domingo, 8 de junio de 2014

[OneShot] Broken Arrow

Título: "Broken Arrow"
Parejas: Inoo Kei - Arioka Daiki (InooDai)
Género: Yaoi
Autora: Ayaa
Notas:
1.- Pues sí, después de un largo descanso que me era sumamente necesario, supongo que ya volví, pude haber tardado mucho más o menos, pero el detonante sucedió anoche gracias a los tweets que compartí con mi adorada Satommy ^^
A ella, a Carol, a Ary les agradezco la fé que han tenido en mi, todo el apoyo que me han brindado durante mi hiatus. Las palabras que me dirigieron jamás las olvidaré y gracias a ellas poco a poco encontré la fuerza para volver a lo que me gusta.
2.- Este InooDai va para Satommy, que justo anoche pedía uno (y también YamaJima xD)
3.- Espero que les guste, ya están habilitados los comentarios de nuevo para quien quiera dejar algo, y a quien no quiera pues también xD
Por último, gracias por esperarme tanto tiempo, espero no decepcionarles con esto, creo que mi escritura se ha atrofiado pero supongo que poco a poco volverá a ser pasable de nuevo ^^
Ahora si, las dejo para que lean esto que salió en una noche ^^



Broken Arrow

Todo lo que me rodea me trae tristes recuerdos. La calle por la que camino todos los días, tener que pasar por aquel lugar una y otra vez, el atardecer, las tardes de lluvia, ese aroma que el viento trae consigo cada mañana, tarde y noche. Absolutamente todo me recuerda a lo desafortunado que he sido en el amor.
Si pudiera decir que solo me han lastimado una vez no me quejaría, no lloraría, no me sentiría tan miserable. Aún así no voy a perder más mi tiempo en recordar cada una de esas veces, poco a poco mi mente ha olvidado esos rostros, las voces, el tacto, todo aquello que erizó mi piel, que hicieron que mi corazón latiera de prisa, que mis piernas temblaran  y que mi estomago se sintiera tan revuelto por culpa de unas posibles mariposas imaginarias.
Todos los días al levantarme sé que tengo que olvidar, recuperarme y seguir mi vida, pero siempre algo vuelve, solo basta con mirar algo insignificante, escuchar cierta melodía en la calle o ver a alguna persona que me parece familiar pero que después compruebo que era mi imaginación.

Por ahí se dice que todos estamos destinados a alguien, en algún rincón de este planeta hay alguien esperando por encontrarse con uno y así sentir ese amor inmenso y enloquecedor. Yo pienso que para mi eso no aplica.
Tal vez yo esté destinado a vivir solo, sin ser amado, sin que nadie me note de verdad, sin que nadie me necesite. Lo he pensado y siempre esa idea resulta aterradora.

No quiero quedarme solo, pero a veces no solo basta con querer algo para que eso se vuelva realidad.
Supongo que ya me di por vencido. Lo cual resulta absurdo sabiendo que solo tengo veinticuatro años de vida. Cualquier adulto podría reírse de mi y decir: “Muchacho, no has vivido ni la mitad de tu existencia, no has visto el mundo real ¡No seas tan pesimista que la vida es muy larga!”
Ante eso yo solo puedo pensar que mi vida no será larga, más bien, no quiero que lo sea. No quiero vivir tantos años en soledad, me da miedo.
¿Ya me di por vencido? ¿Cómo puedo estar seguro de que no encontraré el amor?
No hay forma de que pueda responderme estas cuestiones, simplemente lo sé, lo siento. Aunque una parte de mi no deja de esforzarse día a día para demostrarme que todo eso es absurdo.
Siento que tan solo cruzo el cielo como una flecha rota. Así que no creo ser capaz de alcanzar nada. No así.

