miércoles, 24 de septiembre de 2014

[MiniFic] Nocturne - Part II

Part II

Cuando llegó a casa se sentía realmente agotado, sin energías, así que se desplomó en el instante en que la puerta de la entrada se cerró detrás de él.
Un par de sirvientes acudieron en su ayuda y su madre apareció corriendo.
-¡Yuya!-
Antes de poder decirle a su madre que se encontraba bien y que lo único que necesitaba eran unos segundos para ponerse de pie, su madre se precipitó guiada por la desesperación de ver a su hijo tan débil y ordenó.
-Llévenlo a su habitación inmediatamente, necesita descansar. Asegúrense de que las cortinas estén cerradas-
-Mamá, tranquila… no es para tanto, solo me sentí un poco mareado, estoy bien-
Logró decir tras zafarse del agarre de los sirvientes, les agradeció por la ayuda y con un gesto les indicó que podían retirarse. Su madre seguía ahí, mirándolo como si temiera que su hijo fuera a desaparecer de un momento a otro.
-¿Seguro que te encuentras bien? Lo mejor será que esta noche no nos acompañes, solo deberías ir a cazar y volver a casa-
Yuya sonrió, sabia que tenía que tranquilizar a su madre. Además, se sentía bien ahora, solo había perdido sus energías por un breve instante, estaba seguro de que no volvería a suceder.
-No madre, quiero ir con ustedes. Estaré bien. Además mi padre me ha dicho que esa cena es muy importante. Es la reunión más importante del siglo y no pienso perdérmela-
Su madre lo miró con preocupación. Esperaba que al menos creyera en sus palabras, en parte estaba convencido de que tal vez no tuviera oportunidad para presenciar una reunión de esa magnitud entre los hijos del Sol y los hijos de la Luna. La otra parte era que deseaba ir porque Inoo Kei estaría ahí.
-De acuerdo, pero por ahora quiero que estés en tu habitación descansando. Nos iremos al anochecer así que no hagas nada más que descansar. ¿Entendido?-
Yuya asintió. Comprendía bien la preocupación de su madre, después de todo no debía ser fácil tener un hijo tan débil como él, aunque estaba seguro que ya no lo era tanto como cuando era un niño. Se había esforzado en mantener un cuerpo sano y equilibrado, sabía que estaría bien.
Con pasos lentos subió las escaleras rumbo a su habitación. Atravesó los inmensos pasillos de aquella mansión y con cada paso que daba, la sonrisa que se dibujaba en su rostro se hacía más amplia. Sabía que lo vería de nuevo. Estaba dispuesto a descansar las siguientes horas hasta sentirse completamente recuperado. No podía dejar que esa estúpida debilidad suya se interpusiera con su oportunidad de ver a Kei de nuevo.

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Todo en la mansión Inoo estaba listo. Se decidió que la velada se llevaría a cabo en el lujoso y amplio jardín. Los trabajadores colocaron carpas blancas las cuales llevaban impresas un gran escudo de un sol y una luna. Colocaron lámparas elegantes que proporcionaban una tenue luz en diferentes rincones. Las copas estaban en una larga mesa mientras esperaban ser llenadas con champagne. En la cocina todo estaba listo, ya solo quedaba esperar la hora indicada para servir los deliciosos platillos.
-¿Estás nervioso?-
Le preguntó su abuelo mientras ambos observaban desde el balcón principal como los sirvientes terminaban de adornar las mesas con delicados adornos florales de rosas blancas.
-Un poco, siento que estoy por entrar a un mundo nuevo-
Respondió Kei mientras se ajustaba por tercera vez el moño de su esmoquin.
-No es un mundo nuevo, es tu mundo. Y no vas a conocer a ningún extraterrestre, verás que todos son tan normales como tu-
Kei tuvo que reconocer que su abuelo hacía cuanto podía para relajarlo y hacerlo sentir mejor, así que le sonrió aliviado y entró de nuevo.
-¿No tienes más preguntas para antes de la cena?-
La voz de su abuelo sonaba seria, seguramente quería asegurarse de que su nieto no pareciera un tonto que no conoce su lugar.
-Descuida, creo que ya manejo bien la información que me proporcionaste, voy a estar bien y no voy a dejarte en ridículo. Lo prometo-
Dicho esto, salió de la habitación y se puso a caminar por el largo pasillo. Pensó en entrar a la biblioteca, pero a escasos minutos de que los invitados llegaran no le sería posible leer nada. Continuó caminando, bajó las escaleras y sus pasos lo llevaron al piano que se encontraba en el salón principal. Tal vez sería buena idea tocar un poco, eso siempre lo relajaba. Así que sin pensarlo mucho, se dirigió al piano, cuidó de no arrugar su fino traje al sentarse, levantó la tapa que cubría las teclas y tras un suspiro comenzó a tocar.

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-Estoy bien madre, he descansado y no estoy mareado-
Se quejó Yuya mientras terminaba de anudar la corbata que su madre le había elegido.
-Será mejor que vayas a cazar antes de ir a la cena, ya hablé con tu padre así que considéralo una orden. Cuando termines, el chofer te estará esperando para llevarte a la cena. ¿De acuerdo?-
Yuya se giró para mirar a su madre, la cual le sonreía suplicante. No le quedaba opción, tenía que aceptar. Además, necesitaba energías extra si es que iba a salir todos los días a la luz del sol. Al menos ese era su plan.
-Esta bien, iré a cazar y después iré a la cena. Lo prometo-
Su madre lo abrazó con ternura y besó su mejilla.
-Gracias. Ya verás que te será muy útil-
-Solo que tengo una condición-
La madre parpadeó confusa, esperando escuchar la condición de su hijo. Mientras que Yuya sonreía ampliamente como quien acaba de tramar algún plan malévolo.
-¿Cuál es tu condición?-
-Que me prestes el auto deportivo. No quiero chofer. Iré a cazar y llegaré a la cena por mi cuenta-
La madre sonrió aliviada, por la sonrisa que Yuya había esbozado había pensado que tal vez su hijo tendría otra clase de petición.
-De acuerdo, ya sabes conducir así que no hay problema. ¿Algo más?-
Negó con la cabeza. Poco después su madre se retiró. Yuya se giró y volvió a contemplarse en el espejo, al parecer todo estaba en su lugar, tomó el abrigo que estaba sobre la cama, se lo puso y antes de salir un brillo plateado brilló en sus ojos, era hora de ir a cazar. Pero antes, tenía algo que hacer.

