmóvil, ¿Cómo podía ser posible? ¿Estaba soñando? ¿Era una ilusión provocada por la nieve? Bueno, dudaba que la nieve produjera alucinaciones, pero en esos momentos no podía pensar en algo más.
Con torpeza y lentitud se giró solo para comprobar que era real, él realmente estaba ahí, de nuevo lo tenía frente a frente.
-Ho… Hola-
Saludó Daiki con una sonrisa nerviosa. Inoo le sonrió de vuelta.
-¿Qué haces aquí si ya cerraron? ¿Acabas de salir?-
-No, pasaba por aquí y quería ver si en verdad estaba cerrado-
Vaya, una mentira más, no solía hacerlo pero no quería quedar como un tonto.
-Pues si el letrero dice “Cerrado” no debe caber duda de que lo está-
Daiki bajó la mirada avergonzado y comenzó a tiritar de frío. Al verlo, Inoo lo cubrió con su sombrilla.
-La temperatura comenzara a descender, ¿Cómo es que has salido sin abrigo?-
-Lo dejé en casa-
Respondió Daiki con cierta expresión sombría.
-Te resfriarás si te quedas así, te invito un café ¿Qué dices?-
Ante la amable sonrisa de Inoo, se sintió extrañamente feliz y emocionado, podía ponerse a brincar de un lado a otro en ese mismo instante y gritar, pero se contuvo, después de todo esta era la segunda vez que lo veía, no podía darle tanta importancia a esa sensación nueva.

Entraron en un pequeño lugar, cálido y con un poco de gente acomodadas en diferentes mesas. Inoo se acercó a la barra y Daiki lo siguió mientras contemplaba un poco el lugar.
-¡Yabu!-
Lo escuchó gritar y poco después un chico alto y extremadamente delgado, pero con porte elegante se acercó a ellos.
-¡Vaya! ¡Hasta que te dignas a visitarnos!-
Daiki observaba con atención.
-Lo siento, he estado algo ocupado-
Se disculpó Inoo con una sonrisa, la cual Daiki no dudo en capturar con la mirada, a cada segundo le parecía más perfecto.
-Si claro, encerrado en la librería de aquel anciano, es lo único que sabes hacer-
-Claro que no es lo único, también trabajo, que no se te olvide-
-Un trabajo nocturno no es la gran cosa-
En ese momento los ojos de Daiki se abrieron de par en par, y al parecer Yabu e Inoo lo notaron.
-¿Quién es él? ¿Viene contigo?-
-¡Ah! Si, es un chico que conocí hoy en la librería, sabe alemán-
Daiki sonrió nervioso, sabía que eso no era verdad, pero era su propia mentira así que no tenía porque negarlo por ahora. Sin más, decidió presentarse.
-Mucho gusto, me llamo Arioka Daiki-
-Vaya, no luces como alguien que sabe alemán, pero bueno, las apariencias engañan-
Dijo Yabu, diciendo esto ultimo mientras miraba a Inoo de forma acusadora.
-Mi nombre es Yabu Kota, mucho gusto Daiki-
-Esa mirada no me gustó nada, Yabu-
Dijo Inoo aparentando ser serio.
-Si te lo tomas personal no es mi problema, ahora, ¿Pedirán algo?-
-Yo quiero un café americano-
-Si, eso ya lo sé, siempre lo pides-
Daiki observó y sonrió al verlos.
-¿Tú Daiki?-
Le pregunto Yabu, era extraño que alguien a quien acababa de conocer lo llamara tan rápido por su nombre, pero no lo hizo sentir incomodo en lo absoluto, hace tanto que no sentía un poco de confianza con alguien, y los dos chicos le brindaban esa sensación, sin embargo pensó que no debía confiarse demasiado.
-Ah… yo quiero un café con leche, por favor-
-Bien, trabaja un café con leche y un americano-
Fue así como Yabu desapareció y se fue al otro extremo de la barra en donde estaba la cafetera y todo lo necesario para preparar la orden de los dos.
-¿Son amigos?-
Preguntó Daiki con curiosidad.
-Si, ahora lo somos-
La respuesta de Inoo lo dejó intrigado, quiso preguntar pero él continuó.
-Hace un tiempo solíamos salir, tu sabes… teníamos una relación, pero terminó y ahora solo somos buenos amigos-
Daiki se quedó impresionado.
-Vaya… que sorpresa-
-Ahora el tiene novio-
En ese momento la puerta se abrió y entró un chico alto, de piel un poco morena y cabello castaño.
-Es él-
Terminó Inoo mientras ambos observaban a aquel joven.
-¡Siento llegar tarde!-
Se disculpó mientras pasaba al otro lado de la barra e intentaba recuperar el aliento, al parecer había llegado corriendo.
-Descuida, tengo todo bajo control-
Dijo Yabu, apareciendo de repente y dejando ambos cafés sobre la barra. Daiki pudo observar como Yabu y aquel chico se miraban, sin lugar a dudas había algo especial entre los dos.
-Mira quien se ha dignado a visitarnos-
Señaló Yabu a Inoo, el cual sonrió con naturalidad, ante lo cual Daiki solo decidió observar.
-El es Hikaru-
Lo presentó Inoo, Daiki le sonrió tímidamente.
-¿Un nuevo amigo?-
Preguntó Hikaru mientras se quitaba el abrigo.
-Mucho gusto, soy Arioka Daiki-
-Ah, Yaotome Hikaru, mucho gusto, perdón que no me quedé a platicar pero hay cosas que hacer en la cocina-
Dicho esto, Hikaru les sonrió a ambos y entró de prisa a la cocina, detrás de él fue Yabu quien le decía.
-Te dije que tengo todo bajo control-
Su voz se perdió y ambos volvieron a quedarse solos.