De pronto el sonido del semáforo me regresa al mundo real, o más bien a una ciudad llena de gente y automóviles que esperan a que todos los peatones crucemos la gran avenida para que ellos puedan seguir su camino.
Un suspiro escapa desde el fondo de mi pecho, causando el mismo vacío de siempre. Camino a paso apresurado, evitando chocar contra la gente que lleva demasiada prisa. Entro al lugar que estaba buscando después de caminar un poco más y desaparezco de la ajetreada ciudad por un momento. Mi lugar favorito.
   -¡Buenos días!-
Como de costumbre la misma empleada me recibe, sabe bien que soy un cliente frecuente.
   -Buenos días, espero que mi lugar esté disponible esta vez.-
Traté de sonar un poco amable, pero en realidad odiaba cuando alguien ya estaba ocupando mi lugar favorito dentro de la cafetería. Era un establecimiento no muy grande pero aún así era agradable, además de ser el único lugar en donde encontraba el café tal cual me gustaba. Mi lugar preferido estaba al final de la barra, lejos de la puerta y de las ventanas, eso me hacía sentir en un rincón un poco más íntimo, más para mi y mi soledad.
   -Esta vez se lo hemos reservado, no volverá a pasar lo de ayer.-
La chica parecía un poco apenada, y es que el día anterior me había enojado bastante al encontrar mi lugar ocupado por una melosa pareja de novios, tal vez si hubiese sido una sola persona mi enojo no hubiese sido demasiado, pero últimamente presentaba una especial repulsión por las parejas. Más que odiarles, les envidaba.
   -Bien, entonces quiero lo de siempre.-
   -¡Entendido! En unos minutos le entregarán su orden.-
La chica sonriente desapareció detrás de la barra y yo tan solo me dirigí a mi lugar favorito. Era una pequeña mesa de madera, con dos banquillos altos. Dejé mi abrigo en el banquillo de enfrente, saqué un libró de mi bolso y me dispuse a leer mientras esperaba.
Aquella mañana todo pudo ser normal, siguiendo la fina línea de lo cotidiano como siempre, pero esa mañana no estaba dentro de esa fina línea.
   -Vaya! Es raro encontrar que alguien lea “Orgullo y Prejuicio” y que no tenga más de treinta.-
Intrigado por ese comentario tan absurdo, levanté la vista y me topé con un chico castaño, ojos negros y brillantes, quien estaba demasiado cerca del lugar donde me encontraba, mirándome fijamente y con una sonrisa en el rostro.
Pudo haber pasado desapercibido para mi de no ser por esos peculiares hoyuelos en sus mejillas, ese brillo en su mirada y ese aroma a vainilla que me envolvió en cuestión de segundos.
   -¿Cómo puedes estar seguro de que no tengo más de treinta?-
El chico me miró fijamente, como analizándome. Su mirada curiosa me hizo sentir un ligero cosquilleo por la espalda, el cual ignoré de inmediato.
   -Tu piel luce tan tersa y suave, no puedes tener más de treinta, si te quitamos esas profundas ojeras, podrías parecer de unos diecisiete.-
Sin poder evitarlo solté una gran carcajada. En ese momento llegó mi café y coloqué la taza entre mis manos tan solo para calentar mis fríos dedos.
   -Que un chico diga que mi piel luce suave y tersa hace que me den escalofríos.-
   -Lo siento, no quería asustarte.-
Y de nuevo me sonrió, esta vez un poco avergonzado. No pude evitar encontrarlo mucho más adorable ahora.
   -¿Hay algún problema en que yo lea “Orgullo y Prejuicio” y no sea tan viejo?-
   -¡Claro que no! Es solo que… es mi novela favorita y es raro que encuentre a alguien leyéndola. Disculpa por acercarme así a ti pero ese detalle terminó por llamar mi atención hacia ti.-
¿Terminó? ¿Acaso ya había llamado su atención?
   -Es raro que un niño diga que su novela favorita es “Orgullo y Prejuicio”.-
Comenté son una sonrisa sarcástica mientras le daba el primer sorbo a mi café.
   -No soy un niño. Tengo veintitrés años.-
Estuve por decir algo cuando un mesero se acercó a el.
   -Su café lo espera o… ¿Prefiere que se lo traiga aquí?-
   -Por favor, creo que aquí tengo mucho que discutir.-
Y sin más, sin consultarme ni nada, se sentó en el banquillo de enfrente, haciendo a un lado mi abrigo y colgándolo en el perchero que estaba cerca.
   -No recuerdo haber dicho que podías sentarte e invadir mi privacidad, niño.-
Solté aquello con cierto resentimiento, estaba molesto. No había peor ofensa en el mundo, para mi, que invadieran mi privacidad e hicieran cosas sin mi permiso. Pero claro, él no lo sabía.
   -Y yo ya te dije que no soy un niño, tengo veintitrés años. ¿Cuántas veces te lo tengo que decir?-
Su cara haciendo un puchero fue aún más adorable. ¿Qué acaso su nivel de “soy adorable como un bebé” jamás terminaría?
   -Muy bien, adulto con cara de niño. ¿Con que libertad te has sentado en mi mesa?-
   -Esta no es tu mesa, es un establecimiento público. Además, estamos por tener una conversación bastante interesante sobre “Orgullo y Prejuicio”.-
¿Acaso estaba hablando en serio? Definitivamente yo no quería tener una discusión sobre un libro con alguien a quien no conocía. Además, ni siquiera había pasado del capitulo tres del libro, no podíamos discutir de nada en lo absoluto.
   -No puedo hablar de un libro que ni siquiera he terminado de leer.-
   -Eso es cierto, pero al menos podemos discutir el porque no hay que ser un viejo para leer ese libro.-
   -Claro, eso suena aún más interesante…-
Di otro sorbo a mi café y el mesero llevó el de mi nuevo e inesperado acompañante. Al parecer era el tipo de persona que amaba las cosas dulces. Pude adivinar que se trataba de un cappuccino de caramelo con doble crema batida. El solo oler esa bomba de azúcar hizo que se me revolviera el estómago.
   -Tienes veintitrés y tomas algo que un niño de diez años pediría.
   -Y tu parece que prefieres lo que un viejo deprimido pediría en una tarde de otoño. Un americano doble sin azúcar. ¿Me equivoco?-
¿Cómo diablos lo sabía? No pudo haberlo escuchado puesto que los encargados ya sabían lo que pedía cada mañana, entonces… ¿Cómo?
   -Debo asumir que eres muy inteligente o tienes simple suerte de principiante.-
   -O podrías asumir que no eres el único que viene aquí cada mañana. Te he visto antes y siempre sé lo que pides.-
Así que tenía una especie de acosador justo frente a mi. Eso era bastante nuevo para mi pero no dejó de ser divertido.
   -Así que… ¿Hasta hoy tuviste el valor de hablarme?-
   -No fue valor, más bien atrevimiento. Te había visto pero no habías llamado mi atención hasta hoy.-
   -¿Y debo suponer que todo es gracias a Jane Austen? ¡Que gracioso!-
Exclamé con cierta burla y señalando el libro, todo esto me parecía tan divertido. Pero él no se rió, ni siquiera sonrió. Solo me miró fijamente, como intentando decir algo más, pero se estaba conteniendo.
   -Ahora que ya estamos conversando, considero que debemos presentarnos. Mi nombre es Daiki Arioka, mucho gusto.-
   -No hace falta que yo me presente, considero que es innecesario puesto que no creo volver a hablar contigo de nuevo.-
   -¿Por qué no? ¿Acaso para la próxima simplemente me ignorarás?-
   -No te ignoraré, pero tal vez tu lo hagas.-
En verdad me estaba esforzando por eliminar toda esperanza, este encuentro no tenía que significar algo especial. No dejaba de repetírmelo una y otra vez.
   -Tal vez lo haga si no me dices tu nombre ahora-
Me quedé callado, tomé un poco de mi café, suspiré y lo miré fijamente a los ojos.
   -Kei Inoo-
El no dijo nada, esperaba que exclamara algo pero solo me miró tan fijamente como yo lo hacía. No supe cuanto tiempo estuvimos así, pudieron ser segundos que dentro de mi cabeza fueron horas. No encuentro palabras para describir lo que sentí en ese momento. Me quedé sin aliento y mi corazón dejó de latir. Estoy seguro que desde ese momento Daiki Arioka me robó el alma.

