jueves, 26 de febrero de 2015

[OneShot] En tus manos - Especial de San Valentín

Título: En tus manos - Especial de San Valentín
Genero: Yaoi, Lemmon
Autora: Ayaa
Extensión: OneShot, Especial del Fanfic "En tus manos"
Nota: ¡Aqui está! Lo prometido es deuda y técnicamente solo han pasado 11 días desde San Valentín, así que mientras aún sea Febrero esto vale, ¿ok? :3
Lo hice con mucho amor para ustedes que me leen~ Sé que no voy a recibir los más de 30 comentarios de las personas que votaron por este fic, pero bueno, mientras lo lean es más que suficiente.
Disfruten ^^



En tus manos – Especial de San Valentín

Hace una semana se cumplía un año de una nueva vida. Los acontecimientos que habían ocurrido en el pasado parecían un sueño lejano.
Ryosuke aún tenía dificultades viviendo como una persona común y corriente, tenía que aceptar que dependía de Yuto más de lo que era capaz de admitir. Pero le alegraba saber que lo tenía a su lado, estaba seguro de que las sombras de aquel día en que fue secuestrado por el supuesto mejor amigo de Yuto y de que éste revelara que en realidad lo había odiado todo este tiempo, aún atormentaban al menor.
No debe resultar nada fácil aceptar que la persona en la que más has confiado y querido durante toda tu vida resulte ser tu peor enemigo. Aunque claro, estaba el detalle de que éste había escapado junto con el chico llamado Takaki, pero no había peligro alguno puesto que tras la dramática revelación y separación, el tal Yabu había mostrado verdadero arrepentimiento.
Aún así Yuto lucía triste cuando sin querer mencionaba a Yabu en alguna de sus platicas. Normalmente ocurría porque recordaba ciertos detalles no tan amargos de su niñez, en los que evidentemente Yabu estuvo presente.
            “Cuando me creí ese relato del fantasma, fue Yabu quien… me contó que solo era una historia vieja y que en realidad nadie lo había visto…”
Y enseguida su semblante ensombrecía al recordar lo ocurrido.
Ryosuke no podía más que observar y tratar de ayudarlo con algún comentario que desviara el tema, pero sabía que aquello no era suficiente, Yuto necesitaba tiempo para olvidar y perdonar, pero sobre todo aceptar. No iba a ser algo fácil, pero Ryosuke estaba dispuesto a apoyarlo en todo momento.
            -Solo ha transcurrido un año…
Se dijo al mirar el calendario que colgaba de la pared. Aún recordaba el momento en que decidió abandonar la mansión de sus padres e irse a un lugar nuevo, junto a Yuto, por supuesto. Desde que se habían conocido algo en Ryosuke había cambiado.
Y pensar que todo había comenzado como un juego, un capricho, solo para mantenerse ocupado y hacer que aquel chico que había encontrado en la calle terminara haciendo lo que deseaba.
Tenía que admitir que en un principio resultó divertido y satisfactorio, pero después frustrante, ya que cada vez más deseaba ser el centro de atención para ese chico, volverse en lo único que habitara en su mente, tenerlo por completo bajo control. Hasta que terminó por admitir sus sentimientos. Y fue correspondido.

Aún ahora, después de un año, su corazón se sentía rebosante de alegría al sentirse correspondido con la misma magnitud que él demostraba sus sentimientos. Aunque muchas veces trataba de aparentar lo contrario y aún trataba de gastarle algunas bromas de mal gusto a Yuto, el cual parecía estar más que acostumbrado a su especial sentido del humor.
Esa tarde, después de recordar todo aquello, cayó en la cuenta de la hora, Yuto volvería pronto a casa. Miró a su alrededor y había cosas que limpiar, comenzando por el baño.
Debido al trabajo de medio tiempo y a los exámenes, Yuto no había podido ponerse a limpiar muy a profundidad en las ultimas semanas.
Ryosuke resultó ser un completo inútil para las labores domesticas, siempre que intentaba limpiar o lavar algo lo hacía mal o terminaba más agotado de lo esperado. Aún así no quería depender del todo de Yuto, quería sentirse útil, servir de algo, así que tomó el par de guantes, un delantal impermeable y se mentalizó para lavar el baño con éxito.
Tres horas más tarde el diminuto baño estaba limpio pero había agua por todas partes, ya que en determinado momento Ryosuke no supo controlar la cantidad de agua que usaba y terminó por dejar una pequeña inundación en el baño.
No tenía ni idea de cómo iba a secarlo todo, pero tampoco podía dejarlo así. Miró a su alrededor pero no encontró nada que pudiera serle útil.
Cuando estaba a punto de gritar por la desesperación se escuchó el cerrojo, después la puerta y por último la suave y alegre voz de Yuto.
-Estoy en casa- Había gritado como de costumbre.
En un esfuerzo por no entrar en pánico, Ryosuke gritó desde el baño.
-¡Bienvenido!-
-¿En dónde estás?- Preguntó Yuto mientras dejaba sus cosas sobre el sillón.
-Ah… en… ¡En el baño!-
Respondió Ryosuke mientras intentaba pensar una forma de solucionar el pequeño problema.
-¿Estás bien? Suenas nervioso- La voz de Yuto sonó más cerca y entonces Ryosuke no pudo más, así que se rindió ante el pánico y la desesperación.
-¡No estoy bien!- Gritó al mismo tiempo que abría la puerta del baño y salía completamente mojado. Yuto lo observó fijamente, parpadeó incrédulo un par de veces y le fue imposible contener su pregunta.
-¿Intestaste lavar el baño?-
Ryosuke desvió la mirada y frunció el ceño al mismo tiempo que se llevaba las manos a la cintura.
-Lo lavé… pero hay un pequeño problema…
-Eso ya me lo puedo imaginar por tu evidente desesperación- Dijo Yuto con una sonrisa burlona. Ryosuke se hizo a un lado para que Yuto pudiera asomarse y ver el pequeño desastre.
-Bueno, pudo ser peor. Iré por un jalador, mientras puedes quitar el tapón de ahí, así el agua acumulada podrá drenarse y ya solo habrá que secar un poco con un trapo-
Ryosuke miró incrédulo en dirección a la que el dedo de Yuto apuntaba y enrojeció enseguida. No tenía la menor idea de que eso existía.