-¿Los dos son tus amigos?-
Inoo asintió mientras tomaba un poco de café.
-Vaya… interesante-
-¿Interesante?
Preguntó Inoo mientras dejaba su taza y miraba curioso a Daiki.
-Bueno, tu salías con Yabu-san, y ahora él sale con Yaotome-san, y los dos son tus amigos, eso es bastante curioso e interesante-
Inoo sonrió un poco y mientras recargaba ambos brazos sobre la barra, dijo mientras miraba al frente con la mirada perdida y una sonrisa en el rostro.
-Lo que pasó entre Yabu y yo quedó atrás hace mucho tiempo, no hubo problemas entre nosotros y terminamos mediante un acuerdo mutuo. Su relación con Hikaru ahora es algo que me hace feliz, porque ambos merecen serlo, no es algo que me afecte ni me haga sentir mal-
Daiki escuchó atento y el asombro se hizo presente sin poder ocultarlo.
-Aún así me parece increíble, supongo que así han de ser los amigos-
Inoo se giró a mirar a Daiki y preguntó incrédulo.
-¿Supones? ¿Acaso no tienes amigos?-
Daiki bajó la mirada y tomo la taza con ambas manos, mientras sentía su calor intentaba opacar los malos recuerdos. Inoo esperó una respuesta pero solo pudo observar como Daiki tomaba de su café.
Desvió la mirada por un segundo y luego lo miró, Daiki hizo lo mismo. Estuvo a punto de decir algo cuando una sonrisa se dibujó en el rostro de Inoo para después reír un poco más fuerte.
-¿Qué pasa?-
Preguntó Daiki mientras se sentía un poco incomodo.
-Lo siento…-
Dijo Inoo mientras intentaba no reír más. Daiki intentaba comprender que sucedía, hasta que Inoo le ofreció una servilleta.
Al parecer no entendía bien el mensaje, Inoo se dio cuenta, así que optó por hacerlo él mismo. Daiki tenía leche alrededor de los labios, detalle que lo hizo ver por un instante como un niño pequeño. Inoo le limpió los labios y dejó la servilleta a un lado.
-Lo siento, no quise reírme así, es solo que te veías un poco gracioso, pero también tierno-
La amable sonrisa de Inoo hizo que olvidara ese momento incomodo y le sonrío de vuelta.
-Por un momento pensé que estabas loco o algo parecido-
-¿Loco? ¿Por reírme así?-
Daiki asintió ante la expresión de sorpresa que se dibujó en el rostro de Inoo.
-Vaya, hasta tú piensas que estoy algo loco, todo el mundo conspira en mi contra-
Inoo tomó un poco de café mientras Daiki lo observaba fijamente, era inevitable no sonreír al verlo, dado que se sentía tan tranquilo y cómodo a su lado.
-Entonces, ¿No tienes amigos?-
La sonrisa de Daiki se borró en un segundo, no tenía mucho que decir así que bajó la mirada y negó con la cabeza.
-Supongo que no quieres hablar mucho de ese tema, así que no voy a preguntar más-
Inoo le sonreía para transmitirle tranquilidad, entonces sintió que podía volver a sonreír y sentirse tranquilo.
Por alguna extraña razón, Inoo se sentía capturado por esa sonrisa y esa mirada tan cambiante, podía parecer feliz y en un segundo triste. Le intrigaba, pero consideraba prudente no preguntar más, después de todo a penas y lo conocía, no lo pensó que fuese correcto.

Las horas transcurrieron lentas pero entretenidas, conversaban y reían, en determinado momento Hikaru y Yabu se unieron a la platica y los cuatro reían. A pesar de que Daiki no aportaba mucho, se estaba divirtiendo como nunca lo había hecho.
-Es hora de cerrar-
Interrumpió Hikaru de pronto tras ver el reloj, fue entonces que Daiki sintió curiosidad por la hora y preguntó.
-¿Qué hora es?-
-Las once y media-
Le dijo Hikaru, en ese momento el rostro de Daiki se tornó pálido ¡Ya era muy tarde! Y aún debía regresar a casa, no era un camino corto, le tomaría al menos una hora llegar.
-¿Estás bien?-
Le preguntó Inoo al notar su expresión.
-Ah… yo… tengo que hacer una llamada, ya vuelvo-
No tenía opción, tenía que pedir que lo recogieran, no se atrevería a caminar solo de regreso, era, en ese aspecto, demasiado miedoso para hacerlo.
Cuando se alejó del resto, tomó su teléfono y marcó a casa, le respondió el mayordomo rápidamente.
-Necesito que envíes el auto, se me hizo tarde-
-De acuerdo joven, como usted ordene, ¿A dónde debo pasar-
En ese momento se escuchó un ruido, y pudo escuchar la voz de su madre.
-¿En donde estás?-
Sonaba fría y severa. A Daiki se le erizó la piel, no esperaba que su madre tomara el teléfono de esa forma.
-Se me hizo tarde, quiero que alguien venga por mi-
-Te hice una pregunta, responde-
Daiki respiró profundo y dio señas de donde se encontraba, debido a que la dirección exacta no la conocía.
-¿Con quien estás?-
-Estoy solo-
Mintió. Después de todo no tenía la confianza de decir que había conocido a gente nueva, no a su madre.
-De acuerdo, llegaré por ti en unos minutos, no te muevas-
Dicho esto, colgó. Daiki se quedó temblando, tal vez por coraje, tal vez por miedo, no lo sabía a ciencia cierta. Aún así intentó tranquilizarse y regreso con los chicos.
-¿Todo bien?-
Le preguntó Inoo una vez más al verlo regresar.
-Si, ya debo irme-
Nervioso, miró la hora de su teléfono móvil, su madre llegaría en máximo cuarenta minutos.
-Nosotros también estamos por irnos, espera mientras cerramos-
Le dijo Yabu amablemente, sin embargo Daiki estaba nervioso, quería irse sin que notaran nada.
-Ah, tomen su tiempo, no hay prisa…-
Dijo con una sonrisa nerviosa mientras tomaba asiento de nuevo. Sin embargo, Inoo lo miró fijamente, definitivamente Daiki estaba extraño y todo debido a esa llamada que tuvo que hacer, era inevitable no sentir curiosidad.

Los minutos transcurrieron, Hikaru y Yabu terminaban de limpiar el lugar con ayuda de Inoo cuando Daiki recibió un mensaje.
“Ha llegado el auto por ti”
Nervioso, dejó de limpiar la mesa y se acercó a los chicos.
-Debo… debo irme ya, gracias por todo-
Con una sonrisa tímida y una reverencia, se marchó rápidamente. Todos se miraron perplejos, no entendían el porque el cambio tan drástico en la actitud de Daiki.
-¿Le pasará algo malo?-
Preguntó Hikaru mientras se apoyaba en la escoba.
-No lo se-
Le respondió Yabu.
-Es tu amigo, deberías saber algo ¿No?-
Dijo Hikaru dirigiéndose a Inoo.
-A penas lo conocí hoy-
Respondió sin dejar de limpiar una de las mesas. Después se quedó pensando, ¿Acaso se iba a regresar completamente solo? Eso no estaba bien.
Rápidamente dejó de limpiar y salió de prisa, miró hacia ambos lados pero Daiki no se veía cerca. Era imposible que caminara tan rápido ¿o no?
Echó un último vistazo y solo pudo divisar a lo lejos un auto doblando en la esquina, de ahí en fuera no había rastro alguno de Daiki.
-Solo espero y se encuentre bien-
Dijo para sí mientras regresaba a la cafetería.