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Los invitados llegaban y Kei los saludaba junto a su abuelo mientras era presentado. La mayoría eran familias adineradas y por ahora todos eran hijos del Sol. Lo supo porque si miraba con atención podía distinguir un ligero brillo dorado en sus miradas. No podía esperar a que llegara la oportunidad de conocer a los hijos de la Luna, pero al perecer estaban todos retrasados.
-Ellos siempre llegan cuando la Luna está más alta-
Le susurró su abuelo, al parecer le había leído el pensamiento o su expresión delataba su preocupación por los invitados que faltaban. La segunda idea le pareció más convincente.
Respiró profundo y continuó sonriendo y saludando con cortesía a cada persona que se le ponía enfrente. Hasta que de pronto comenzaron a llegar. No estaba totalmente seguro pero algo en su interior se lo decía. Ya había saludado a suficientes hijos del Sol como para comenzar a notar la diferencia, estas personas que iban llegando tenían una energía diferente, además, cuando al fin uno de ellos lo miró, pudo observar un destello plateado en su mirada. En definitiva eran ellos. Los hijos de la Luna.
-Es un placer tenerlos aquí esta noche-
Saludó su abuelo con la misma cortesía que había empleado con los otros invitados.
-El gusto es de nosotros. Parece que será una velada tranquila. Perdona nuestra demora-
-Descuida, los estábamos esperando, pronto servirán la cena. Él es mi nieto Kei-
Kei les sonrió amable, se reverencio ante ellos y su abuelo continuo con la presentación.
-Ellos son la familia Takaki, los representantes de la Luna-
-Es un gusto conocerlos-
Saludo Kei, por un instante su corazón latió más rápidamente, ellos eran los padres de Yuya Takaki. Pero a él no lo veía por ninguna parte.
-Es un placer conocerte. Nuestro hijo no debe tardar, no se encontraba bien esta tarde por eso está retrasado-
Explicó la elegante dama, quien al parecer era la madre de Yuya.
-Espero que no sea nada grave-
Dijo su abuelo ya que Kei parecía incapaz de decir algo. El saber que él no se encontraba bien lo había dejado con la garganta seca. Estaba preocupado.
Una sonrisa acompañada de otra reverencia y los Takaki se alejaron. Kei tuvo que saludar a más gente, pero ya no era completamente consiente de lo que hacía, su mente se encontraba divagando sobre como podría encontrarse Yuya. Era extraño que le preocupara tanto pero así era y solo podía pensar en verlo y comprobar con sus propios ojos que se encontraba bien. Quería verlo.

Cuando al parecer fue presentado a todas las personas que asistieron, Kei se tomó un respiro y se alejo un poco mientras sostenía una copa de champagne , estuvo por dar el primer trago cuando una voz lo distrajo, ocasionando al mismo tiempo un extraño escalofrío por su columna vertebral.
-Hola-
Y ahí estaba, usando un elegante traje, como todo un niño rico. Le sonreía de una forma que solo le erizaba más la piel. El peculiar brillo en sus ojos lo desconcertó, ya que además de la luz plateada que reflejaba, había algo más, algo que Kei no logró saber pero que le aceleraba el corazón sin razón aparente.
-Hola…-
Le respondió tratando de sonar natural. Aunque estaba seguro de que no lo había logrado.
-¿Te sorprendí?-
-No, solo que creí que… llegarías más tarde. Eso me dijeron tus padres-
Yuya sonrió y metió ambas manos en los bolsillos del pantalón. Para desgracia de Kei, ahora lucía condenadamente sensual, algo que le dolía admitir ya que se trataba de un chico, uno igual que él.
-Bueno, debí llegar más tarde, pero ellos no saben que estoy aquí puesto que debería estar en otro lugar. Solo he venido por ti-
-¿Has venido por mi?-
Kei aún sostenía la fina copa de cristal entre sus manos, trataba de no parecer nervioso pero sus manos comenzaron a temblar un poco.
-Quiero mostrarte algo. ¿Vienes?-
Y sin más, con toda la naturalidad del mundo, como si fuera algo que hacía todo el tiempo, le extendió la mano mientras sonreía. Kei estaba seguro de que su corazón se había detenido en ese momento, tragó saliva con dificultad y por mero impulso se bebió el contenido de su copa de un solo trago.
Yuya no dijo nada, solo lo siguió observando, esperando una respuesta. Kei sintió como el liquido le dejaba cierta sensación de calor por la garganta, tiró la copa y esta cayó sobre el suave pasto recién podado evitando así que se rompiera, sin importarle nada y tras suspirar profundamente, decidió tomar la mano de Yuya. Aquello había requerido más valor del que nunca antes había usado en su vida, pero se sentía bien. Ese contacto cálido lo hizo sentir feliz, como si no hubiera mejor sensación que aquella, como si pudiera volar a su lado y estaba dispuesto a hacerlo.
-Será un viaje divertido-
Le dijo Yuya mientras lo llevaba a uno de los muros que rodeaban el jardín, con agilidad comenzó a trepar, no era muy alto, pero aún así Kei dudó en seguirlo.
-Anda, no está tan alto y yo te atraparé si caes-
Esas palabras hicieron sonrojar a Kei, por alguna razón no quería que Yuya pensara que era un debilucho y que necesitaba protección ante todo, así que con agilidad comenzó a trepar también por aquel muro.
Cuando aterrizó lo hizo con un movimiento grácil y casi sin hacer ruido, dejando a Yuya sorprendido.
-No pareces de la clase de chico muy atlético, me parece que te subestimé-
Kei se arregló el saco y sacudió sus rodillas.
-Mi abuelo se la ha pasado insistiendo en que haga un sin fin de actividades físicas, así que tengo algo de condición. Saltar este muro no ha sido nada-
Presumió con orgullo mientras sonreía y le sorprendió ver que Yuya hacía lo mismo.
-En cambio mis padres se han encargado de que me ejercite lo menos posible, esto de tener un cuerpo débil es un verdadero incordio-
De pronto Kei recordó las palabras de la señora Takaki.
-Me han dicho que no te encontrabas muy bien, ¿Es cierto?-
Yuya suspiró y antes de responder caminó hacia su elegante auto deportivo color blanco. Kei observó sorprendido.
-Sube, no podemos perder mucho tiempo. Hablaremos todo lo que quieras en el camino-