Cuando llegué al trabajo me sentía diferente, no caminaba sobre nubes ni tampoco el mundo había cambiado de color. Simplemente no podía dejar de pensar en él.
   -Es raro que llegues tarde ¿Pasó algo?-
La voz de mi mejor amigo y colega me regresó a la realidad, parpadee un par de veces para enfocar bien mi mirada y le respondí lo más tranquilo que pude.
   -No mucho, solo me quedé desayunando más tiempo del de costumbre-
   -Pero si tu solo desayunas café. ¿Acaso me estás ocultando algo?-
Sentí el color subir a mis mejillas y me oculté detrás del monitor de la computadora.
   -Era un café más grande esta vez. Eso es todo.-
   -Kei, te conozco lo suficiente para saber que ha pasado algo.-
Suspiré. Nada se le escapaba a Kota, absolutamente nada.
   -Conocí a alguien, eso es todo.-
   -¿Conociste a alguien? ¿Cómo?-
   -Por culpa de un libro, nada extraordinario. Estuvimos conversando un poco y sin querer se me hizo tarde.-
   -Creí que te estabas volviendo un antisocial-
La sonrisa en el rostro de Kota tras decir aquello me hizo sonrojar aún más. Si bien me había empeñado en los últimos años a no hacer amistades nuevas por miedo a enamorarme eso no significaba que era un antisocial… ¿O si?
   -Como sea, no fue nada especial ni extraordinario, solo una platica casual con alguien que de seguro no volveré a ver.-
   -Si te sigues empeñando en que no fue nada especial ni extraordinario, terminará por volverse exactamente eso.-
Kota se marchó con una sonrisa burlona en el rostro, mientras yo intentaba redactar el mismo texto para un correo electrónico una y otra vez. Y eso fue solo el inicio de la tortura que Daiki Arioka trajo a mi vida.