Poco después, ambos cenaban tranquilamente. Yuto sabía que no era prudente molestar a Ryosuke por aquel error así que se esforzó por hablar de cualquier cosa.
-¿Qué tal tu día libre?-
Ryosuke tomó un poco de agua y miró a Yuto con seriedad.
-No tan productivo como debió serlo…- Se sentía tan tonto e inútil por lo del baño que incluso se avergonzaba de intentar ver a Yuto a los ojos.
Yuto respiró profundo y dijo con una sonrisa.
-No dejes que esto te irrite, yo se bien que no estás acostumbrado a hacer estas cosas así que no importa. Avanza poco a poco, no tienes que volverte un experto en un día.-
-¡Pero ya pasó un año y sigo siendo un…!
Ryosuke se detuvo y bajó la mirada.
-No eres un inútil. Es cuestión de que te acostumbres y hasta ahora no vas tan mal, al menos ya separas la ropa blanca de la de color al momento de lavar y también recuerdas limpiar el filtro de la aspiradora después de usarla. El hecho de que te tome más tiempo del normal no significa que seas un inútil, puedo apostarte que cualquier otro chico rico sería incapaz de hacer lo que ahora sabes hacer-
Al parecer las palabras de consuelo estaban funcionando, ya que Ryosuke sonrió un poco y terminó de comer con tranquilidad.
-Un día de estos también podré cocinar sin quemar nada- Aseguró con una sonrisa triunfante, de pronto se sentía motivado a intentar más cosas.
-Pero si ya eres bueno con algunas cosas- Le dijo Yuto mientras se recargaba por completo en el respaldo de la silla.
-Solo con algunos postres, eso no es nada importante- Alegó Ryosuke mientras fruncía un poco el ceño y se ponía a recoger los platos.
Yuto comenzó a ayudarle y ambos entraron en la cocina. Mientras Ryosuke intentaba ponerse el delantal, pudo sentir las manos de Yuto sobre sus hombros y de pronto la suave voz de éste muy cerca de su oído.
            -Yo los lavaré. Tu puedes secarlos, ¿Está bien?-
Ryosuke sonrió y en lugar de darle el delantal a Yuto, optó por ponérselo él mismo. Para el alto fue divertido ver como Ryosuke lo ayudaba y le dio un beso en la frente cuando terminó.
            -Gracias-
Con una sonrisa, Ryosuke tomó la toalla y cuando Yuto terminó de lavar el primer plato, se esmeró en secarlo perfectamente, sin dejar alguna pelusa o mancha y lo guardó en su lugar.

Cuando terminaron, ambos estaban en la sala. Yuto tenía un libro en las manos y Ryosuke terminaba con unas cuantas tareas. Ambos siempre estudiaban en la sala, juntos, y a pesar de que el otro no tuviera demasiadas cosas por hacer siempre esperaba. Todo comenzó una vez que Yuto tenía más tareas que Ryosuke y éste se sintió mal al tener que irse a la cama antes que él, así que aprovechó para adelantar algunas cosas más para hacerle compañía.
Esa era una razón por la cual ambos llevaban buenas calificaciones. Esta vez ambos andaban ligeros de tareas y trabajos.
            -¿Qué lees?- Preguntó Ryosuke con curiosidad mientras guardaba sus apuntes, Yuto estaba tan enfrascado en su lectura que demoró un poco en responder.
            -“Historia de dos ciudades” de Charles Dickens. Es para mi clase de literatura-
Ryosuke quiso saber más, pero al notal que a penas Yuto había despegado los ojos de su lectura, prefirió no interrumpirlo, así que sin hacer mucho ruido se dirigió a la cocina y con movimientos mecánicos y perfectamente ensayados, logró poner un poco de té.
Minutos más tarde volvió a la sala con un par de tazas, dejó una en la mesita frente a Yuto y después tomo asiento junto a él mientras bebía.
            -Gracias- Le sonrío Yuto, tomó su té y bebió un poco.
            -¿Qué tal ha quedado?- Preguntó Ryosuke con timidez mientras se hundía en el sillón. Al notar aquello, Yuto sonrío, cerró el libro y le revolvió el cabello con una mano.
-Es el té más delicioso que he bebido-
Las mejillas de Ryosuke se tornaron escandalosamente rojas y dijo mientras en su rostro se formaba un tímido mohín.
-Exageras-
Yuto le sonrío y volvió a beber otro poco, después regresó a su lectura. Ryosuke en cambió terminó su té, observó como Yuto continuaba sumergido en su lectura, y de pronto tuvo una idea.
Sin decir absolutamente nada, se deslizó poco a poco hasta quedar recostado sobre el sillón, con la cabeza sobre el regazo de Yuto. Este no dijo nada, tan solo sonrío y continuó leyendo.
Ryosuke se cansó de mirar la portada del libro, sin embargo no tenía intensión de interrumpir la lectura de Yuto, así que cerró los ojos y poco a poco se adentró en un profundo sueño.
Pasaron un par de horas y Yuto al fin cerró el libro, miró a Ryosuke y notó que éste ya estaba profundamente dormido. Intentó despertarlo pero se dio cuenta de que eso iba a ser una misión totalmente imposible, así que con cuidado lo tomó entre sus brazos, se puso de pie y se lo llevó a la habitación.
Lo recostó con cuidado sobre la cama y lo arropó con las cobijas, se alejó después de besarle la frente, se puso la pijama y tras apagar la luz volvió a la cama. Como de costumbre se recostó a su lado y lo rodeó con sus brazos. De forma instintiva Ryosuke se acurrucó en su pecho y continuó dormido.
Para ambos resultaba tan natural dormir juntos, e inesperadamente lo más cómodo del mundo.

Unas cuantas semanas después, Ryosuke se encontró con su amigo Chinen Yuri, quien por milagro no iba acompañado de su novio esta vez.
-Hola- Lo saludó al estar cerca de él, ambos salían de la universidad.
-Yama-chan, hace mucho que no te veía- Respondió el bajito mientras sonreía, era obvio que ya no lo miraba como antes y esto para Ryosuke era un alivio, después de todo sabía que Chinen merecía ser feliz, más aún después de todo lo que le había hecho en el pasado.
-Si bueno, he estado un poco ocupado entre mis clases y un pequeño trabajo a medio tiempo que logré conseguir-
La mirada de asombro en el rostro de Chinen lo hizo ruborizarse un poco. Nadie jamás se habría imaginado que Yamada Ryosuke necesitaría de un trabajo a medio tiempo.
-¿Y para qué quieres un trabajo a medio tiempo? ¿Tus padres están… arruinados o algo?-
-¡No! ¡Para nada! Me dan un poco de dinero, pero yo les dije que no demasiado, que deseaba hacerme cargo de mis propios gastos ahora y por eso tengo un trabajo, Yuto también lo tiene- La sonrisa en el rostro de Chinen reveló que en verdad se sentía feliz por él.
            -¡Esa es una gran noticia! Creo que me he perdido de muchas cosas últimamente. ¿Te gustaría que comiéramos juntos para conversar un poco?-
Ryosuke miró su reloj, tenía el tiempo suficiente así que no dudó en aceptar la invitación de Chinen.
Ambos terminaron por entrar a un pequeño restaurante, sencillo, pero Chinen aseguraba que la comida era realmente deliciosa.
            -Así que ahora viven juntos- Declaró Chinen, era más una afirmación con un ligero tono de pregunta. Ryosuke sonrió y asintió.
            -¿Y tú y Daiki?- De inmediato Chinen se ruborizó y tomó un poco de agua.
            -Bueno, aún no vivimos juntos pero nos vemos bastante seguido. De echo estoy un poco nervioso, dentro de poco será San Valentín y no se… me gustaría regalarle algo pero creo que eso solo lo hacen las chicas…-
Ryosuke analizó cuidadosamente estas ultimas palabras. Ciertamente él también pensaba que San Valentín era una fecha más para chicas, pero se supone que es un día para celebrar al amor, el cual evidentemente no sabe de genero así que no tenía nada de malo intentarlo.         
            -Creo que deberías intentar hacer algo, o invitarlo a algún lugar, lo que te resulte más sencillo. Es un día para celebrar el amor, lo que compres o hagas no importa mucho-
Chinen asintió varias veces con la cabeza mientras analizaba las palabras de Ryosuke, quien lucía bastante tranquilo y relajado al respecto.
            -¿Tu le darás algo a Yuto?- Preguntó Chinen con interés mientras miraba expectante a su amigo. Ryosuke se revolvió incómodo en la silla mientras pensaba un poco, a decir verdad no se lo había planteado para nada.
            -Pues… no…- Se sintió aún peor ante la mirada inquisitiva de su amigo, intentó cambiar el tema pero no fue posible que Chinen alegara algo al respecto.
            -¿Por qué no? ¿A él no le gustan esas cosas?-
Ryosuke lo pensó detenidamente, no creía que a Yuto no le gustaran esas cosas, pero no estaba acostumbrado a celebrar esa fecha.
            -Creo que sería lindo que le prepararas algo especial-
La mirada de Chinen irradiaba encanto y felicidad, al parecer él ya estaba pensando en algo para Daiki. Ryosuke trató de pensar en algo, pero nada se le vino a la mente.
            -¿Qué se hace normalmente en ese día?-
Chinen sonrió como si fuese un experto en el tema y se puso a decirle un montón de cosas, como si se las supiera de memoria, entre ellas lo más típico que era regalar chocolates, cenas románticas, salidas al cine y un paseo romántico en la noria.
            -¿En serio se hacen esas cosas?- Preguntó un poco asustado.
            -Bueno, no se hace todo, puedes elegir hacer algo o inventar algo también-
Ryosuke no era muy ocurrente y mucho menos para esta clase de cosas, pero el pensar que era para Yuto lo incentivó para dar su mejor esfuerzo.
Tras terminar de comer y de conversar un poco sobre sus vidas, ambos se despidieron después de poco más de una hora. Con el tiempo justo, Ryosuke se apresuró a llegar a su trabajo, el cual era un pequeño local en donde rentaban películas en DVD.