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Pasaron aproximadamente quince minutos desde que se había subido al auto de Yuya. Este le había contado que desde pequeño su cuerpo había sido débil y que por esa razón sus padres lo protegían demasiado. De cómo con el tiempo aprendió a hacerse fuerte y de lo que le costó salir a la luz del sol por primera vez.
-Yo creí que ustedes no salían a la luz del sol, pero resulta que tú eres especial-
Yuya sonrió con amargura ante el comentario de Kei.
-No soy especial, solo soy diferente al resto. Pero ya estoy mejorando, solo debo acostumbrarme-
-¿Y a dónde vamos ahora?-
Preguntó Kei mientras miraba por la ventana. Yuya había conducido hacia la carretera que llevaba a una zona llena de árboles y naturaleza por doquier.
-Ya estamos cerca, será rápido-
Kei quiso hacer más preguntas, pero tenía la impresión de que Yuya deseaba sorprenderlo o algo parecido, así que guardó silencio y continuo mirando por la ventana. De alguna manera disfrutaba sentir esa curiosidad, deseaba que el mayor lo siguiera sorprendiendo.
Poco después Yuya estacionó el auto y ambos descendieron.
-¿Me dirás en donde estamos?-
-Eso no es lo importante, disfruta del espectáculo, te gustará-
Yuya le guiñó el ojo y Kei pudo sentir como sus mejillas enrojecían un poco. Para despejar su mente de tan vergonzoso estimulo se obligó a mirar a su alrededor.
Se encontraban en un campo extenso, tranquilo y solitario. La brisa nocturna acarició su rostro y la imponente luna iluminaba todo a su paso.
Kei observó como Yuya se alejaba lentamente mientras miraba fijamente al cielo y le sorprendió notar como sus ojos se volvían completamente plateados, ya no solo era un simple destello como el que había observado anteriormente en los invitados a la cena, los ojos de Yuya estaban completamente bañados de una cálida luz igual que la luna.
De pronto, Kei creyó saber lo que iba a presenciar a continuación, estaba casi seguro del porqué Yuya lo había llevado a ese lugar.
Pero antes de poder seguir pensando en ello, un destello en el cielo llamó su atención, se trataba de una estrella fugaz la cual caía casi directo hacia ellos. Era la primera vez que Kei presenciaba algo semejante, sabía bien como lucían las estrellas fugaces, pero jamás había visto que éstas cayeran directo hacia las personas.
Estaba a punto de entrar en pánico cuando el cuerpo de Yuya comenzó a emitir una cálida y resplandeciente luz plateada. Éste miraba fijamente al cielo, como si con la mirada atrajera aquella estrella. Y de pronto un gran resplandor ocurrió sin aviso alguno.
No hubo ningún sonido extraño, ni explosión. Tan solo una cálida luz que desaparecía poco a poco, fue entonces que Kei comprendió por completo lo que sucedía, así era como Yuya se alimentaba de estrellas. Estrellas fugaces.
Las atraía con la mirada antes de que cayeran en algún otro lugar del espacio y después su cuerpo las absorbía. Era asombroso, tan mágico e increíble que para Kei era difícil de creer aún.
Lo mismo ocurrió una y otra y otra vez hasta que al parecer no quedaron más estrellas fugaces.
Tras haber consumido la última estrella, los ojos de Yuya volvieron a la normalidad lentamente y con una amplia sonrisa se giró para ver a Kei, quien continuaba observándolo con evidente sorpresa en la mirada.
-¿Sorprendido o asustado?-
Le preguntó Yuya mientras se acercaba a él.
-Creo que un poco de ambos, pero todo bajo control-
Respondió Kei mientras se esforzaba por sonreír para parecer tranquilo y relajado.
-¿Te asusta saber ahora como es que obtengo mi energía? ¿Me tienes miedo ahora?-
Kei pudo ver preocupación en la mirada de Yuya y sin darse cuenta ya le estaba sonriendo despreocupadamente.
-No me asusta y no te tengo miedo. Fue fantástico. Es mejor que ver cualquier película de ciencia ficción, esto es cien porciento real y es hermoso. Esa cálida luz, tus ojos plateados, la energía que sentí… no sé… estoy fascinado…-
Yuya suspiró aliviado y caminó hacia donde se encontraba Kei.
-Puedes venir de nuevo cuando quieras-
Kei sonrió y asintió con la cabeza. Yuya continuó acercándose a él hasta que estuvo tan cerca como lo había estado cuando se conocieron esa tarde en la escuela.
El corazón de ambos latía a un ritmo acelerado. Los ojos de Yuya continuaban brillando pero esta vez de una forma diferente. Kei tragó saliva con dificultad, respiró profundo y preguntó aquello que se le vino a la mente.
-¿Puedo tocarte?-
Preguntó con voz temblorosa y sintiendo su estomago tan revuelto que por un segundo pensó que tal vez podría vomitar. Pero eso no sucedió.
Yuya sonrió y asintió levemente con la cabeza. Ahora que veía a Kei fijamente a los ojos se convencía de que lo necesitaba cerca, a su lado. Ignoraba la razón, era una fuerza extraña que lo empujaba y él simplemente se dejaba llevar.
Lentamente Kei levantó su brazo derecho, estiró un poco sus dedos y con la punta de estos rozó suavemente el rostro de Yuya
-Hace un momento, cuando tus ojos se volvieron color plata, pensé que jamás encontraría en los ojos de nadie una luz tan hermosa y cálida-
Y era verdad, a pesar de que había notado el mismo resplandor plateado en los ojos de otros hijos de la Luna, en ninguno había encontrado esa calidez que emitía Yuya.
Era especial, de eso no le quedaba duda alguna.