Por la noche llegué más cansado de lo normal, me había equivocado un montón de veces, hasta Kota tuvo que regañarme. Para redimir mis errores me salté la hora de comida para trabajar bien en el proyecto que llevaba a cabo. Era la primera vez que eso me pasaba y justo ahora moría de hambre.
Me preparé algo rápido en la cocina, llevé mi plató al pequeño comedor y encendí el televisor, no deseaba ver algo en especifico pero necesitaba algo de ruido para distraerme y dejar de pensar en el trabajo y en ese par de hoyuelos tan adorables.
Justo terminaba con mi ensalada cuando las noticias iniciaron y me quedé a verlas antes de levantar mi plato.
Noticias de política, economía, espectáculos, cultura y reportajes especiales. Todo era relativamente normal hasta que la última sección me atrapó.
   -“Estamos en un conocido bar de Shinjuku, el tan famoso lugar llamado “ARROW” ¿Quieren saber que lo hace tan famoso? Pues acompáñennos a conocerlo.”-
Se vieron tomas del lugar, gente bailando y todo parecía normal hasta que hicieron un close up al DJ.
Aquello pudo parecerme insignificante si no hubiese reconocido a la persona que enfocaban…
   -“Este popular DJ, además de ser apuesto, atrapa a los jóvenes que vienen a bailar con sus espectaculares y únicas mezclas musicales, lo cual no deja de atraer a más y más público a este lugar. Su nombre es Daiki Arioka y es tan solo un joven de veintitrés años, que sin embargo tiene talento como todo un profesional”-
De nuevo lo enfocaron, lucía tan diferente en aquel lugar, tan concentrado y sumergido en la música mientras su cuerpo se movía al ritmo de ésta. Me quedé sin aliento. Miré con más atención hasta que proporcionaron la dirección de aquel famoso bar.
Sentí un extraño impulso recorrer mi cuerpo, me aprendí la dirección y me dirigí a mi habitación, definitivamente necesitaba un baño y ropa apropiada. Pero… ¿Qué iba a ponerme? Todo en mi armario era común, no me gustaba usar ropa que llamara la atención, ¿Por qué la deseaba tanto ahora?
Traté de tranquilizarme, me senté sobre la cama y respiré profundo. ¿Qué pretendía con ir a ese bar? ¿Qué me viera? ¿Y luego qué?
Aquello era absurdo, una locura. No podía permitirme soñar, ilusionarme. Fue así como mis ansias y emoción se apagaron tan rápidamente como se encendieron. Me levanté y volví al comedor, levanté mi plato y apagué el televisor.
Decidí bañarme y después ponerme a trabajar un poco, tenía un importante proyecto a mi cargo, no podía estar perdiendo el tiempo en ilusiones absurdas. Estaba claro que el amor no era algo para mi, hace mucho que lo había decidido y no iba a cambiar de idea ahora solo porque un chico lindo me había dirigido la palabra.
Fue así que después de un baño relajante, me sumergí en mis planos, eso era todo lo que necesitaba, solo eso.