No era un trabajo complicado y logró aprender rápido. Mientras observaba como un par de jovencitas no se decidían por cual película rentar, escuchó su emocionada conversación.
            -He encontrado una receta para hacer chocolates, creo que a él le gustarán-
            -Nosotros iremos al parque de diversiones, vi un cartel en donde dicen que en la tarde habrá fuegos artificiales y creo que verlos juntos va a ser muy romántico-
Después ambas chicas rieron emocionadas y al fin eligieron una película. Ryosuke las atendió rápidamente y se quedó pensando al respecto.
No quería ser igual que esas chicas enamoradas y un poco atolondradas, pero tenía el presentimiento de que si hacía algo para Yuto en ese día, éste estaría feliz. Y no había nada mejor en el mundo que ver a Yuto radiante de felicidad.
Se sonrojó mientras pensaba en ello, pero tuvo que salir de su ensoñación para seguir trabajando.

Horas más tarde ya estaba entrando en el departamento cuando un delicioso aroma le recordó que moría de hambre.
            -Estoy en casa- Dijo mientras se quitaba los zapatos. Después escuchó la voz de Yuto que con toda seguridad provenía de la cocina.
            -Bienvenido. ¿Tienes hambre?-
Ryosuke dejó sus cosas en el sillón y se acercó a la cocina. Por un instante se la paso por la mente la idea de que parecían una pareja de recién casados y su rostro enrojeció tanto que hasta le ardía, al mismo tiempo que su pulso se aceleraba.
            -Eh… si. Voy a poner la mesa-
Yuto sonrío agradecido mientras terminaba de servir un poco de sopa miso. A Ryosuke le encantaba la comida que preparaba Yuto, y fue entonces que, mientras se sentaba frente a él en la mesa, se puso a reflexionar un poco más sobre lo que podía hacer para San Valentín.
            -¿Pasa algo? Estas muy callado y pensativo… lo cual es raro-
Ryosuke levantó la mirada y trató de sonreír para aparentar que no ocurría nada. Continuó comiendo y en medio del silencio que se había formado repentinamente, sintió la necesidad de preguntarle algo a Yuto.              
            -¿Qué… qué opinas sobre el día de San Valentín?-
            -¿Me preguntas por el significado del día o por lo que se hace normalmente?- Yuto parpadeó confuso mientras tomaba un poco de agua y observaba como Ryosuke se revolvía un poco sobre la silla. Al parecer estaba intentado hablar de algo en especifico pero por alguna razón le costaba trabajo. Aquello le resulto una imagen tan adorable que trato de no sonreír demasiado, después de todo el mayor podría pensar que se estaba burlando de él, ya estaba acostumbrado a sus repentinos cambios de humor.
            -Por el significado… es decir, no tiene nada de malo celebrarlo ¿no? Es solo un día para celebrar al… al…- Decir la palabra le costaba mucho trabajo. Sentía sus mejillas arder de pura vergüenza.
            -Amor- Completó Yuto con serenidad mientras tomaba con los palillos una croqueta de atún.
            -Si, exacto. ¿Crees que está mal?-
Yuto no pudo evitar esta vez sonreír, masticó y trago para después responder. Trataba de entender lo que había detrás de la pregunta de Ryosuke, pero no quería adelantarse. Además era divertido verlo tan avergonzado.
            -No esta mal. Aunque hay que admitir que es un día muy comercial, la mayoría de la gente piensa en comprar algo para demostrar sus sentimientos cuando esta claro que no es necesario. Además de que no se necesita de un día en específico para demostrar lo que uno siente. Para eso tenemos toda una vida, no solo una fecha conmemorativa inventada por no se quién-
Ryosuke sopesó lo que acababa de escuchar y comenzó a dudar. Lo que Yuto acababa de decir tenía razón, pero a decir verdad aún tenía la esperanza de hacer algo, lo que fuera, para demostrarle a Yuto lo mucho que significaba para él. Aunque este considerara que no era necesario. Para Ryosuke comenzaba a ser algo de verdad importante.
            -¿Piensas regalarme algo?- Preguntó Yuto con una curiosidad oculta, no quería imaginar de más, pero pensó que sería en extremo lindo que Ryosuke planeara algo, aunque conociéndolo, estaba seguro de que se esforzaría por negarlo y ocultarlo.
            -No precisamente… Hoy vi a Chinen, estuvimos platicando un poco y me contó que planea hacer algo con Daiki para esa fecha. Solo por eso me entro curiosidad, no es que yo este pensando en algo que hacer ese día-
Yuto aparentó creerle, pero la verdad era que el rubor en el rostro de Ryosuke lo delataba y al mismo tiempo lo hacía lucir tierno. Pensó que tal vez seria buena idea alentarlo un poco con un simple comentario.
            -Supongo que eso es lindo- Y no dijo nada más. Continuo comiendo y observando de reojo el semblante de Ryosuke, quien parecía pensar un poco más a profundidad al respecto, mientras un brillo especial aparecía en su mirada.