No había dormido muy bien, estaba preocupado. Le parecía absurdo estar preocupado por alguien a quien a penas conocía, pero no podía evitarlo, simplemente así se sentía.
Si bien ya había estado “enamorado” antes, esto era diferente sin duda. Y es que aún lo recordaba tan bien que le parecía una locura, esa mirada tímida, esa sonrisa tan radiante y llena de luz. Su voz, su risa, su mirada, todo resultaba por provocarle algo extraño, diferente. Ese momento en la librería, la primera vez que levantó la mirada para verlo, sabía bien que no leía nada y eso lo intrigaba, deseaba saber porque alguien de repente se quedaría ahí, fingiendo leer mientras lo observaba en secreto. ¿Por qué?
No lo sabía y deseaba hacerlo, desde ese momento aquel chico de nombre Daiki resultó intrigante e interesante, demasiado interesante.
Salió de la cama y se dio una ducha, al salir se arregló, tomó su abrigo y sombrilla puesto que había probabilidad de una segunda nevada y salió de su departamento, solo tenía la idea de volver a la librería, tal vez, solo tal vez, podría volver a verlo.
-Estás loco-
Se dijo mientras caminaba por la calle. Unos minutos después llegó a la librería y saludó al señor, que como siempre solo se limito a mirarlo y a continuar con sus asuntos.

Después del desayuno se retiró del comedor y fue a su habitación. Mientras arreglaba sus cosas, alguien tocó a la puerta y sin esperar respuesta entró, era su madre.
-¿Irás a la escuela?-
-No, solo voy a salir-
Respondió sin mirarla.
-¿Hasta cuando te dignarás a volver? No puedes seguir atrasándote-
-Sabes bien que estoy tan adelantado que podría titularme ahora mismo, no voy a volver a esa escuela, yo mismo buscaré un lugar para estudiar-
Su madre rió intentando ocultar su enojo.
-No es posible que sigas enojado conmigo cuando solo he procurado tu bienestar-
-¿Tú has procurado mi bienestar? No me vengas con esas tonterías ahora, no después de lo que hiciste-
Dicho esto, Daiki tomó su abrigó y salió de su habitación sin cerrar la puerta.
-¿Aún crees que puedes tener amigos? ¿Tú?-
Ante las preguntas de su madre, se detuvo en seco y se giró para mirarla.
-Cualquiera que se entere de tu posición económica intentará aprovecharse de ti, no puedes juzgar lo que hice-
-¿Qué no puedo? ¿Acaso crees que sobornar a esas personas para que fueran mis amigos esta bien? ¿Qué clase de madre eres?-
-¡Todo hubiera salido bien si no-
-¿Si no que? ¿Lo sabes cierto? ¿Y ahora que harás? ¿Pagar a una chica para que sea mi prometida? ¿Evitar un escandalo en la familia? Descuida, se bien que todo fue falso, en especial en esa persona, así que no tienes porque preocuparte-
Las lagrimas amenazaban con salir furiosas, pero luchó por contenerlas.
-Jamás contemplaste que pudiera desarrollar esa clase de sentimiento por alguien, felicidades, tu plan no salió como querías, sin embargo, fue bueno que descubriera todo a tiempo, estaba a punto de cometer el peor error de mi vida-
Sin deseos de seguir viendo el rostro de su madre, salió corriendo del lugar.