Pero a la mañana siguiente no tuve tanta suerte para olvidar. Mientras me acercaba a la cafetería me sentía ansioso y nervioso. Me sorprendió notar que a pesar del frío mis manos sudaban. ¡Que tontería!
Tenía que asegurarme de terminar con eso, seguramente él no estaría ahí, y si lo estaba no iba a acercarse a mi.
Con esa mentalidad entre a la cafetería, me saludaron como de costumbre y yo solo me dirigí al lugar de costumbre, pero… vaya sorpresa… él ya estaba ahí, en mi lugar preferido, justo en el banquillo donde yo dejaba mi abrigo. ¿Por qué?
Estuve tentado a dar media vuelta y marcharme, pero él ya me había visto y me sonreía. Malditas sonrisas, deberían estar prohibidas. Maldije dentro de mi mientras mis pies caminaban hacia él.
   -Buenos días, Inoo-san-
   -Vaya sorpresa… Arioka-kun-
Tomé asiento y en verdad me esforcé por lucir molesto.
   -Dices el “kun” como si aún sintieras que soy un niño. ¿Cómo te demuestro que soy un joven adulto?-
   -No te esfuerces, hagas lo que hagas solo basta con ver tu cara para que sienta que eres solo un niño.-
Pareció molestarse con mi comentario, lo cual era mi objetivo. Pero eso no fue suficiente para que se fuera.
   -Odio que la gente siempre diga eso de mi. Por cierto, no me has dicho tu edad.-
   -Veinticuatro-
Respondí tan rápido que me sorprendí.
   -¡Y yo que pensaba que andabas cerca de los treinta!-
Soltó una carcajada tan estruendosa que la gente alrededor nos miró de reojo. Pero aquello no me importó en lo más mínimo. Lo que me cautivo fue el sonido de aquella estruendosa risa, sus labios separándose en una perfecta sonrisa, sus perfectos dientes, sus ojos cerrados en una delicada curva y de nuevo ese par de hoyuelos en sus mejillas.
   -No entiendo la gracia en eso.-
Le dije para salir de mi embelesamiento.
   -Lo siento, es que en serio te esfuerzas por parecer una persona fría y seria que solo toma café sin azúcar que casi me creo que eres un anciano.-
Pude sentirme ofendido con ese comentario, pero no me sentí así, en lo absoluto.
   -No creo que sea correcto considerar a alguien de treinta años como un anciano.-
   -Tienes razón, supongo que exageré.-
En ese momento llegó el mesero con dos tazas, una para él y una para mi. De nuevo pidió ese asqueroso cappuccino de caramelo. Sin embargo esta vez no me revolvió el estomago.
   -Anoche te vi en la televisión. No sabía que eras famoso.-
   -Salir en un reportaje del noticiero de la noche no me vuelve alguien famoso.-
Él tomó de su café y yo hice lo mismo. Nos quedamos en silenció unos segundos, después él habló.
   -Si anoche viste el reportaje ¿Por qué no fuiste al bar? Pudimos habernos visto de nuevo.-
Y ahí estaba, mirándome fijamente una vez más. No pude evitarlo y me sonrojé.
   -No tengo tanto tiempo libre como aparento. Tenía trabajo que hacer.-
Le respondí tras aclarar mi garganta y borrar todo vestigio de vergüenza en mi rostro.
   -¿En que trabajas?-
   -¿Para que quieres saber?-
   -Bueno, tu ya sabes lo que hago, siento que la balanza no está bien equilibrada, me toca saber al menos esa parte de ti.-
Tomé más café y respondí tranquilamente, después de todo no tenía porque ocultar mi profesión.
   -Soy arquitecto. Trabajo para una constructora.-
   -¿Diseñas casas y todo eso?-
   -Algo así.-
No tenía ganas de entrar en detalles sobre todo lo que hacía, además de que no consideraba que a él le interesase, así que lo dejé ahí.
   -Sabes, siempre me he preguntado como es que se construye una casa.-
No pude evitar reírme ante su pregunta. No me burlaba de él, simplemente me causo un poco de gracia su pregunta llena de ingenuidad.
   -Bueno, son muchos pasos.-
   -Ahora veo que tu y yo tenemos algo en común.-
   -¿Además de leer “Orgullo y Prejuicio” y no ser unos ancianos, según tu punto de vista?-
El sonrió, asintió y recargó ambos codos sobre la mesa para impulsarse y acercarse a mi. Tener su rostro tan cerca del mío hizo que mi corazón latiera despacio pero muy fuerte, al grado que hasta podía escucharlo.
   -Los dos creamos cosas. Tu haces casas y edificios, yo hago música. ¿No sientes que somos compatibles?-
Tardé unos segundos en recuperar la voz, traté de regular mi respiración y le pregunté sin rodeos, intentando sostener su mirada sin que notara mi nerviosismo.
   -¿Compatibles? ¿Para qué? ¿Me vas a salir con que quieres ser mi mejor amigo?-
De nuevo sonrió pero no dejó de mirarme. En ese instante la cafetería desapareció. Fue como si nos hubiéramos sumergido en una obscuridad que nos excluía del mundo exterior. Una obscuridad que nos brindaba más intimidad de la que seguramente necesitábamos.
   -Creí que ya te habrías dado cuenta pero parece que mis indirectas no son claras. Vengo a decirte que me has llamado la atención desde que te vi, que sé que café pides y que me acerque a ti con el pretexto de hablar de un libro que resulta ser mi favorito. Te digo que pienso que somos compatibles y aún así no captas nada.-
Tragué saliva con dificultad y busque la taza de mi café, sin embargo lo que encontré fueron dos cálidas manos que tomaban las mías. Su rostro se aproximo más al mío y susurró levemente, dejando su aliento de olor caramelo sumado a la esencia de vainilla que se desprendía de su cuerpo.
   -Me gustas.-
Y soltó la letal bomba. Sin rodeos ni miramientos. Me miró fijamente mientras que mis manos, y seguramente todo mi cuerpo, comenzó a temblar. No me lo esperaba y aún dentro de mi cerebro trataba de suprimir ese par de palabras.
   -Debes estar bromeando…-
Fue lo único que fui capaz de decirle en ese instante.
   -¿Tengo cara de estar bromeando, Kei?-
Cuando dijo mi nombre un sin fin de diminutas explosiones invadieron mi cabeza, jamás mi nombre había sonado tan dulce y lleno de armonía en los labios de nadie. Cerré los ojos, estaba comenzando a asustarme de todo aquello. Era demasiado irreal. Yo, que he vivido con el corazón roto tanto tiempo, sin ilusiones ni esperanzas, sin ganas de vivir más allá de los treinta, de pronto sentía que quería vivir una eternidad si podía tenerlo a él a mi lado diciendo tan solo mi nombre.
   -En serio, debes estar tratando de jugarme una broma.-
Dije aún con los ojos cerrados y la voz quebrada. Me estaba desmoronando.
 -Entonces te lo voy a demostrar.-
No me dejó reaccionar, ni siquiera pensar. Solo pude sentir como unos húmedos, cálidos y dulces labios con sabor a caramelo se posaban sobre los míos.
Abrí los ojos para tratar de comprender la situación pero con solo ver su rostro tan apacible, sus ojos cerrados mientras me besaba, los cerré de nuevo y me dejé llevar por esa abrumadora oleada de caramelo y vainilla.
Mis labios se separaron instintivamente, mis manos buscaron su rostro y lo tomé como si fuera a romperse de un momento a otro.
Nos besamos sin importar el lugar, sin importar quien nos mirara. No era mi primer beso pero sin dudar podría convertir aquel como el primero en toda mi vida.
Fue un beso suave, lento y con ritmo. Nunca antes me habían besado así, al menos no que yo recordara.
De pronto, todo el dolor, todas las heridas, las lagrimas y la frustración parecieron insignificantes. Tal vez sea absurdo que lo diga pero de pronto todo dejó de estar en blanco y negro para mis ojos, el color inundó mi mundo al ritmo de ese beso.