Los días transcurrieron con normalidad. Ninguno de los dos volvió a hablar del día de San Valentín, pero Yuto no pudo evitar notar que Ryosuke estaba más sumergido en sus pensamientos que de costumbre y aquello lo hacía sentir emocionado de alguna manera. Evidentemente hacía un esfuerzo por ocultarlo y tratarlo con normalidad cuando lo encontraba concentrado, pensando mientras hacía cualquier cosa.
Una tarde, Ryosuke salía de la universidad y el ambiente estaba más… rosa que de costumbre por las calles. Notó que muchas tiendas tenían corazones en sus escaparates y muchas cafeterías tenían menús especiales. Esto solo quería decir una cosa; se le estaba agotando el tiempo y aún no tenía idea de nada.
Continuó caminando rumbo a su trabajo cuando su móvil comenzó a sonar. Al mirar quien llamaba se apresuró a responder.
-Madre-
-Hola Ryosuke. Espero que no te hayas olvidado de nosotros, hace mucho que no nos llamas. Ni siquiera sé si te ha estado yendo bien o si necesitas algo-
La voz de su madre sonaba como de costumbre, un poco fría, pero estaba tan acostumbrado que no le parecía extraño en lo absoluto.
-Lo siento, no he tenido mucho tiempo y tengo la mente ocupada en otras cosas, pero todo esta bien. ¿Ustedes como están?- Preguntó aquello solo por cortesía, estaba completamente seguro de que sus padres se encontraban bien. Siempre lo estaban.
-Como podrás imaginar, los negocios de tu padre van bien. Nos iremos a Paris mañana y volveremos dentro de un par de meses- A decir verdad, no le interesaba en lo más mínimo, estaba acostumbrado a que sus padres se la pasaran viajando. Lo que le extraño fue que su madre mencionó que irían juntos, lo cual no era en lo absoluto normal, ya que cada uno atendía sus asuntos por separado y no recordaba que viajaran juntos.
-¿Van a ir los dos? ¿Coinciden en algo?-
-Bueno, a tu padre y a mi se nos ha ocurrido descansar un poco. Nos hemos dado cuenta que siempre estamos por separado y bueno, nos apetece pasar tiempo juntos. No soy muy afecta a celebrar esas cosas de San Valentín pero esta vez haré una pequeña excepción- Por primera vez en su vida, Ryosuke percibió cierta emoción en la voz de su madre.
-¿Van a celebrar San Valentín? ¿Juntos?-
-No tienes porqué sorprenderte así, después de todo estamos casados y somos tus padres- En eso la señora tenía razón, pero no dejaba de sonar extraño para Ryosuke. Continuaron charlando un par de minutos y después colgaron.
La conversación le sirvió a Ryosuke para seguir pensando sobre el tema. Al llegar a su trabajó observó fijamente el pequeño calendario que estaba junto a la caja registradora y miró atentamente el día marcado con el número catorce. Le quedaban solo tres días.
Después de pensar a ratos mientras no había clientes que atender, Ryosuke tuvo una idea. Analizó lo poco que sabía y supo que podía hacer. Definitivamente estaba en contra de comprar algo para regalarle a Yuto, así que lo que restaba era hacer algo con sus propias manos.
Evaluó sus pocas habilidades manuales y llegó a la conclusión de que solo podía hacer una cosa. Fue así que, con la idea no del todo clara en la cabeza, al salir del trabajo dirigió sus pasos hacía el supermercado más cercano, tomó el carrito y comenzó a pasearse por los pasillos hasta encontrar lo que necesitaría.
Tuvo que apoyarse en búsquedas por internet para estar seguro de los ingredientes y demás cosas que necesitaría, después de todo no era un experto.
El objetivo: preparar galletas con chocolate.

Cuando buscó el chocolate le sorprendió ver la gran variedad que había en los estantes, todos con etiquetas llenas de corazones y palabras “adorables”. Pero lo que más lo sorprendió fue ver que el pasillo estaba lleno de chicas, de todas las edades, tanto adolescentes como universitarias, todas con moldes y recetarios en sus canastillas y buscando el tipo de chocolate ideal.
Ryosuke miró el contenido de su carrito y se ruborizó. Había moldes, mantequilla, huevos, harina, leche y demás cosas que, según la receta que encontró en la red, necesitaría.
Tragó saliva y se armó de valor para intentar pasar desapercibido ante ese mar de féminas que buscaban chocolate. Rogó que no notarán su presencia, pero aquello fue imposible. Y es que un chico atractivo, con su carrito lleno de cosas para hacer algo de repostería jamás pasaría desapercibido, y mucho menos para un grupo de jovencitas. Así que ante las miradas incomodas, Ryosuke tuvo que buscar lo más rápido posible el chocolate que necesitaba.
No se fijo en la marca, solo buscó el chocolate, tomó tres paquetes y los metió de prisa al carrito, necesitaba abandonar cuanto antes aquel pasillo y sentirse a salvo. Cuando al fin lo hizo, no pudo evitar escuchar los murmullos y risitas.
Al terminar sus compras, salió del supermercado a paso veloz, tenía poco tiempo antes de que Yuto estuviera en casa. Debía asegurarse de que el menor no viera lo que acababa de comprar o todo estaría arruinado.

Justo terminó de meter las cosas a una gaveta de la alacena que prácticamente no se usaba para nada, cuando escuchó la puerta abrirse y la voz de Yuto.
-Estoy en casa-
-Bienvenido- Respondió mientras guardaba de prisa la leche y los huevos en el refrigerador. Poco después Yuto apareció y le sonrió.
-Se me ha hecho un poco tarde. ¿Te importaría si comemos algo fuera?-
-De acuerdo. Yo iba a sugerirte lo mismo- Sonrío aliviado. Si Yuto no cocinaba, había menos probabilidades de que descubriera lo que había comprado.
-¿Te apetece ir al restaurante familiar que esta cerca?-
-Si, es perfecto. Iré por mi abrigo-
Mientras tanto, Yuto dejó sus cosas y solo tomó su cartera.

Al caminar juntos por las calles y ver que casi no había gente, Yuto tomó la mano de Ryosuke y la entrelazó con la suya al mismo tiempo que la metía en el bolso de su abrigo.
-Es que hace un poco de frío, ¿no te parece?- Le preguntó con esa radiante sonrisa que a Ryosuke le derretía todo el cuerpo, haciéndolo incapaz de articular palabra por lo cual solo asintió mientras intentaba ocultar el rubor de su rostro.
La forma en la que la mano de Yuto se amoldaba a la suya era perfecta, al igual que todo su cuerpo. Pensar aquello solo lo hacía sonrojarse más.
Agradeció que casi estuviera oscuro, así nadie podría notar lo sonrojado que estaba.
Cuando llegaron al restaurante buscaron una mesa para dos personas, tomaron asiento y miraron el menú.
-Hoy me llamó mi madre- Comentó Ryosuke para sacar tema de conversación.
-Oh- Fue la única respuesta de Yuto. Él nunca preguntaba demasiado por sus padres, pero tampoco se mostraba indiferente. Tal vez simplemente no quería hablar mucho al respecto ya que Ryosuke tampoco lo hacía.
-Dice que ira con mi padre de viaje para estar juntos y… celebrar San Valentín-
Yuto despegó la mirada de la carta y observó a Ryosuke, quien parecía ligeramente nervioso. Ver aquello lo hizo sonreír pero de inmediato lo ocultó.
-¿De verdad? Supongo que eso es algo bueno-
-Si, yo también supongo que es bueno… y raro-
Ninguno de los dos dijo nada más. Cuando estuvieron listos para ordenar, llegó la mesera y anotó con sumo cuidado en su pequeña libreta.
-Ah… tu…. ¿Trabajas ese día?- Preguntó Ryosuke mientras hacía un gran esfuerzo por disimular que se trataba de una platica más.
-¿Qué día?- Preguntó Yuto aparentando indiferencia. Sabía bien a que día se refería Ryosuke, pero quería verlo avergonzarse un poco más. Era demasiado adorable.
-El catorce. Es que yo si voy a trabajar- Se apresuró a decir mientras jugueteaba con sus dedos por debajo de la mesa.
-Yo también voy a trabajar ese día. ¿Has notado que han agregado postres de fresa en el menú?- Esa táctica para cambiar el tema fue lo mejor que se le ocurrió a Yuto. Y al parecer Ryosuke estuvo aliviado de que así fuera.
De pronto llegó su comida y ambos platicaron de otras cosas, como la escuela o el trabajo mientras comían tranquilamente.