Aquello provocó que algo en el pecho de Yuya brincará, una emoción nueva, alegría plena e infinita. Así que para complacer a Kei, dejó que sus ojos cambiaran una vez más.
Kei sonrió al notar que los ojos de Yuya volvían a ser plateados y con ambas manos tomó el rostro del mayor.
-Tú también puedes dejar que el poder del sol que hay en tu interior se manifieste de la misma manera, inténtalo-
Dijo Yuya mientras sonreía gentilmente. Kei cerró los ojos y encontró esa luz en lo profundo de su ser, no necesito el mayor esfuerzo. Era como si todo este tiempo tan solo hubiese necesitado de la suave voz de Yuya para encontrarla. Suspiró y la liberó.
Para Yuya, ese destello radiante color dorado en la mirada de Kei fue alucinante, de inmediato supo que esa era la luz que necesitaba para sobrevivir, más allá del poder de las estrellas, la luz del sol que irradiaba en los ojos de Kei desbordaba energía.
Ambos continuaron mirándose fijamente, como si fuesen Sol y Luna una vez más, comunicándose con la mirada, diciéndose aquello que aún no podían formar con palabras.
Las manos de Kei seguían tomando el rostro de Yuya, y las manos de Yuya se posaron sobre la cintura de Kei.
Sentían que debían acercarse más, lo necesitaban y eso hacían. Ahora estaban tan cerca el uno del otro que sus narices rozaban una con la otra. La suave respiración de Yuya caía sobre el rostro de Kei.
Anhelaban continuar.
Necesitaban hacerlo.
Y eso harían.
Pero una peculiar melodía comenzó a sonar en el bolsillo de Kei y aquello bastó para romper con la atmosfera que se había creado entre ambos.
El brillo de sus ojos se apagó rápidamente y con nerviosismo sacó el aparato de su bolsillo, después respondió mientras se giraba para alejarse de Yuya. No sin antes mirarlo con timidez.
-¿Si?... Ah… es que salí un momento… ¿Qué? Ah… si, enseguida estaré ahí… si… si…-
Yuya suspiró con cierta frustración.
-Debemos volver, ¿Cierto?-
Kei miró a Yuya con cierta vergüenza.
-Si… mi abuelo está un poco furioso…-
-Entonces no lo hagamos enojar más, es hora de irnos-
Sin más que hacer, ambos volvieron al auto y emprendieron el camino de regreso a la mansión Inoo.

En el auto, ambos no saben que decir. A Inoo el corazón le late tan fuerte que no es capaz de escuchar sus propios pensamientos. A Takaki lo invade un extraño nerviosismo e inquietud, quiere decir algo, pero no sabe qué.
De pronto y por mero impulso, Yuya enciende la radio y comienza a sonar Maps de Maroon5.
-Me gusta esa canción-
Comenta Yuya aleatoriamente, en realidad no la ha escuchado lo suficiente para decir que le gusta pero siente la necesidad de decir lo que sea.
-Si, a mi también me agrada-
En cambio, lo que Kei aporta es sincero, le gusta esa canción desde que salió y durante un tiempo no dejaba de escucharla, no es fan de aquella banda pero esa canción si que le gusta.
-¿Qué clase de música sueles escuchar?-
Pregunta Kei aprovechando que al fin han podido romper el hielo. Yuya agradece que el chico este dispuesto a continuar la conversación, así que responde.
-Me gusta más el rock, pero en general trato de escuchar de todo un poco-
Kei sonríe. Yuya lo mira de reojo, sabe que es un turno de preguntar.
-¿Y tú?-
-Crecí escuchando música clásica, debido a mi abuelo, por lo que no tengo mucho conocimiento sobre otros géneros o bandas, pero lo que más suelo escuchar es pop, al menos lo que ponen en la radio-
Kei se siente un poco avergonzado, pero al parecer Yuya no se burlará de él por eso. Es así como ambos encuentran el camino para una larga y amena conversación. Películas, libros, comida, deportes, gustos culposos, en fin, lo más general que se les pudo ocurrir. Algo fuera de lo fantástico de su origen.
-Sabía que te habrían educado de una forma estricta pero jamás imaginé que fuese para tanto-
Comenta Yuya tras enterarse que Kei practica diferentes deportes, habla más de cinco idiomas y que sus notas son excelentes, entre otras cualidades.
-Todo este tiempo creí que mi abuelo lo hacía para que algún día estuviera a la altura de la familia, para que cuando heredara todo fuese la persona indicada, ahora creo que todo esto tenía otro propósito-
Yuya sonríe y le dice.
-Conocer a los humanos mucho más que ellos mismos en cualquier aspecto. ¿Me equivoco?-
Kei sonríe amargamente y responde.
-No, no te equivocas. Pero a mi no me interesa tanto eso…-
“Lo que me interesa más es saber sobre los Hijos de la Luna… sobre ti…” Le hubiese encantado responder aquello, pero no se sentía tan valiente, así que solo se lo guardo para sí. Después de un rato de silencio se dedicó a observar como ya estaban acercándose a la mansión.
-Espero que tu abuelo no te regañe tanto, si lo hace no dudes en decirme, yo podré explicarle que te he secuestrado-
Yuya sonríe ampliamente, Kei se ruboriza un poco, lo sabe ya que los pómulos le arden un poco.
-No creo que tenga tiempo de enfadarse conmigo ahora y para mañana lo habrá olvidado, así que no te preocupes-
Así es como ambos llegan a la mansión, bajan del auto y caminan hacia el jardín, en donde todos brindan con las elegantes copas de cristal llenas de vino tinto y otras con champagne.
Kei visualiza a su abuelo y decide que debe acercarse a él.
-Debo irme, gracias por el paseo y… el espectáculo-
Yuya suelta una carcajada. Él mismo había usado ese término y resultaba divertido escuchar a Kei decirlo.
-Cuando gustes puedes acompañarme de nuevo-
Le guiña el ojo y camina en dirección a sus padres, quienes conversan con otras personas.
Kei observa fascinado un poco y recuerda que debe ir con su abuelo antes de que éste se pueda molestar más.

El resto de la velada transcurre sin más contratiempos, Kei conoció a todos los presentes, se presentó y se comportó como su abuelo esperaba. Al menos así el anciano olvidaría el pequeño detalle de que había desaparecido en plena cena.
Mientras escuchaba como su abuelo conversaba con unas personas, miró de reojo hacia donde se encontraba Yuya, quien iba acompañado de sus padres y conversaban amenamente con otras personas. Era increíble ver cómo tanto hijos del Sol como de la Luna convivían tranquilamente. Tras presenciar aquello le pareció increíble que en algún momento hubiesen sido enemigos. De alguna forma agradecía que ahora ya no lo fueran y que pudieran cenar y convivir amenamente.
Pronto, las personas comenzaron a despedirse, los primeros fueron los hijos del Sol, a quienes se les veía más agotados que a los hijos de la Luna. Aquello resultó obvio para Kei, él mismo ya se sentía cansado, aunque lo suyo tal vez se debía a la cantidad de cosas que había descubierto y conocido en una misma noche.
Mientras despedía a la gente, estrechando manos y sonriendo, el matrimonio Takaki se acercó a él.
-Ha sido un placer conocerte, espero que ya estés acostumbrado a nuestra presencia-
Dijo el señor Takaki mientras sonreía y le estrechaba la mano a Kei.
-Descuide, terminaré de acostumbrarme muy pronto. Ha sido un placer conocerlos-
La señora Takaki le sonrió y dijo.
-Nuestro hijo se ha retirado antes y al parecer no pasó a despedirse. Discúlpalo-
Muy lejos de molestarse, lo que Kei sintió fue decepción y tristeza. Había esperado poder verlo por última vez esa noche. Pero lo que mostró fue una sonrisa.
-Descuide, seguramente mañana lo veré en el instituto así que no hay problema con ello-
Los Takaki se reverenciaron y sonrientes se alejaron. Kei continuo despidiendo gente, estaba cansado de tanto sonreír, pero así debía ser, después de todo debía mostrar cortesía.