Una hora transcurrió, bajó del autobús y secó el rastro de sus lagrimas, aquel recuerdo seguía tan fresco aún, tan doloroso como el primer día. Y una vez más se encontraba caminando por las calles sin rumbo, simplemente quería alejarse de todo aquello que le había hecho daño, de todo.
Pasó frente a la librería, estuvo a punto de seguir su camino pero entonces sintió algo, no podía explicarlo, simplemente fue ese impulso que lo llevó a entrar y cuando menos se dio cuenta ya era recibido por la fría e indiferente mirada del anciano.
-¿Ahora que vas a comprar?-
Le preguntó con tono malhumorado, pero Daiki intuía que ese era su modo habitual de hablar.
-No lo sé, creo que miraré por ahí-
Dicho eso, se alejó y caminó por entre los estantes, pensando de nuevo, recordando y sintiendo el mismo dolor.
De pronto, chocó contra alguien y unos libros cayeron a sus pies. Avergonzado se inclinó para levantar algunos.
-Lo siento, no estaba prestando atención-
Se disculpó. Fue entonces que sus ojos se abrieron con sorpresa, no se esperaba verlo de nuevo, Inoo estaba justo frente a él ahora.
-Descuida, yo tampoco te vi-
Inoo pudo sentir un alivio extraño, como si de pronto todas sus ansias se hubiesen apagado, ahora tenía a Daiki frente a él de nuevo, inevitablemente sonrió.
-Por alguna razón sabía que te encontraría aquí de nuevo-
Daiki sonrió y le entregó un par de libros que había levantado del suelo.
-Bueno yo… no tenía planeado entrar pero… bueno, no tengo mucho que hacer así que-
-Viniste a leer un rato ¿Cierto?-
-Algo así-
Inoo le sonrió y caminó al fondo del pasillo, se recargó en la pared y se deslizo para sentarse sobre el suelo. Depositó con cuidado la pila de libros y tomó el primero.
-¿Quieres? Este es mi favorito-
Daiki lo tomó. Sus dedos rozaron ligeramente los de Inoo y solo por ese instante su corazón se detuvo. Tragó saliva intentando pasarlo por alto, tomó asiento junto a él y antes de siquiera ver el titulo de aquel libro, miró a Inoo con curiosidad.
-Si es tu libro favorito ¿Por qué no lo has comprado?-
-Ese anciano no me deja, dice que si lo compro probablemente dejaré de venir, al parecer soy su único cliente. O al menos lo era-
Inoo le dirigió una sonrisa traviesa. Daiki sonrió de vuelta un poco avergonzado.
-Dime…  ¿Cuántos años tienes?-
Preguntó Daiki sin despegar la mirada de Inoo, quien de igual manera lo miraba.
-Veintitrés-
-Yo tengo veintidós-
Se apresuró a decir Daiki, ante lo cual Inoo parecía sorprendido.
-¡No es verdad!-
Daiki parpadeó confundido.
-Es verdad…-
Ante semejante confusión, Inoo soltó una carcajada.
-Creí que tenías unos dieciséis…. Vaya… que sorpresa-
Daiki desvió la mirada y se sonrojó un poco, no era la primera vez que le decían algo semejante.
En ese instante se hizo el silencio, Daiki miraba fijamente sus propias manos mientras pensaba. En cambio Inoo lo observaba, como si lo pudiera analizar, después de unos instantes no pudo resistir más y habló.
-Anoche te fuiste muy rápido, salí para acompañarte pero no encontré rastro tuyo-
Daiki se sorprendió y bajó más la mirada.
-Soy rápido-
Respondió tímido.
-¿De verdad?-
Preguntó Inoo curioso. Daiki solo asintió con la cabeza.
De nueva cuenta se hizo el silencio, solo duró unos segundos dado que Inoo habló de nuevo.
-Algo te ocurre, ¿Verdad?-
Lentamente Daiki levantó la mirada, fue una gran sorpresa toparse con la mirada preocupada de Inoo, era la primera vez que lo veía así y aquello causó un revoltijo en su estomago al igual que un pequeño dolor en el pecho.
-Tal vez no ayude mucho, pero puedo escucharte-
Daiki continuo mirando a Inoo un poco más, como si esa mirada, esa sonrisa, todo él pudiera transportarlo a un mundo diferente. ¿Acaso era posible aquello?
Sin darse cuenta, Daiki comenzó a contar.
-Hace tiempo, creí tener una vida normal, tranquila y sin preocupaciones. Viniendo de una familia acomodada que tantas preocupaciones podría tener.
Pero un día, todo lo que yo creí que era mi mundo se desmoronó en pocos segundos, yo creí tener buenos amigos, pero resultó ser una mentira. Incluso la persona que sin querer chocaba conmigo en el pasillo de la escuela era falsa.
¿Por qué?
Ni yo mismo estoy seguro, no entiendo nada de lo que me rodea. Tal vez no hubiese sido tan duro el golpe de no ser porque una de esas personas, a quienes creí sinceras, decía quererme, quererme de verdad.
Le creí.
Comenzaba a dejarme llevar, a sentir algo, pero que no duró mucho. En el preciso momento en que mi madre descubrió aquello, reveló todo, ella decidió bajar el telón de semejante escenario creado por ella.
Todo era falso, absolutamente todo. Las personas, amigos, todo aquel que entablaba una conversación conmigo ya estaba comprado. En pocas palabras, se encargo de construir un mundo entero solo para mi.
Fue cuando descubrí que yo no sabía lo que era tener un verdadero amigo, todos aquellos que me rodeaban sonreían con hipocresía, en el fondo me odiaron todo el tiempo y yo jamás lo supe hasta ese día.
Desde entonces soy incapaz de volver, no piso un lugar que sea conocido por mi madre, tengo miedo de que desde las sombras siga controlando todo lo que pasa. Incuso, ahora, no puedo estar seguro de que tu seas real.
-Soy real-
Dijo Inoo, interrumpiendo y mirando a Daiki con firmeza.
-No tengo forma de garantizar aquello-
Daiki sonrió con melancolía.
Entonces, en ese instante, Inoo levanto su mano, apartándola de aquel libro viejo que sostenía. Acarició la mejilla de Daiki y dijo.
-Te demostraré que soy real. Que nadie me manipula para hacerte sonreír de verdad-
Sin pensar con mucha claridad y solo dejándose guiar por el mero instinto, Inoo acercó su rostro al de Daiki. Lentamente cerró sus ojos y entones, lo besó.

Ese suave contacto sobre sus fríos labios lo hizo salir por completo de la realidad. Todo a su alrededor se llenó de un brillo diferente, podría jurar que ya se encontraba en otro mundo, un mundo lejos de todo aquello que lo hizo sufrir, lejos de su madre, era el mundo que Inoo le brindaba en ese instante.
No sabía que hacer, jamás lo habían besado. Era emocionante, inquietante y agradable. Al sentir más aquel contacto tan delicado, solo atinó a cerrar los ojos e imaginar una vida diferente.
Justo en el momento en que cerró sus ojos, Inoo tomó su cuello con la otra mano y lo acercó más a él, de esa manera el beso se profundizo y abrieron un poco más sus labios.
Daiki alucinaba, claramente podía verlo. Amanecer, una relajada tarde, el silencioso anochecer, sonrisas, lágrimas, lugares aún por conocer, todo, absolutamente todo junto a él.
Justo en ese instante lo anhelaba, a pesar de estar ahí, besándolo, lo anhelaba más. Fue así como sus palmas se despegaron del frío suelo y buscaron su calor.

Inoo pudo sentir como las manos de Daiki se aferraban con torpeza a su suéter,  quería cuidar de esa frágil existencia crecida en un mundo falso. No concebía que tal sonrisa, tan llena de luz radicara en un lugar tan obscuro. No lo conocía pero podía imaginarlo, de alguna manera se reflejaba en la profundidad de los ojos de Daiki.
Inoo deseo salvarlo, protegerlo, llenarlo de amor.