De pronto ya era trece de Febrero. A un día de San Valentín.
Para ese entonces, Ryosuke ya tenía un pequeño plan. Le mintió a Yuto sobre que ese día trabajaría, tuvo la fortuna de que la chica que le tocaba descansar ese día de pronto terminara con su novio y quería trabajar ese día.
Se sintió un poco mal al sentirse aliviado ante la desgracia de otra persona, pero no pudo evitarlo. Para sentirse un poco mejor, se aseguró de dejar todo en orden antes de salir.
Cuando llegó a casa, Yuto estaba terminando de preparar la cena, como de costumbre.
-¿Tu compraste leche y huevos?- Le preguntó Yuto. Ryosuke tragó saliva y respondió lo primero que se le vino a la cabeza.
-Es que noté que ya casi no había… y últimamente tengo ganas de beber mucha leche en la mañana- Rogó para que Yuto no lo cuestionara más.
-Bueno, si te hubieras fijado bien habrías visto que hay dos cartones de leche en el refrigerador. Más te vale beberte toda esa leche- Aprovechándose de que se encontraba de espaldas, Yuto sonrió ampliamente después de decir aquello.
-¡Claro que la beberé!- Respondió Ryosuke mientras ayudaba, como de costumbre, a poner los platos y cubiertos en la mesa.
Al terminar de cenar, cada quien atendió sus deberes escolares en la sala. Ryosuke solo tenía que terminar un ensayo y Yuto continuaba con su lectura. Una hora más tarde, Ryosuke ya había guardado sus cosas y Yuto ya lo esperaba para ir a dormir.
            -Entonces, mañana… ¿Regresarás tarde?- Preguntó Ryosuke mientras se metía entre las cobijas. Yuto apagó la luz y respondió mientras se recostaba a su lado.
            -A la hora de siempre. ¿Por qué tanto interés? ¿Es que quieres que hagamos algo?- Yuto hizo un gran esfuerzo por sonar sorprendido por la pregunta de Ryosuke y al preguntarle esto último lo miró con una peculiar sonrisa dibujada en el rostro.
            -No, para nada. Simple curiosidad. Me he dado cuenta de que casi no te pregunto esa clase de cosas y bueno, solo quería saber- Dicho esto, se dio media vuelta y trató de conciliar un poco el sueño, aún se sentía bastante nervioso, el corazón le latía tan fuerte que hasta podía sentirlo en la cabeza. Cosa que evidentemente es imposible, pero sus nervios lo estaban alterando a esa magnitud.
Cuando estaba por quedarse dormido, sintió los delgados brazos de Yuto abrazándolo con delicadeza. De inmediato se sonrojó y los latidos de su corazón volvieron a acelerarse, pero esta vez con una sensación diferente.
            -Yuto…- Lo llamó en voz baja, pero el menor no respondió, tan solo se removió un poco y lo acercó un poco más a su cuerpo. Ryosuke sonrió, suspiró y deseó de todo corazón hacerlo feliz como tenía planeado. Se giró lentamente y apoyó su cabeza en el pecho de Yuto hasta que se fue quedando dormido, con total tranquilidad.

            -Nos veremos en la noche- Se despidió Yuto después de darle un beso en la frente.  Ryosuke sonrió.
            -Te esperaré para cenar- Y antes de que Yuto pudiera decir algo, Ryosuke lo tomó de la bufanda que el menor acababa de ponerse, mientras una sonrisa traviesa bastante peculiar se dibujaba en su rostro. Yuto no tuvo tiempo para sorprenderse, cuando menos se dio cuenta ya estaba inclinado con los labios de Ryosuke sobre los suyos.           
            -Tu despedida fue algo aburrida- Le dijo Ryosuke con esa sonrisa dibujada en el rostro. Una sonrisa que le traía unos cuantos recuerdos a la mente.
            -De acuerdo, voy a intentar ser creativo de ahora en adelante- Sonrió Yuto mientras sonreía. Después tomó sus cosas y se marchó primero.
Ryosuke no tenía clase hasta medio día, lo cual le daba tiempo de preparar algunas cosas.
Con dedicación y paciencia, logró tender la cama sin dejar revueltas las sabanas, después tomó su cartera y salió a comprar algo para desayunar. Mientras caminaba por la calle comercial, veía flores, globos, chocolates y tarjetas con corazones por todas partes. Aquello parecía una epidemia bastante cursi.
Trató de ignorar todo aquello pero lo único que logró llamar su atención fueron las flores, hace mucho que no se detenía a olerlas. Desde que había dejado la lujosa mansión de sus padres, ya no había jardín que visitar por las mañanas. Recordaba muy bien que solía hacer eso cuando amanecía soleado y tranquilo, mucho antes de que Yuto llegara a su vida.
Con nostalgia observó las flores y se detuvo en unas elegantes rosas blancas. Le sorprendió reconocer que el color y el olor de aquellas rosas le recordaban a Yuto de muchas formas. Su sonrisa, su voz, sus ojos, su calor, su presencia, sus labios…
            -¿Puedo ayudarte en algo?- Preguntó una señora que al parecer era la dueña de la florería. Ryosuke se sonrojó de inmediato al darse cuenta de todo lo que estaba pasando por su mente al ver las flores.
            -Ah… yo…-
            -¿Son muy bonitas, verdad?- Ryosuke asintió mientras apartaba la vista de aquellas rosas.
            -¿Cuánto…-
            -Tenemos una oferta especial por el día de San Valentín- Sonrió la señora de inmediato. Ryosuke no lo pensó más, era una idea perfecta.
Después de elegir el color del papel y del moño, eligió una pequeña tarjeta blanca, sin ningún corazón que revelara lo cursi del día.
Tomó una pluma y escribió. Después de pagar, le pidió un favor a la dueña de la florería.
            -¿Podría pasar por él más tarde?-
            -Por supuesto, las mantendré frescas para ti- Le sonrió la señora. Era muy probable que pensara que era un regalo para alguna “novia” cuando en realidad se trabaja de un “novio”. Evidentemente no tenía intención de aclarar esa situación, no tenía caso ni sentido así que solo se marchó, prometiendo volver más tarde.