Cuando al fin no quedó nadie, respiró profundo y observó como los sirvientes comenzaban a recogerlo todo.
-Todo ha salido de maravilla. Has hecho un buen trabajo, Kei-
Le dice su abuelo con una sonrisa de satisfacción dibujada en el rostro.
-Me alegra que pienses eso-
-Será mejor que entremos ahora, mañana tienes deberes y yo también, así que no hay que retrasarnos más-
Kei le echa un vistazo al jardín y algo llama su atención, esta seguro de que vio algo moverse entre los rosales que rodean la mansión y aquello lo intriga.
-Iré enseguida, quiero disfrutar un poco de aire fresco para relajarme, tú ve a descansar-
-Bien, pero no tardes demasiado. No quiero que tengas problemas para despertar mañana-
Y así, su abuelo se aleja para entrar en la mansión. Kei mira de nuevo a su alrededor y discretamente decide acercarse hacia el rincón en donde creyó ver algo moverse. Tal vez sea un sirviente que limpia, aunque no le parece probable. Piensa que también podría tratarse de algún animal, aunque eso tampoco es probable.
Con cautela pega su espalda en el frío muro de la mansión, si es algún ladrón al menos ya tiene protegida la espalda.
Contiene la respiración mientras sigue avanzando cuando de repente siente que alguien lo toma por el brazo. El corazón se le acelera, siente la adrenalina fluir por todo su cuerpo y siguiendo su instinto se prepara para defenderse y golpear si es necesario.
Eso hasta que escucha esa suave y peculiar voz.
-Kei, soy yo-
Justo a tiempo, si no hubiese hablado seguramente ya le hubiera golpeado la cara y aquello iba a ser una verdadera lastima, más por el hecho de que le encantaba aquel rostro. Obviamente se trataba de Yuya.
-¿Qué demonios haces aquí? ¡Ya todos se han ido!-
Por más que ha intentado sonar molesto, es evidente que esta feliz de verlo.
-Solo me escabullí, no podía irme así nada más-
-¿Cómo que así nada más?-
Pregunta Kei, pero la respuesta le llegó de una forma inesperada. Directo en los labios.
Al principio le sorprendió sentir los labios de Yuya sobre los suyos, tan húmedos, fríos, suaves y… dulces. Simplemente se dejó de llevar casi de inmediato.
Era la primera vez que Kei era besado por un chico, pero se trataba de Takaki Yuya y eso definitivamente ya lo hacía especial. Era consiente de que le había atraído por una extrañaba razón desde el primer momento en que lo vio y ahora simplemente estaba respondiendo a aquello que era inevitable.
La respuesta de Kei no solo fue en besarlo también, sino en enredar sus dedos lentamente en el cabello de Yuya, mientras este lo tomaba de la cintura y lo acercaba más a él.
Sus labios jugaron al mismo ritmo, en cuanto sus lenguas se encontraron aquello no hizo más que añadirle algo electrizante y especial al momento. Kei suspiraba dentro de la boca de Yuya y viceversa.
Aquello pudo continuar durante más tiempo, pero ambos necesitaban un momento para recuperar el aliento. Se alejaron lentamente, no lo deseaban pero lo hicieron de todas formas. Se miraron y sonrieron.
-Si así te despides de todo el mundo creo que tienes un problema-
Bromeó Kei, quien ahora rodeaba el cuello de Yuya con ambos brazos, mientras las manos de éste continuaban posadas sobre sus caderas.
-Eso me han dicho-
Yuya sonrió y le guiñó un ojo. Aquello volvía loco a Kei, más de lo que se esperaba.
-Te veré mañana-
Kei sonrió. Ambos se separaron con pesar y con una sonrisa picara Yuya se alejó, no sin antes darle un pequeño y fugaz beso de nuevo en los labios. Aquello era como un sueño para Kei, haber besado a Yuya resultó ser una sensación única y especial que deseaba repetir durante toda su vida. No había nada que pudiera derribar aquella felicidad.
Nada.
O al menos eso pensó.
Cuando decide entrar a la mansión, alguien se hace a un lado sigilosamente para evitar ser visto, lo cual logra y con preocupación observa como el joven Kei se aleja.
-Esto lo debe saber el amo…-
Y es que aquel fiel mayordomo sabe que aquello no es natural ni tampoco aceptable, deduce que el joven Kei necesita ser reprendido y corregido por su abuelo así que no duda en ir a la biblioteca, en donde sabe que el anciano se encuentra leyendo tranquilamente antes de ir a dormir.