Los minutos parecieron eternos, podía asegurar que el tiempo se había detenido, pero no fue así, a su alrededor todo seguía su curso.
Al separarse se miraron, los ojos de Daiki estaban cristalinos, tal vez demasiado conmocionados. Inoo le sonrió y acarició su mejilla una vez más al mismo tiempo que unía su frente con la del menor.
-Ven conmigo-
Sus ya sonrojadas mejillas incrementaron su tono al escuchar esa voz tan tranquila y de sentirlo aún tan cerca.
-¿Eh?-
Fue lo único que fue capaz de decir.
-No me des una respuesta ahora, piénsalo-
Inoo se separó de él, le sonrió y alborotó sus cabellos.
-Debo irme, aquí podrás encontrarme más tarde-
Le dijo mientras le regalaba una tarjeta. Daiki no la miró, solo la tomó y siguió observando como Inoo se ponía de pie.
-Te veré luego-
Sonrió una vez más, y con la misma elegancia de siempre, se alejo a paso lento hasta salir de la librería.
Daiki tomó el libro que Inoo le había dado y lo abrazó con fuerza. Sus mejillas seguían rojas. De pronto el anciano pasó cerca con el carrito, dispuesto a recoger los libros cuando Daiki le dijo.
-¡Me llevo este!-
El anciano lo miró curioso.
-De acuerdo, esta vez tendrás que pagar por ese-
Daiki sonrió emocionado, asintió y se puso de pie al mismo tiempo que sacaba su cartera del bolsillo.

Las horas transcurrieron y no estaba dispuesto a volver a casa, no ahora. Miró su reloj y volvió a echarle un vistazo a aquella tarjeta.

“Café-Bar Wish
Inoo Kei
-Pianista-
Horario: 19hrs”

Suspiró y miró al cielo.
-Faltan cuatro horas…-
Miró la dirección, jamás había ido ahí pero podría investigar, después de todo tenía el tiempo suficiente.
Se detuvo en una esquina y observó a un policía, tal vez sería buena idea preguntarle como llegar, así que se acercó. Tras mostrarle la tarjeta, el policía le indicó la ruta más viable, incluso le dibujó un pequeño croquis.
Daiki agradeció y se marchó, deseaba que el tiempo pasara rápido para poder verlo, cuatro horas debía esperar, ¿Qué podía hacer?
Fue entonces que una idea cruzó por su cabeza y emprendió el camino, sabía bien a donde debía ir.

Recordaba bien el camino, abrió la puerta y fue recibido por un suave aroma a café que relajó a su corazón.
-Bienvenido-
Lo recibió aquel chico alto y delgado, Yabu.
-Vaya, pero si es el pequeño Daiki-
-Hola-
Saludó tímido mientras se acercaba a la barra.
-¿No viene Inoo contigo?-
Preguntó Yabu, curioso.
-No, dice que debe trabajar-
Respondió Daiki con naturalidad, Yabu soltó una carcajada y dijo.
-Trabaja cuando se le da la gana, no creas que es así de responsable. En fin, ¿Te sirvo algo?-
-Un americano, por favor-
Yabu lo miró intrigado y notó que llevaba un libro consigo.
-Si quieres leer, por allá encontraras un lugar más cómodo-
Daiki miró al rincón que Yabu señalaba, ahí se encontraba un cómodo sillón junto a una pequeña mesa.
-Puedes sentarte ahí-
-Gracias-
Daiki sonrió y se dirigió a ese lugar. Tomó asiento y abrió el libró, leyó el titulo “Alicia en el país de las maravillas”
Aquello lo sorprendió, no se esperaba que ese fuera el libro favorito de Inoo. Una vez más el recuerdo de aquel beso llegó a su mente y sus mejillas se tornaron ligeramente rojas.
-Aquí tienes-
Lo interrumpió Yabu, quien le servía su café.
-Gracias. No había notado esta parte-
Comentó Daiki.
-Bueno, no todos lo hacen dado que esta un poco escondido, a decir verdad este lugar es propiedad de un cliente algo especial que solo viene a leer y tomar café por horas-
-¿Ah si? Debe ser una persona mayor-
Yabu le sonrió y lo dejó solo. Daiki observó como se alejaba, después miro su café y tomó un poco, era delicioso. Volvió a tomar el libro y leyó la primera página y así continuo sin detenerse.
Las horas transcurrieron sin que lo notara, la gente entraba y salía, platicas iban y venían pero él continuaba ahí, sentado, abstracto en su lectura, hasta que de pronto la voz de Yabu lo regresó al mundo real.
-¿Quieres otro?-
Daiki alejó su vista del libro y miró a Yabu.
-Ah…-
Antes de responder, miró su reloj, eran las ocho de la noche.
-Creo que no… tengo que irme-
Dijo mientras buscaba su cartera para pagar.
-Gracias por venir-
Le dijo Yabu después de que Daiki pagara y saliera rápidamente del lugar sin decir más. Mientras caminaba sostenía fuertemente el libro con una mano y con la otra sostenía el croquis.
Entro al metro, contó las estaciones, salió y miraba cada una de las calles, debía asegurarse de aprender el camino por si se perdía.
Después de unos minutos al fin encontró el lugar, era pequeño y el letrero con las letras “Wish” alumbraban ligeramente la calle.
Entró y fue recibido por un elegante mesero. Miró a su alrededor, podía escuchar una agradable melodía, no sonaba como la música de cualquier restaurant, podía asegurar que era música en vivo, además, era un piano . Continuó mirando hasta encontrarlo, no fue difícil verlo, justo en medio del lugar, vestido con un elegante pantalón y saco negro a juego, una camisa blanca con los primeros dos botones desabrochados, ahí estaba Inoo Kei.
-Quiero una mesa cerca del piano-
Pidió Daiki sin apartar la mirada.
-Por supuesto, por aquí-
El elegante mesero lo guió a una mesa cercana. Tomó asiento y disimuló ver la carta, lo que en realidad hacía era ver a Inoo, era fascinante. Tocaba con una elegancia fuera de este mundo, además de que su técnica era más que perfecta, simplemente maravillosa.
-¿Desea ordenar algo?-
Le preguntó el mesero. Daiki miró rápidamente la carta y pidió.
-Un café, americano-
No solía tomar mucho café, y mucho menos americano, pero le apetecía tomarlo de nuevo mientras disfrutaba del espectáculo.
Al terminar la primera pieza, los de alrededor aplaudieron. Inoo se puso de pie y se inclinó ante ellos agradecido, después volvió a tomar asiento y miró a su alrededor, se detuvo justo hasta encontrarse con la mirada de Daiki. Le sonrió.
El corazón de Daiki dio un salto, aquello fue un perfecto saludo que decía “Te esperaba”
Se acomodó mejor en su asiento y espero ansioso por la siguiente melodía. La cual comenzó suave, como una canción de cuna, era increíblemente relajante. Daiki cerró los ojos por un segundo y pudo sentir que en aquel lugar solo existían él e Inoo.
La pieza continuo, haciéndose de sentimientos únicos, alegría, tristeza, melancolía, felicidad, soledad y amor, todo en ese orden. Era una melodía que jamás había escuchado y que poco a poco se quedaba grabada en su cerebro como si este fuese una cinta de cassette.
Cuando hubo terminado, los aplausos fueron más eufóricos que la vez anterior, incluso Daiki aplaudió más enérgicamente. Inoo se reverenció y se alejó del piano, lo miró y con la mano le hizo una señal como diciendo “Te veo por allá”
Para su suerte, el mensaje fue tan claro que de inmediato pidió la cuenta y pagó, aunque no hubiese terminado su café. Salió del lugar y espero un poco más hasta que de pronto Inoo salió, vestía normal como en la tarde.
-Ya no te ves elegante-
Comentó Daiki sin darse cuenta que lo decía en voz alta.
-No es muy cómodo andar por ahí en traje, todos me miran raro y no me gusta-
Inoo estiró ambos brazos y miro a Daiki.
-Gracias por venir, en verdad quería que vinieras-
-Bueno, valió la pena, he descubierto que tienes un talento maravilloso para tocar el piano, incluso para componer tus propias melodías-
Inoo suspiro, Daiki lo miró y ambos comenzaron a caminar.
-A decir verdad, hace mucho que no lograba componer algo. Todo esto salió de forma espontanea, sonará extraño pero en el momento en que te vi ahí sentado, observándome, la melodía llegó sola y mis dedos se movieron libremente sobre las teclas-
Daiki sonrió mientras intentaba ocultar su sonrojado rostro.
-Si que es extraño-
-¿Quieres ir a algún lugar?-
Inoo observó a Daiki con cierta emoción.
-¿Ya terminó tu trabajo?-
-Si-
-Entonces puedo ir a donde tu quieras-
Las mejillas de Inoo se sonrojaron levemente, a cada instante Daiki le provocaba sensaciones que jamás había experimentado.
Antes de sugerir algo, notó que el chico llevaba aquel libro consigo.
-¿Lo has leído?-
Daiki miró el libro que llevaba bajo el brazo y respondió sonrojado.
-Aún no lo termino, pero… me gusta-
Decir aquello significó más de lo que pensaba, incluso sin notarlo se estaba confesando.
-No tengo idea de adonde podemos ir, ¿Quieres que te acompañe a casa?-
Sugirió Inoo mientras miraba su reloj, ya era un poco tarde para ir de paseo por las calles.
-Ah… yo… no quiero volver-
Daiki bajó la mirada y trató de ocultar su rostro. Fue entonces que Inoo recordó su platica de esa tarde. Dio un paso al frente y acarició ligeramente la cabeza del menor y dijo con voz amable.
-No llores-
Se hizo el silencio por unos segundos, Daiki lo miró, aún con los ojos cristalinos podía apreciar bien aquella sonrisa.
-Te pedí que vinieras conmigo, ¿Acaso esta es tu respuesta?-
La mente de Daiki dejó de funcionar correctamente, en un instante todo en ella se llenó de Inoo, absolutamente todo. Su voz, su sonrisa, su mirada, su suave aliento, su aroma, su calidez, todo. Quería dar ese paso, olvidarse del miedo.
¿Por qué no?
-Si-
Respondió en voz baja.
-Creo que no escuché bien-
Bromeó Inoo, disfrutando del rostro sonrojado de Daiki.
-Quiero ir contigo… ¡Quiero ir contigo!-
Exclamó con fuerza mientras un impulso lo invadía por completo y al instante saltó para colgarse del cuello de Inoo y abrazarlo con fuerza.
Este lo abrazó de vuelta, no estaba seguro de lo que acababa de hacer pero, le gustaba, era feliz.