Después de haber desayunado en su departamento se marchó a sus clases. Tenía tiempo suficiente para preparar lo demás. No podía evitar el sentirse emocionado. Por alguna razón todos los globos y peluches que rondaban por la universidad no le molestaron en lo absoluto. Al contrario, lo hacían sentirse más emocionado por lo que se avecinaba.
            -Estas muy sonriente el día de hoy. Parece que tu actitud de niño presumido se ha puesto en reposo. Seguramente hay algo especial por ahí- Bromeó uno de sus compañeros de clase, al cual ignoró y simplemente sonrió para no revelar nada. Después de todo no había necesidad de que la gente supiera al respecto de su vida privada. Aunque el hecho de pasear, de vez en cuando, de la mano con Yuto por la calle no garantizaba que esa privacidad se mantuviera. Pero eso lo daba igual.
Sus clases terminaron y volvió al departamento a las cuatro en punto. Corrió a la cocina, se puso el delantal que normalmente usaba Yuto para cocinar, se arremangó el suéter y puso manos a la obra.
Puso los ingredientes en la mesa, leyó con cuidado la receta tres veces y mientras realizaba el procedimiento se detenía para revisar de nuevo.
Encendió con cuidado el horno, rezando para no incendiar nada, batió todo con cuidado y cuando llegó la hora de poner todo a hornear colocó la alarma en su teléfono para medir el tiempo exacto.
Tomó asiento en el comedor y esperó, esperó y siguió esperando. Mientras, rogaba porque nada se quemara. Su preocupación comenzó a disiparse cuando el dulce aroma se expandió por todo el departamento. Comenzaba a sentirse emocionado y a la vez preocupado de que ese exquisito aroma se convirtiera en aroma a quemado. Cerró los ojos con fuerza, deseando que la alarma sonara pronto.
Sintió el impulso de correr al horno y sacar todo ya, pero justo cuando se estaba contendiendo la alarma sonó.
Con extremo alivio corrió a la cocina, apagó el horno y sacó las bandejas con cuidado, las dejó encima de la mesa y espero a que enfriaran. Al ver los resultados no podía sentirse más orgulloso. ¡Lo había logrado sin quemar nada!
Fue entonces que pudo respirar tranquilo y notó que estaba bañado en sudor, todo producto de los nervios. Ahora que todo estaba bajo control comenzó a sentirse incómodamente pegajoso. Miró el reloj, pronto serían las seis de la tarde, no tenía idea de que el tiempo pasara tan rápido, faltaba hora y media para que Yuto llegara a casa y aún no tenía todo listo.
Mientras esperaba a que las galletas se enfriaran, puso a derretir el chocolate tal cual decía en la receta, con un poco de leche para quitarle un poco de ese sabor amargo.
Cuando terminó, decoró las galletas con bastante esmero. Algunas las sumergió por completo en chocolate, otras las decoró usando una pequeña manga pastelera que había conseguido en el supermercado. Cuando comenzó a decorar usando la manga pastelera dudó que debía poner. Pensó en varías cosas, las galletas tenían una sencilla forma redonda, así que en una se esmeró por dibujar un corazón. Al hacerlo se sintió tan avergonzado que fue incapaz de dibujar otro, así que lo siguiente fue un intento de estrella, después una carita feliz y después el nombre de Yuto. Y así continuó ingeniándoselas para encontrar algo con que decorar cada galleta. Al terminar, acomodo las galletas en un plato extendido sobre la mesa y volvió a mirar el reloj. Ya faltaban quince minutos para las siente.
Con un sobresalto recordó las flores, así que tomó su abrigo y salió corriendo rumbo a la florería.
            -Sabía que no tardarías en volver- Le dijo la dueña mientras le entregaba las flores que había elegido, junto con la tarjeta.
            -Lo siento, no tenía planeado volver tan tarde-
            -Descuida, se han mantenido frescas, espero que a tu novia le gusten mucho-
Ryosuke sonrió un poco incomodo, quería corregir la palabra “novia” pero no se atrevió, así que solo tomó las flores y caminó de prisa de regreso al departamento.
Dejó las flores sobre la mesa y miró el reloj, faltaban quince minutos para que Yuto volviera. Todo el departamento olía a dulce mezclado con el aroma de las rosas blancas, una extraña pero para nada desagradable combinación.
Al quitarse el abrigo se sintió sudado de nuevo, así que decidió tomar un baño, tenía que darse prisa.

El reloj marcó las siete en punto.
Estaba nervioso, ansioso y el corazón le latía tan rápido que imaginó que se le saldría del pecho en cualquier momento.
Tragó saliva con dificultad mientras observaba que ya habían pasado dos minutos. El tiempo estaba pasando exageradamente lento y Yuto no llegaba. Pero no debía precipitarse, estaba seguro de que no tardaría en llegar.
Con nerviosismo se miró al espejo, revisó que su cabello no luciera desordenado, que su ropa en verdad estuviera bien puesta y de que su rostro no lucía nervioso.
Esto último era lo que no pudo cambiar por mas que practicaba.
Y de pronto lo escuchó.
Una llave entró en la cerradura.
Lentamente giró y el peculiar “clic” se escuchó.
Después el sonido de la puerta abriéndose para después cerrarse y por último.
            -Estoy en casa-
El corazón de Ryosuke se detuvo, el estomagó se le revolvió. Respiró profundo, tomó con fuerza el ramo de rosas blancas y con las piernas temblándole como gelatina, salió de la habitación.
            -Bienvenido a casa…-
Dijo con timidez mientras cargaba el ramo de rosas blancas y lucía un rostro totalmente sonrojado.
La sorpresa no cabía en el rostro de Yuto, quien de pronto sintió que dejaba de respirar al ver a Ryosuke de pie, a unos cuantos pasos, sosteniendo un gran ramo de rosas blancas envueltas en papel rosa y un gran moño blanco.
            -¿Qué…- Intentó decir pero estaba experimentando un torrente de emociones. Felicidad, sorpresa, emoción, ganas de llorar y… amor. Un infinito e inimaginable amor hacia Ryosuke que amenazaba con hacerlo explotar de alguna manera.
La forma en la que explotó fue con lagrimas.
            -Tu…- Logró decirle mientras dejaba caer sus cosas al suelo y se acercaba un paso hacia Ryosuke.
            -Fe-feliz… Sa-san Valentín…- Dijo Ryosuke mientras los latidos de su corazón no hacían más que aumentar. Le tendió el ramo de rosas a Yuto y en el momento en que este las tomó, también tomó sus manos con gentileza y de un solo movimiento, tan drástico, lo pegó a su cuerpo, dejando las flores entre ellos mientras sus largos brazos lo rodeaban con cariño.
            -No tienes idea de lo feliz que me siento, creo que voy a explotar- Logró decir Yuto mientras una radiante sonrisa se dibujaba en su rostro y unas cuantas lagrimas se derramaban de sus ojos.
Ryosuke, que aún abrazaba el ramo de flores, cerró los ojos y sonrió.
            -Esa era la intensión. Me refiero a hacerte feliz, no a que explotes- Dijo con una risita nerviosa, pero a la vez satisfactoria. Misión cumplida.