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Después de haber tardado en conciliar el sueño, Kei despierta como cada mañana, se alista para ir al colegio y una vez que todo esta en su lugar, se mira en el espejo por última vez.
Nada en él ha cambiado, aparentemente. Pero sabe que si. Siente que no puede dejar de sonreír. Parece un protagonista de algún manga shojo que seguramente esta rodeado de corazones por doquier.
Con un brusco movimiento de cabeza, aleja esa absurda imagen de su mente, nunca ha estado enamorado pero siente que aquello que experimenta no esta muy alejado del concepto. Antes de salir de su habitación intenta reflexionar. Sabe bien que ambos son hombres, sean del Sol o de la Luna, son hombres. Siente que no es correcto, que algo debe estar mal.
Pero solo basta recordar la sensación que experimentó al estar cerca de Yuya, su mirada, su tacto… aquel beso. Y entonces todo es claro, decide que no debe importarle aquello, lo que siente es sincero y con eso le basta. Además, esta seguro de que el mayor piensa igual.
De nuevo sonriente, sale de su habitación y se dirige al comedor, el desayuno esta servido y él ya esta ansioso de poder partir rumbo al colegio. Extraña a Yuya. Lo cual es absurdamente ridículo y cursi pero así se siente y no puede evitarlo.
Mientras desayuna, solo, el mayordomo se acerca a el y le dice con un tono más frío de lo habitual.
-Antes de que parta al colegio, su abuelo lo espera en la biblioteca. Dice que desea hablar con usted-
Aquello extraña a Kei, esta seguro de que su abuelo debe estar satisfecho y saltando de alegría por la exitosa cena de anoche. Pero el tono del mayordomo le hace pensar lo contrario.
Con esa inquietud termina su desayuno y se dirige a la biblioteca, en donde su abuelo lee cómodamente el periódico mientras toma una taza de café.
-¿Querías hablar conmigo de algo?-
-Así es, entra y cierra la puerta-
El tono de voz de su abuelo le dice que algo no anda bien. Un extraño escalofrío le recorre la espalda y con lentitud hace lo que su abuelo le ha ordenado.
-¿Sucede algo malo?-
Su abuelo cierra el periódico y lo deja sobre su elegante escritorio. Suspira y mira a Kei fijamente.
-Eso lo sabrás tú-
Kei no comprende lo que su abuelo quiere decir.
-Si tienes algo que decir que sea ahora. Basta de rodeos absurdos-
Su abuelo lo mira y suspira con pesadez mientras se pone de pie.
-La cena fue todo un éxito y eso merece que te felicite. Además de que gracias a tu excelente comportamiento con nuestros invitados he de anunciarte que he podido concretar tu compromiso matrimonial-
Los ojos de Kei se abren como platos, es tanta su sorpresa que casi deja de respirar. ¿Cómo que un arreglo matrimonial? ¡Aquello es absurdo! Seguramente su abuelo está intentando bromear, sin embargo eso no le causa gracia alguna.
-La familia Isobe han quedado maravillados contigo y complacidos de que su hija quede comprometida contigo para que dentro de unos años contraigan matrimonio-
A pesar de ser “buenas noticias” su abuelo no parece nada feliz.
-¿Bromeas? Porque no me parece divertido en lo absoluto-
-¿Acaso parece que bromeo? Porque estoy hablando muy en serio-
Kei observa fijamente a su abuelo.
-¿Por qué haces esto? Nunca antes habías mencionado que tenias intención de comprometerme con alguien. ¿Por qué hasta ahora? ¿Qué ha cambiado?-
Su abuelo dio unos cuantos pasos alrededor del lugar en donde Kei se encontraba, después, mientras regresaba hacia su escritorio soltó sin más.
-Tu sabes bien la respuesta. No voy a permitir que mi nieto tenga algo que ver con un hijo de la Luna, y mucho menos con ese mocoso débil de los Takaki-
Aquello fue como un golpe directo en el estomago. Kei no tenía idea de que su abuelo supiera lo ocurrido con Yuya.
-Si pretendías besuquearte con ese tipo, al menos hubieras elegido un lugar más discreto y lejos de aquí. Porque te han visto y no hay nada que me avergüence más. En esta familia hay reglas, en nuestra raza hay reglas ¡Y vas a respetarlas!-
Era la primera vez que su abuelo le gritaba de esa manera. Como si fuese un dictador que no sabe hacer más que imponer su autoridad y palabra.
La sangre de Kei hervía, sus manos temblaban. Deseaba poder hablar, defenderse, decir algo, cualquier cosa. Pero no pudo hacerlo.
-Que extraño es escucharte hablar así de aquella familia cuando tú mismo me has dicho que entre ambas razas ya no hay problemas, que todo está en paz. Entonces ¿Por qué eres tan hipócrita? ¿Qué te hace sentirte superior a ellos?-
Decir aquello requirió un esfuerzo sobrehumano, su voz temblaba. Pero no podía dejar que su abuelo se mostrara omnipotente cuando en definitiva no lo era.
-Te he dicho que hay reglas, Kei. Reglas que vas a respetar. Solo se te permite estar con los de tu especie. ¡Y no vas a hacer que eso cambie solo porque resulta que además de un posible traidor también eres homosexual! ¡No voy a permitir que seas la deshonra de esta familia!-
Y dando un fuerte golpe sobre el escritorio, su abuelo lo miraba fijamente. Estaba más que furioso. Kei jamás lo había visto así, pero aquello no significaba que iba a rendirse y a dejar las cosas así.
-No vas a controlarme a tu antojo, que eso te quede claro-
Logró decir aquello con la poca fuerza que le quedaba. Después abandono la habitación y caminó de prisa hacia el auto que lo esperaba en la entrada. Ordenó que lo llevaran al colegio cuanto antes. Necesitaba ver a Yuya, lo necesitaba urgentemente.

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-¿Te alimentaste anoche?-
Pregunta su madre con ese usual tono de preocupación. Yuya termina de masticar, toma un poco de jugo y responde tranquilamente.
-Lo hice, y mucho-
-Me alegra escucharlo. Por cierto, ¿En donde te metiste anoche? Creímos que llegarías antes que nosotros-
Aquello lo sorprende, no esperaba que su madre le preguntara aquello. Tampoco es como si pudiera decirle que se quedó para ver a Kei por ultima vez. Se siente avergonzado y solo le queda mentir.
-Quería dar una vuelta, casi no uso el auto y quería aprovecharlo, eso es todo-
Su táctica para evadir más preguntas de su curiosa madre fue ponerse de pie rápidamente, diciendo que se le hacía tarde para ir a clases. En parte era cierto.
-Si te sientes muy cansado no dudes en llamarme, ¿De acuerdo?-
-Lo haré madre, lo prometo-
Y fue así como salió rumbo al colegio. Sin poder ocultar esa radiante sonrisa que mostró durante todo el camino. Se sentía tan desbordante de felicidad que si pudiera regalar un poco lo haría, pero aquello era imposible así que solo podía presumir de ello con una radiante sonrisa y un caminar diferente al habitual. Podía ponerse a saltar de no ser porque le resultaba bastante vergonzoso y aún no estaba tan loco.