El camino fue corto, al menos así lo sintió Daiki, tal vez porque esperaba poder caminar más tiempo junto a Inoo, en aquel ambiente solitario y frío que les brindaba esa privacidad que necesitaban, ese espacio que hacían suyo a cada paso, caminando tomados de la mano con los dedos entrelazados, deseando que aquello jamás se destruyera.
Al entrar al departamento, Daiki no dejaba de apreciar cada rincón.
-¿Tienes hambre? Ah… creo que tengo algo por aquí-
Ofreció Inoo mientras entraba en la cocina. Daiki caminó hacia la sala y se sentó en el sillón.
-Es pequeño-
Dijo en voz baja, pero Inoo lo escuchó.
-¿Te parece? Es lo más grande que puedo pagar-
El departamento contaba con una sala, comedor, cocina, balcón, tres habitaciones en la cual estaba incluido el baño, otra era el cuarto de lavado y la última era la habitación de Inoo.
Junto a la sala se encontraba un escritorio y un gran librero. Daiki observaba maravillado, aquel lugar sin dudas era mucho más acogedor que su propia casa.
-Está bien, me agrada-
Inoo sonrió y tomo asiento a su lado.
-¿En verdad puedo quedarme aquí?-
Preguntó Daiki con inseguridad.
-Si no fuera verdad no te lo hubiese propuesto desde el principio, si en tu casa no eres feliz, aquí puedo prometer que hare lo posible para que las cosas sean diferentes-
La mirada de Daiki se iluminó al escuchar tales palabras, tan amables y suaves. Inoo se acercó a el y lo abrazó, haciendo que la cabeza del menor quedase recargada en su hombro.
-No sé que sea, tampoco tengo ganas de cuestionarlo-
-No me conoces ni yo a ti, sin embargo yo… desde que te vi por primera vez sentí algo… no se explicarlo-
Confesó Daiki.
-¿Sabes que me has dicho dos veces que te gusto sin que te hayas dado cuenta?-
Preguntó Inoo mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro. Daiki se alejó un poco y lo miró sorprendido mientras sus mejillas se tornaban escandalosamente rojas.
-Y eso sin contar el beso-
A Daiki le sorprendió que Inoo pudiese llegar a semejante conclusión, sin embargo no lo podía negar, ni siquiera quería hacerlo, era verdad, totalmente. Asintió torpemente con la cabeza y recargó su cabeza sobre el pecho de Inoo.
-Ahora me lo confirmas, y yo no puedo hacer nada más que sonreír, ¿Sabes que significa?-
Daiki negó con la cabeza, seguía sin ser capaz de articular palabra.
-Que también me gustas, incluso puede ser algo tan fuerte que ni siquiera se lo que es en este momento, pero que sin duda puedo descubrir, siempre y cuando te quedes a mi lado, ¿Lo harás?-
Inoo tomó el rostro de Daiki entre sus manos y éste asintió con la cabeza. Se miraron una vez más, como si desearan detener el tiempo. De pronto Daiki se alejó un poco y no pudo evitar el preguntar.
-¿Estás seguro de que puedo quedarme… para siempre?-
Inoo sonrió y acarició su rostro.
-Para siempre es mucho tiempo, así que será mejor que te acostumbres-
Daiki sonrió junto con Inoo, ambos unieron sus frentes y por ultimo se abrazaron, disfrutando del calor mutuo que se brindaban en aquella fría noche de invierno.
De pronto, Daiki sintió que algo vibraba en su bolsillo, sabía bien que significaba así que se alejó un de Inoo y lo miró fijamente.
-Espera un segundo, ya vuelvo-
Inoo observó como Daiki se levantaba y salía del departamento. Le intrigó un poco pero se imagino que debía ser una llamada de su casa, así que no lo siguió.
Poco después volvió con la mirada baja.
-¿Pasa algo malo?-
Daiki lo miró, tragó saliva y le dijo en voz firme.
-Necesito salir… si no llego en una hora… llámame-
Inoo parpadeó, respiró profundo y se puso de pie.
-¿Todo bien?-
Daiki bajó la mirada unos segundos, después miró a Inoo y este pudo apreciar cierta decisión en él.
-Esta bien, no insistiré en que me digas que pasa, entonces dame tú número ¿De acuerdo? Si algo pasa, dime en donde puedo encontrarte-
Inoo acarició la cabeza de Daiki, este le proporcionó su número y la dirección de su casa.
-Solo te doy una hora, no más ¿Entendido? Si no has regresado para entonces, iré por ti y pasaré por encima de quien sea-
Daiki no pudo evitar el sonreír, de alguna forma aquellas palabras lo hacían sentir el valor suficiente para ir y enfrentarlo todo.