Yuto tomó las rosas y las acercó a su rostro, oliéndolas y sintiendo una inmensa felicidad dentro de su pecho.
            -Me podía esperar cualquier cosa, menos una rosas. Pero ¿Por qué rosas blancas?- Preguntó con genuina curiosidad. Ryosuke desvió un poco la mirada, su rostro se tornó ligeramente rojo y respondió.
            -Porque al verlas pensé en ti. El blanco de esas rosas es igual a la luz que emana de ti cada vez que me sonríes. Su suave aroma me recuerda al tuyo cada vez que me abrazas y la suavidad de los pétalos… es como tus labios…-
Se estaba muriendo de vergüenza, pero sus palabras eran sinceras, a tal grado que su cuerpo comenzó a temblar un poco al abrir sus sentimientos de esa manera.
Yuto se quedó sin habla, acercó el ramo de rosas blancas a su rostro y sonrió. Después notó una pequeña tarjeta y la tomó sorprendido. Ryosuke tan solo lo observaba fijamente mientras su rostro ya no podía ponerse más rojo.
Yuto se acomodó las flores en un brazo y con la mano libre que le quedó tomó la tarjeta y leyó:

            Para quien llegó a mi vida inesperadamente.
            Quien me enseñó a amar.
            Y a quien no dejaré de amar incluso si muero.
            Estás en mis manos.
            Para siempre.

Yuto sonrió, dejó con cuidado las flores sobre el sillón y jaló a Ryosuke con cuidado solo para abrazarlo con fuerza.
            -Para siempre-
Le susurró al oído mientras sentía como Ryosuke lo abrazaba de vuelta. Después se miraron fijamente, reconociendo ese peculiar brillo en la mirada del otro y se besaron.
El contacto de los labios fríos de Yuto sobre los suyos fue electrizante, lo que más le gustaba y de lo que jamás se cansaría.
Ryosuke no tardó en rodear el cuello de Yuto con ambos brazos para así acercarlo más a su cuerpo. Mientras se besaban, sus lenguas se entrelazaban a un ritmo lento, explorando esa zona que tan bien conocían y que siempre los llenaba de placer.
Continuaron besándose, cada vez a un ritmo diferente. A un lado quedó la ternura y delicadeza para abrir paso a un deseo creciente que elevaba poco a poco la temperatura de sus cuerpos.
Al abandonar los labios de Ryosuke, Yuto siguió un camino de pequeños besos hacia el cuello del mayor. Lamió un poco por detrás de la oreja y escuchó el suave gemido de Ryosuke.
Sus manos se infiltraron lentamente por debajo de la camisa del mayor y al sentir la calidez de aquella piel en contacto con sus fríos dedos una oleada electrizante lo hizo querer sentir más.
Ryosuke gemía mientras Yuto besaba su cuello, con delicadeza, como si estuviera devorando el platillo más delicado en el mundo. Lamía un poco y volvía a besarlo. Sentir las manos del menor recorrer su torso fue maravilloso, era increíble como su piel reaccionaba ante cada pequeño contacto con Yuto.
Pero él también quería sentirlo.
Así que lo despojó de aquella estorbosa bufanda, la tiró al piso e hizo lo mismo con el abrigo. Acarició por encima de la ropa el pecho de Yuto y ambos volvieron a unir sus labios.
            -¿Vamos a la habitación?- Logró preguntar Yuto sin dejar de besar a Ryosuke.
            -No creo poder esperar a llegar a la habitación- Le respondió con ese tono travieso tan peculiar. Yuto sonrió.
            -Está a unos cuantos pasos- Le dijo mientras acariciaba su espalda por debajo de la camisa.
            -Unos cuantos pasos es demasiado. La alfombra está más cerca-
A estas alturas, ya nada sorprendía a Yuto. Eso quería decir que a Ryosuke no le importaba si lo hacían ahí mismo, entre la sala y el recibidor.
            -De acuerdo- Dijo Yuto y separándose un poco, le quitó a Ryosuke la camisa. Admiró su desnudo torso y sin darse cuenta se relamió los labios.
            -Eso no se hace, Nakajima- Lo riñó Ryosuke mientras sonreía malévolamente. Yuto se encogió de hombros, dando a entender que no le asustaban esas palabras. Y cuando menos lo notó, Ryosuke ya estaba desabrochándole el pantalón.
Lo besó una vez más, esta vez mordió el labio inferior de Yuto y cuando al fin desabrochó su pantalón, lo bajó con todo y la ropa interior al mismo tiempo que se arrodillaba frente a él.
Fue una grata sorpresa encontrarse con el ya despierto miembro de Yuto, ante lo cual sonrió y uso su voz más sensual.
            -Vaya, vaya, Nakajima. Nadie se imaginaría esto de ti- Ryosuke observó como Yuto se sorprendía y su rostro se sonrojaba. Él sonrió y de pronto tomó entre sus manos aquel palpitante miembro. Escuchó los gemidos de Yuto y prosiguió, esta vez usando la boca.
La sensación que invadía el cuerpo de Yuto era indescriptible, sentía que podía morir ahogado en tanto placer. Pero eso no sucedió, tan solo se corrió mientras gemía con fuerza.
            -Hoy estas más delicioso que de costumbre. Debe ser por que es San Valentín- Dijo Ryosuke mientras se relamía los labios al mismo tiempo que se erguía para tomar a Yuto por la camisa y despojarlo de esta, dejándolo al fin completamente desnudo.
Ante tal acto, Yuto no dudo en decir en forma de reproche mal disimulado.
            -¿Ahora quien se porta mal, Yamada?- Yuto pudo percibir un brillo especial en la mirada de Ryosuke, quien sin pensarlo dos veces se despojo de su pantalón y ropa interior de un solo movimiento.
            -Supongo que ya no puedes quejarte- Sonrío Ryosuke mientras extendía sus brazos, como diciendo “Observa todo esto, puede ser tuyo.”
Yuto sonrió y dio un paso adelante, mientras sus ojos admiraban la belleza del cuerpo desnudo de Ryosuke.
            -Puedo quejarme de que estés a un paso lejos de mi. ¿Qué demonios esperas?-
Ante la voz amenazante de Yuto, no pudo evitar soltar una pequeña carcajada. Pero de inmediato decidió mostrar una mirada inocente al mismo tiempo que daba un paso al frente. De inmediato los brazos de Yuto lo rodearon y volvió a capturar sus labios.
            -Voy a recostarte, sobre la alfombra, como tu sugeriste en un principio-
Ryosuke no tuvo oportunidad de decir nada ya que Yuto lo tomó en sus brazos rápidamente y poco a poco se inclinó hasta estar de rodillas sobre la alfombra. Y tal como lo había dicho, recostó a Ryosuke con delicadeza sobre la misma.
            -Ahora, ¿Qué quieres que te haga?- Le susurró Yuto al oído y después lo besó en la mejilla. Ryosuke contuvo un suspiro y respondió en voz baja.
            -El amor- Respondió con las mejillas ardientes y rojas. Yuto lo miró sorprendido, tal vez esperaba algún comentario indecente y no algo tan tierno como aquello. Fue entonces que dejó aquella actitud seductora, le sonrió con ternura y lo besó suavemente en los labios.
            -Así será-
Y sin más que esperar, Yuto comenzó a repartir besos y caricias por todo el cuerpo de Ryosuke, comenzando en el cuello, deslizándose suavemente por su clavícula hasta llegar a su torso, en donde no dudó en juguetear y morder un poco aquellos rosados pezones, obteniendo como respuesta unos pequeños gemidos por parte del mayor.
Con delicadeza se deslizó por el abdomen, repartiendo besos en su trayecto, hasta que llegó a la entrepierna. Besó con ternura uno de sus muslos y comenzó a masajear el erecto miembro de Ryosuke, provocando que este arqueara la espalda en forma de respuesta ante tal estimulación. Unas caricias más y Ryosuke sintió esa explosión de placer por todo su cuerpo, dejando salir ese blanco liquido sobre la mano de Yuto, el cual no esperó más y aprovechando la humedad entre sus dedos comenzó a penetrar la entrada del mayor con un dedo.
Moviéndose en círculos , entrando y saliendo mientras Ryosuke se retorcía de placer ante semejante intromisión. Al notar la respuesta del mayor, Yuto introdujo un segundo dedo y enseguida un tercero. Repitiendo los movimientos circulares, entrando y saliendo, hasta que las caderas del mayor comenzaron a responder favorablemente, moviéndose al ritmo en que Yuto movía los dedos.
            -Yuto…- Gimió Ryosuke al mismo tiempo que abría más sus piernas. Eso era lo que Yuto estaba esperando para continuar.
Retiró sus dedos con cuidado, se colocó encima de Ryosuke y lo besó primero en la frente, después en la punta de la nariz y por ultimo en los labios.
Se acomodó entre las piernas de Ryosuke, y pronto su miembro estuvo cerca de la entrada del mayor, el cual no espero más y rodeo la cintura de Yuto con ambas piernas al mismo tiempo que sus manos se aferraban a la espalda del menor, acercándolo más y más a su cuerpo.
Justo antes de entrar, Yuto acarició el rostro de Ryosuke y le dijo con voz suave.
            -Ryosuke, abre los ojos. Quiero verte-
Con sorpresa y un gran esfuerzo, Ryosuke abrió los ojos y se topó con la mirada anhelante de Yuto. Ambos se sonrieron y sin esperar más, Yuto entro en Ryosuke.
Primero lentamente y esperó a que el mayor se adaptara a la intromisión, después comenzó a mover las caderas lentamente, hasta que ambos cuerpos necesitaron más.
Las uñas de Ryosuke se clavaban en la espalda de Yuto. Ambos se miraban con los ojos entrecerrados y ligeramente llorosos debido al placer que los embriagaba en ese momento. Yuto aumentó el ritmo de sus embestidas y los gemidos de Ryosuke resonaban con la misma magnitud.
Y de pronto el clímax llegó.
Ambos cuerpos bañados en sudor. Más movimientos y al fin, esa sensación electrizante les recorrió cada rincón de su cuerpo y ambos gimieron.