En cuanto llegó a su salón, sobre su pupitre encontró una hoja de papel doblada por la mitad. Miró intrigado a su alrededor y sus compañeros parecían tan normales como siempre. Dejó su maletín sobre el asiento y tomó la nota, la cual solo decía:
“Arriba. Ahora.”
Y tan solo estaba firmado con dos iniciales: I.K.
Sabía perfectamente de quien se trataba, y supuso de inmediato a que lugar se refería, no podía ser otro más que la azotea del edificio, en donde se conocieron, en donde conversaron por primera vez.
Sin más que esperar, salió de prisa del aula, ignorando que su profesor estaba por entrar y comenzar la clase, incluso ignoró que éste lo llamaba. Sentía que aquello era urgente y aunque no lo fuera, no había mejor excusa para saltarse la primera clase que verlo a él.
Tras haber subido las escaleras, se topó con la puerta que daba hacia la azotea, la abrió de un empujón y ahí estaba. Mirando expectante en la dirección en donde se encontraba, con una mirada desesperada. Tan solo dio un par de pasos cuando Kei se acercó casi corriendo hacia él y lo abrazó tan fuerte que casi lo derriba.
-Vaya, si así me vas a saludar todas las mañanas creo que tendré que cuidarme para que no me derribes de un golpe-
Dijo Yuya con una sonrisa mientras lo abrazaba de vuelta. Pero Kei no respondió. En respuesta obtuvo un sollozo que parecía comprimido. Eso no podía significar nada bueno, así que tomo a Kei por los hombros y logró alejarlo lo suficiente para verlo a la cara.
-¿Pasa algo malo?-
Kei solo atinó a bajar la mirada, casi no podía hablar. Estaba asustado, desesperado y frustrado. Todo al mismo tiempo que no sabía que sentía más.
-Necesitas tranquilizarte. Respira un poco y cuéntame que te ocurre-
Así lo hizo Kei.

Ambos tomaron asiento en el suelo y fue así como Kei le contó todo a Yuya. Intentó no omitir ningún detalle. Hablaba despacio para no desesperarse de nuevo, mientras que Yuya lo escuchaba con atención y a cada segundo su expresión se tornaba más seria.
-Sabía que esto podía pasar-
Fue lo que Yuya dijo cuando Kei terminó de explicarle la situación.
-¿Cómo es que lo sabías?-
-Bueno, no sabía que nos descubrirían o algo, sabia que si en algún futuro esto continuaba, tarde o temprano tu abuelo te conseguiría una prometida, incluso yo tengo una-
Los ojos de Kei se abrieron con asombro, no esperaba escuchar aquello, sin embargo Yuya tenía más que decir.
-Ha sido así siempre, para evitar que nos fijemos en alguien más, nos comprometen desde pequeños, supongo que con ustedes es desde que les dicen la verdad. Y para serte sincero, no estuve en desacuerdo cuando la conocí, porque nunca me imaginé que al conocerte pudiera sentir algo tan extraño y especial que cambiara mi mundo por completo. ¿Sabes a lo que me refiero?-
La suave voz de Yuya lo tranquilizaba, reflexionó sobre las últimas palabras y se dio cuenta de que pensaba lo mismo. Si le hubieran dicho de que estaría comprometido desde antes no se hubiera opuesto, porque tampoco imaginó que algún día podría sentir algo por alguien, mucho menos por un chico. Pero estaba seguro de que Yuya era y sería una gran excepción ante toda regla, siempre. Kei ya había aceptado lo que sentía por él, tan solo bastaba transformarlo en palabras para transmitirlo limpiamente.
-Yo tampoco imagine que esto pudiera suceder. Pero… en verdad me gustas…-
Kei temblaba de nervios, era la primera vez que decía aquellas palabras y no resultaba nada sencillo decirlas. La voz se le quebró un poco y sus ojos se llenaron de agua. Sin mencionar que sus mejillas le ardían tanto que remotamente imagino que podían explotar.
Yuya sonrió tímidamente, no esperaba escuchar aquello. Notó el nerviosismo de Kei y él lo sintió igual. El rara vez se ruborizaba pero estaba seguro de que ahora lo estaba.
Tomó el rostro de Kei entre sus manos e hizo que lo mirara al fin.
-Tú también me gustas, y mucho… debo aclarar-
Kei sonrió al igual que Yuya.
-Esto es tan… cursi…-
Yuya soltó una pequeña carcajada ante el comentario de Kei.
-Si, pero supongo que así son estas cosas del… ya sabes…-
Kei se sonrojó aún más e ingenuamente preguntó.
-¿Amor?-
Yuya intentó ocultar su avergonzado rostro cubriéndolo con el antebrazo para después asentir con la cabeza.
El ambiente que se había formado entre los dos era tan extraño, como si hubiese detrás de ellos un fondo rosa lleno de flores y brillitos mientras el viento soplaba a su alrededor. Todas esas cosas solo estaban en la mente de Kei, pero lo que era real era el latido de su corazón y el peculiar revoltijo en su estomago.
-Bueno, creo que hemos tenido demasiado de este lado cursi por hoy, ¿No crees?-
Yuya miró a Kei mientras este sonreía, lucía tan adorable.
-Si, supongo que es suficiente-
Respondió Yuya mientras intentaba volver a la normalidad.
-Aún tenemos algo que solucionar-
Retomó Kei sin mucho ánimo, después de todo no lo hacía muy feliz tener que afrontar la realidad después de aquel momento tan… ¿Rosa?
Especial era un mejor termino, por ahora.

-Esta prohibido, de alguna manera, que nos relacionemos más allá de una cordial amistad. No entiendo por qué pero definitivamente no estoy de acuerdo. Sé que si lo comentó con mis padres van a reaccionar igual que tu abuelo. Debemos encontrar algo, una razón para que podamos estar juntos sin tener que enfrentarnos a nuestras familias-
Kei reflexionó las palabras de Yuya. Tenía razón. Aquello no podía solucionarse como cualquier novela romántica; huir de todo y vivir felices para siempre. Tenía que haber alguna otra forma. ¿Pero cual?
-Seguramente cuando llegue a casa mi abuelo tendrá algo más preparado. Tal vez quiera cambiarme a otro colegio o de país…-
-Esperemos que no sea tan drástico. Necesitamos pensar en algo que hacer. Debe haber una manera de hacerles comprender que esto no tiene nada de malo-
Yuya tenía razón. El problema más grande no era que ambos fueran chicos, sino que uno era del Sol y el otro de la Luna. Algo que supuestamente no era aceptable. Necesitaban demostrar que aquello no podía ser así.
-Pensaré en algo-
Dijo Yuya mientras abrazaba a Kei, quien en esos momentos sintió cierta protección. Tenía que confiar en que ambos encontrarían una forma de estar juntos.
-¿Y si tenemos que huir lejos y cambiar nuestros nombres, a dónde te gustaría ir?-
Preguntó Kei en tono de broma.
-Bueno, siempre podemos conseguir un mapa y elegir un lugar al azar, ¿No lo crees?-