Nos separamos y lo miré fijamente, parecía un sueño y comencé a temer que desapareciera.
   -¿Me crees ahora?-
Asentí con la cabeza sin dejar de mirarle, entonces formule la pregunta que, si no la soltaba ahora, me atormentaría todo el día.
   -¿Por qué yo?-
Me sonrió, acarició mi rostro con su mano y regresó a su asiento. Dio un sorbo a su cappuccino y me miro fijamente mientras hablaba.
   -Porque desde el primer día que te vi sentí algo, vi la tristeza en tus ojos, escuché tu dolor en tu voz cuando pediste tu café, vi el rastro de lágrimas cuando leías sin parpadear. Al principio quise saber que sería lo que te atormentaría tanto, que persona sería capaz de causarte tanto dolor. Esa curiosidad se convirtió en preocupación, después admiré más allá, no solo tu elegante porte que te hace parecer de la realeza, poco a poco noté detalles fugaces como tu sonrisa, tu enojo y tu paz. Sentí que necesitaba conocerte, hablar contigo y tal vez ser esa persona que borrase todo ese dolor que hay en tu corazón. Tal vez suene pretencioso, pero quiero estar ahí cuando quieras llorar, limpiar tus lágrimas, abrazarte cuando lo necesites. Hacerte sonreír más a menudo. ¿Me dejarías hacerlo?-
Un nudo se formo en mi garganta, no pude evitarlo, cuando sentí una lágrima ya surcaba mi mejilla. Traté de limpiarla pero su mano fue más rápida, aún desde su lugar limpió mi rostro con ternura.
   -Jamás me habían dicho semejantes palabras… y aún así… tengo miedo… yo también he sentido algo especial en el momento en que te acercaste a mi. He vivido desesperado por no crear lazos nuevos con la gente, de protegerme, pero tu te has acercado con tanta facilidad que ni si quera pude rechazarte… invadiste mis pensamientos tantas horas que sentí tanto miedo… quiero aceptarte, muero por tenerte entre mis brazos pero… ¿Quién me asegura que no me harás daño? ¿Y si terminas por hartarte de mi y me dejas solo? No creo poder soportarlo…-