En todo el camino no hizo más que pensar en lo que podía ocurrir, aún así estaba decidido, ya no quería seguir viviendo en ese lugar, lo detestaba. Si por alguna razón no fuese a pasar el resto de su vida con Inoo… bueno, ya pensaría en algo después, por ahora solo tenía que dar ese paso, estaba decidido.
Atravesó las puertas de la gran mansión y subió las enormes escaleras, ignoró todo como siempre. Entró a su habitación y cogió una pequeña maleta, no planeaba más que llevarse lo meramente esencial.
Guardó ropa, un par de zapatos, papeles, libros, objetos de uso personal, sus ahorros. Cerró la maleta y miró a su alrededor, además de cerciorarse de que no olvidaba nada importante se despidió de aquel lugar tan significativo, de alguna manera fue su refugio del mundo exterior, y ahora lo dejaba.
Suspiró, tomó su maleta y abrió la puerta de su habitación, la cerró detrás de si y caminó a paso firme por el pasillo.
Al bajar las escaleras se encontró con su madre, la cual lo observaba fijamente, como si no comprendiera lo que estaba sucediendo. Esta vez Daiki no se alteraría, después de todo era su intensión enfrentarla de una vez por todas.
-¿Qué haces?-
Le preguntó con seriedad. Daiki continuó bajando los escalones tranquilamente, cuando quedó frente a ella le dijo.
-El juego termino, madre-
Los ojos de la señora se abrieron con tal sorpresa que casi salen de su orbita.
-¿Qué quieres decir?-
Fue entonces que miró la maleta que Daiki llevaba consigo.
-No, no estás viendo mal-
Le dijo Daiki al notar como su madre miraba la maleta y parecía no comprender.
-¿Te marcharás?-
Preguntó con la boca seca.
-Si. No puedo vivir en un mundo en donde ya no puedo confiar en nadie. Si tienes que decirme algo hazlo ahora, puesto que no volveré jamás-
-No puedes hacerlo, eres nuestro único hijo, el heredero de esta familia, de ninguna manera puedes marcharte-
Daiki pudo observar como las manos de su madre temblaban, en ese momento la compadeció.
-Ese no es mi problema, y no puedes obligarme. He tomado una decisión y no pienso retractarme-
Su madre tartamudeo y no logró decir nada, solo sonidos extraños salieron de sus labios.
-Si eso es todo, entonces me voy. Se hace tarde-
Pasó de largo junto a su madre, pero justo antes de llegar a la puerta, esta habló.
-No puedes irte… ¡No puedes irte!-
Daiki se giró para verla, lucía desesperada, al parecer el hecho de quedarse sin heredero era lo que más le pesaba.
-Claro que puedo, y no lo evitarás-
La seguridad con la que hablaba era impulsada por el anhelo de ver a Inoo una vez más, quería estar con él lo más rápido posible.
Su madre respiro profundo, estaba molesta, demasiado. Sin embargo hizo todo lo posible por mantenerse firme, como de costumbre.
-Bien, si te vas a ir olvídate de que tienes familia, si cruzas esa puerta no quiero volver a verte o saber de ti. No te daré ni un centavo así que más te vale dejar las tarjetas de crédito. Seré buena al dejarte llevar esa maleta, pero no podrás volver por más así que espero que lleves todo-
-¿Eso es todo?-
Su madre le dio la espalda, solo quedaba una cosa por decir.
-A pesar de lo que digas y de lo que yo pueda sentir al respecto, eres mi madre y lo serás siempre-
Dicho esto, abrió la puerta y salió al fin, era libre. Se sentía tan bien que deseaba correr, pero antes de hacerlo miró la casa, no la extrañaría, sin embargo no pudo evitar el despedirse.
-Hasta nunca-
Dijo para si, emprendió de nuevo el camino cuando de repente se detuvo. Estaba tan sorprendido que no sabía que hacer.
-Vaya… si que es grande-
Daiki lo miró fijamente y dudoso miró su reloj.
-No ha pasado una hora…-
Inoo le sonrió con torpeza mientras rascaba su cabeza.
-Lo siento, me quedé preocupado, pero por lo que veo todo fue rápido-
-Más rápido de lo que imaginé-
Daiki miró de nuevo hacia la gran mansión y desde una de las ventanas pudo observar a su madre asomándose desde una de las ventanas.
Sin más, le sonrió y caminó hacia Inoo, quien también la había notado.
-¿Está todo en orden?-
Daiki le sonrió y dijo.
-Parece que si, podemos irnos-
Fue así como ambos comenzaron a caminar juntos, alejándose más y más de aquella casa tan grande y llena de malos recuerdos. Lo cuales se disolvían a cada paso, dejando la oportunidad de hacer nuevos y buenos recuerdos junto a Inoo, quien no dudó en tomar su mano.
Daiki se sorprendió al principio, pero le agradaba la calidez del mayor así que entrelazó sus dedos con los de él y continuó caminando a su lado.
Esa noche Inoo no le permitió desempacar, en cuanto llegaron al departamento lo cargó con semejante facilidad que Daiki pensó que en verdad Inoo era completamente diferente a todo lo que aparentaba.
Entraron a la habitación y se recostaron sobre la suave cama. Bajo la suave luz de la lámpara, Inoo no dejaba de contemplar el sonrojado rostro de Daiki.
-¿Eres feliz?-
Le preguntó mientras acariciaba su mejilla. Daiki asintió y no dejó de mirarlo.
-¿Tu lo eres también?-
Inoo sonrió ante la pregunta del menor, lo acercó a su cuerpo y lo abrazó con ternura.
-Lo soy-
Daiki se aferró al cuerpo de Inoo. Era tan cómodo, relajante y cálido. Se sentía protegido, como si ya nada más fuese a importar.
Inoo besó su frente y le dijo con voz suave.
-Daiki-
La forma en que lo llamó fue tan especial, tan única, que sintió como algo revoloteaba sin control por todo su cuerpo.
-Kei-
Lo llamó por su nombre, era la primera vez que Daiki lo llamaba por su nombre y ya era especial, en extremo especial.
Se abrazaron un poco más y la noche siguió su curso, dejando que ambos disfrutasen de aquel momento, único y privado, comenzando así el primer capitulo de toda una vida juntos.