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Después de haber conversado con Kei, Yuya volvió para la siguiente clase. Pero después de una hora se sentía extraño. Más débil que el día anterior.
Aquello no era normal, se había alimentado correctamente, supuestamente debería tener energía suficiente para continuar sin problemas.
Poco a poco su vista se nublaba más, resultaba un gran esfuerzo prestar atención a la clase. Fue entonces que recordó con pesar los días en los que ni siquiera podía levantarse de la cama.
¿Por qué tuvo que nacer con un cuerpo tan débil? La frustración no ayudaba, pero era lo único que le quedaba.
Con un gran esfuerzo logró resistir hasta el final del primer periodo. Sabía que necesitaba volver a casa, aunque aquello significara darle la razón a su madre. No tenía alternativa, no quería que Kei lo viera tan débil y se preocupara. Ya se inventaría algo después para justificar su ausencia.
Cuando la mayoría de los alumnos ya habían salido del aula para ir a almorzar a la cafetería, el tomó su teléfono móvil e hizo la llamada que fue atendida al primer timbrazo.
-… Estoy bien, tranquila… solo quiero que envíes por mi… no, no necesito que vengas… si… si… yo espero-
Y colgó. Cada vez resultaba más difícil lidiar con su madre, pero de alguna manera la entendía, seguramente no era fácil vivir con la preocupación de que tu único hijo muriera de un momento a otro sin darte cuenta. Estaba consiente de que su vida podría ser corta. Sin embargo ahora tenía una razón más para esforzarse y prolongarla lo más posible.

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Al salir de clases decidió buscar a Yuya, pero al llegar a su clase le informaron que se había retirado antes. Se preocupó. Sabía que el mayor tenía un cuerpo débil y seguramente no se había sentido del todo bien.
Kei quería verlo, pero entendió que no sería muy normal ir a visitarlo, no sabía como podrían reaccionar sus padres. Además de que no tenía idea de donde vivía. Fue entonces que cayó en la cuenta de que debió pedirle su número para así poder contactarlo más fácilmente.
Con un pesado suspiro decidió retirarse, esperando poder verlo al día siguiente sano y salvo.

En cuanto llegó a su casa, todo parecía normal y bajo control. El mayordomo no hizo más que saludarlo, al menos esperaba que fuese llamado ante su abuelo una vez más, pero eso no sucedió. Así que subió a su habitación para cambiarse de ropa. Poco después le informaron que la comida estaba servida, así que bajo de nuevo.
En el comedor solo estaba puesto un lugar, era raro que su abuelo no comiera con él así que le preguntó al mayordomo.
-¿En dónde está mi abuelo?-
-Ha salido poco antes de que usted llegara. Anunció que llegará por la noche para cenar-
-¿Y se puede saber a dónde fue?-
-Lo siento-
Seguramente si lo sabía pero tenía ordenes de no decirlo. Aquello no extrañó a Kei, así que comenzó a comer tranquilamente. Trató de no pensar mucho en lo que su abuelo pudiera estar haciendo fuera. Tal vez solo se tratase de arreglar algunos negocios, nada importante. Eso esperaba y deseaba.

Al caer la tarde decidió ir a la biblioteca. No tenía demasiados deberes así que quería leer un poco. Cuando entró divisó de inmediato aquel libro que su abuelo le había mostrado, el cual seguía abierto en la misma página.
Guiado por su curiosidad, Kei tomó aquel libro y lo llevo consigo hacia el sillón más próximo, lo hojeó un poco, tal vez esperando encontrar algo que fuese útil o simplemente interesante.
Intentó leer lo que ahí decía pero le resultaba complicado. Una parte de su mente parecía comprender pero aún no estaba acostumbrado del todo a esa escritura. Hasta que de pronto llegó a las ultimas paginas, en donde extrañamente encontró una pagina repleta de un texto que definitivamente le era imposible leer. Al pasar la pagina se encontró con algo aún más fascinante, una bella imagen del sol y la luna plasmados como si tuvieran forma humana, irradiando esa peculiar luz y rodeados de estrellas. Pero lo que cautivó a Kei fue que ambos seres se encontraban fundidos en un abrazo tan apasionado, tan romántico. Sin lugar a dudas ahí había algo diferente. Ahí había amor.
Regresó la página y miró de nuevo el texto, hizo un esfuerzo por intentar comprender pero le fue imposible. Entonces se le ocurrió una idea, si él no podía leerlo seguramente alguien más si. Ese alguien, evidentemente, era Yuya.
Con precaución miró a su alrededor, la puerta continuaba cerrada y nadie husmeaba por las ventanas. Al sentirse a salvo, arrancó aquella página y la guardó rápidamente en su bolsillo del pantalón. Dejó el libro de nuevo en su lugar justo en la página donde había estado y salió de la biblioteca.

Ahora una extraña emoción lo invadía por completo, estaba seguro de que aquello podía servir para algo, tenía la ligera sensación de que en esa página podía encontrarse la respuesta a lo que tanto deseaba, poder estar con Yuya libremente.

Continuará...

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Si, han visto bien. Y si no pues les digo que esto ya no dice TwoShot sino MiniFic... 
Ahora pueden protestar, intentar matarme o lo que sea -w-
¡Les juro que intenté terminarlo en este capitulo! Pero... las ideas llegaron y cuando me di cuenta había llegado al limite permitido (por mi) ya que si no lo cortaba ahí iba a ser demasiado texto y tampoco quiero que se agobien leyendo tanto (que de por si esto ya es demasiado u_u)
Como siempre, me quiero disculpar por tardar mucho, justo cuando a penas prometí ya no hacerlo. Pero solo puedo decir que no he tenido días buenos... muchas cosas han cambiado a mi alrededor y me ha sido dificil digerirlo y aceptarlo, estoy en eso -u-
No hace mucho decidí ya ponerme las pilas con esto y no postergarlo más, escribí y escribí en una libreta hasta que pude terminar todo lo importante para este minific, entonces solo quedaba pasarlo a word y es en lo que estoy ahora ^^
Juro que me estoy esforzando para terminar todo, solo tengan paciencia ;3;
Gracias por seguir leyéndome y dándome amor en sus comentarios~ no saben cuanto aprecio eso *u*

Y para terminar, pues... quiero mencionar que el pasado 12 de Septiembre cumplí 5 años de escribir fics... Había pensado hacer una entrada especial y todo pero como ya se pasó la fecha pues ya no vale así que solo lo menciono por aquí xD

Gracias por leerme durante 5 años, aunque algunas personitas acaban de comenzar a hacerlo no hace mucho, igual gracias *O*
¡Muchas gracias!

Ahora si, nos leemos en el próximo capitulo :D