Y ahí estaba, soltando todos mis miedos a un chico a quien apenas conocía, el chico que acababa de besarme y que se me había declarado. Las lagrimas no dejaban de correr por mi rostro, hacia tanto que no lloraba que me sentí como si fuera otra persona, al mismo tiempo que mi pecho dejaba de sentirse vacío y pesado.
   -Eso jamás lo sabrás si no me dejas intentar. No conozco tu historia, no se quien te han hecho daño. Lo que si sé es que quiero estar a tu lado, hacerte feliz. No prometo no dañarte, eso no lo puedo asegurar, tampoco lo puedo prometer. Lo que si te puedo prometer es dar lo mejor de mi para evitarlo.-
Aquella dulce voz penetro por mis oídos y recorrió todo mi ser. Fue como si un rayo de luz apareciera en medio de la obscuridad.
¿Acaso ya no iba a estar roto? ¿Podía dejar de surcar el cielo como una flecha rota y al fin volar directo a mi objetivo, sin fallar?
Lo miré una vez más, me puse de pie tan rápido como pude y sin dejar que el reaccionara, lo tomé de un brazo, lo levanté tan fácilmente como si fuera una pluma. Al hacerlo, de inmediato lo abracé. No fue un fuerte abrazo, puesto que ahora él era algo tan preciado para mi que temí romperlo, sin embargo me esforcé para transmitirle mi agradecimiento por aquellas palabras y mi respuesta.
   -Puedo sentir tu calor al fin.-
Aquello lo dijo con tanta felicidad que yo solo pude cerrar los ojos.
   -Daiki…-
Decir su nombre me hizo sentir aún más especial. El aroma a vainilla me envolvió y no fue desagradable, jamás lo sería.
   -¿Está bien una flecha rota para ti?-
   -Yo puedo repararla-
Su respuesta me hizo tan feliz, como hacía tanto que no me sentía.
   -Entonces te dejaré repararla. Bienvenido a mi vida, Daiki Arioka-
Sentí como sonreía y su cuerpo tembló ligeramente.
   -Será un placer compartir esta vida contigo, Inoo Kei.-


FIN

--------

Esto fue todo, creo que fue cortito, pero creo que así está bien ^^

Y bueno, como ya es costumbre en mi, el titulo del fic es de una canción que me gusta mucho *^*
Satommy~~ Espero de corazón que te haya gustado aunque sea un poquito UwU