A la mañana siguiente, Daiki se despertó temprano. Salió de la cama sin hacer ruido y se vistió, se dirigió a la cocina y miró curioso, tenía hambre.
Después de buscar un poco, se conformó con un vaso con leche y un pedazo de pan. Se dirigió a la sala y tomó su libro, tenía ganas de leer un poco, sentía que a partir de ahora su vida sería más tranquila, relajante pero también llena de sorpresas. Estaba listo para afrontarlo todo, pero sobre todo, estaba dispuesto a no guardar sus sentimientos por Inoo, no ahora que se volvían poco a poco más fuertes.
Terminó un capitulo más, cerró el libro y caminó hacia la terraza con su vaso de leche entre las manos. Miró la ciudad, todo lucía diferente, incluso el cielo, que a pesar de estar nublado lucía con más color. El frío que sentía por su piel lo hacían sentir vivo.
No pudo evitar en pensar lo rápido que tal vez estaba sucediendo todo, sonrió al recordar el día en que lo había visto por primera vez.
-Vaya casualidad-
-No fue casualidad-
La voz de Inoo detrás de él lo sorprendió. Daiki lo miró acercarse y sintió como lo rodeaba entre sus brazos una vez más.
-Conocerte no fue casualidad Daiki, no lo creo-
Dijo Inoo con voz relajada mientras suspiraba.
-Lo sé, de alguna manera sucedió. Tal vez era inevitable-
Daiki miró al cielo un la nieve comenzó a caer suavemente sobre la ciudad. En ese momento hasta la nieve lucía diferente. Le gustaba, todo.
-¿Tienes hambre?-
Preguntó Inoo, ante lo cual asintió rápidamente.
-Vamos, hace frío y hay que preparar el desayuno-
Ambos entraron. De pronto Daiki sintió que algo faltaba… claro, su maleta ya no estaba. Comenzó a mirar nervioso a su alrededor, Inoo pudo darse cuenta y se adelantó.
-No busques tu maleta, a menos que te quieras ir no creo que la necesites. Puedes echarle un vistazo al closet-
Los ojos de Daiki se abrieron sorprendidos, dejó el vaso sobre la mesa de centro y corrió hacia la habitación, abrió el closet y encontró su ropa perfectamente acomodada, incluso su ropa interior estaba en un solo cajón.
¿En que momento? No lo sabía, pero se sentía bien.
-Lo hice mientras dormías, quería sorprenderte-
Le dijo Inoo, quien lo contemplaba desde el umbral.
-¡Gracias!-
Exclamó Daiki mientras se lanzaba sobre de él, colgándose de su cuello y abrazándolo con fuerza. Inoo lo abrazó de vuelta.
Después de un rato, Daiki se separó de él y sorpresivamente lo besó. Para Inoo fue impactante, no se lo esperaba así que tardo un poco en reaccionar. Pero no fue demasiado, puesto que se las ingenió para cargar a Daiki de forma que las piernas de este rodearan su cintura.
Continuaron besándose un largo rato, como si ese fuese su desayuno.
-Creo que tengo más hambre-
Le dijo Inoo en tono travieso. Daiki se sonrojó y sonrió.
En definitiva, los días serían diferentes a partir de ahora, tal vez no perfectos, pero estaba dispuesto a experimentar de todo un poco. Si Inoo estaba a su lado nada más importaba demasiado.
Tal vez, el conocer a alguien no es simple casualidad, podemos creer una vez más en las travesuras del destino y que pase lo que pase, esa persona está esperando por nosotros en algún lugar, tal vez sufriendo, tal vez no, pero de alguna forma la vida se las ingeniará para que ese momento ocurra y siga su curso sin importar que tal difícil se encuentre el camino, al final siempre encontraremos lo que necesitamos para ser felices.

F I N


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Vaya! Hasta que termino algo LOL
Siento la demora, mi vida ha estado algo agitada pero poco a poco encuentro un balance y me hago tiempo para escribir, aunque aquello signifique dormir menos xD
Espero que este InooDai les haya gustado, siento que el final no fue lo mejor pero aaah! Hubo cierta imagen que se llevo todas mis neuronas OwO
Ya saben, esa imagen InooJima que publiqué en la página de FB
En fin! Espero y lo hayan disfrutado. Ya estoy preparando más cosas ^^
Gracias por esperar a leer algo mío ;3;