Yuto logró mirar el reloj de pared mientras disfrutaba de tener a Ryosuke entre los brazos, un poco dormido.
            -Son las diez. ¿No tienes hambre?-
Ryosuke abrió los ojos y se levantó un poco solo para quedar sentado sobre la alfombra. Estiró un poco los brazos y buscó su ropa interior.
            -¿Vas a vestirte ya?- Preguntó Yuto mientras observaba a Ryosuke ponerse la ropa interior y la camisa.
            -Solo así, es que hace un poco de frío. Tu quédate ahí-
Sin comprender muy bien la situación, se quedó en donde estaba, solo se movió para alcanzar su ropa interior y ponérsela.
Ryosuke no tardó en volver y en tomar asiento de nuevo junto a él. Pero no regresó con las manos vacías. Llevaba consigo un enorme plato lleno de galletas.
            -¿Y esto?- Preguntó Yuto con una amplia sonrisa en el rostro, imaginando claramente de que se trataba.
            -Ah… no se que se diga al dar estos regalos de San Valentín así que, solo toma. Las hice yo… solo para ti- El rostro de Ryosuke volvió a enrojecer mientras le tendía el plato de galletas a Yuto.
Este lo tomó y lo puso sobre su regazo, admirando la forma redonda de las galletas y como estaban cuidadosamente decoradas. No pudo evitar tomar una que tenía su nombre escrito con chocolate.
            -Ya veo que en verdad son para mi- Sonrió Yuto mientras se llevaba la galleta a la boca, masticando lentamente, saboreando el inesperado buen sabor de las galletas.
Ryosuke lo observaba expectante, deseando saber que le parecía, si le habían gustado o si eran un fracaso más.
Yuto terminó su galleta, tragó despacio y miró a Ryosuke con seriedad.
            -¿Sabes qué?-
Ryosuke tragó saliva y bajó un poco la mirada, esperando por alguna reacción negativa.
            -Son las galletas más deliciosas del mundo- Le susurró Yuto suavemente al oído, después lo besó en la mejilla y tomó otra galleta.
            -¿Seguro de que las que están todas cubiertas de chocolate en realidad no están quemadas?- Bromeó para sacar a Ryosuke de su evidente sorpresa.
            -¡Claro que no!- Le dijo enérgicamente mientras le daba un golpe en la espalda. Yuto tosió un poco mientras intentaba tragar sin reírse.
            -No me vendría mal un poco de leche-
Ryosuke sonrió y fue a la cocina, tomo dos vasos, los llenó de leche y volvió junto a Yuto, quien ya se estaba metiendo a la boca dos galletas.
            -Come más despacio o en verdad vas a ahogarte- Lo riñó mientras tomaba una galleta. Yuto lo miró aparentando un berrinche y le quitó rápidamente la galleta de la mano.
            -¡Son mis galletas! Y si muero al menos sabré que morí en tus manos-
Ryosuke intentó protestar pero la sonrisa radiante de Yuto no se lo permitió. 
Misión cumplida. 
Había obtenido lo que tanto anhelaba, todo su esfuerzo y dedicación habían dado resultados, el mejor de los resultados.
Aprovechando que Yuto tenía tan solo media galleta en la boca, se acercó de prisa y le robó la otra mitad.
            -Tienes razón, son deliciosas-
Ambos sonrieron y después de masticar, volvieron a besarse. Yuto tomó su rostro entre las manos y le dijo con dulzura.
       -Tu eres el mejor regalo de San Valentín, de Navidad, de Cumpleaños, de lo que sea. Simplemente eres el mejor regalo que la vida pudo darme-
Ryosuke se perdió en la fija mirada de Yuto, sin saber que decir. Después de unos segundos de silencio, Yuto concluyó.
            -Te amo-
Ryosuke sonrió, sintió que sus ojos se llenaban de lagrimas, besó a Yuto en los labios y uniendo su frente con la del menor, le dijo.
            -Yo te amo más-
Y así estuvieron un buen rato, comiendo galletas, hablando de cosas sin sentido, dándose un montón de besos más y sobre todo, disfrutando del amor que se daban día a día, el cual sin duda, jamás terminaría.
Un amor para toda la vida.




FIN

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¿Y?
¿Les ha gustado?
¿No?
¡Me gustaría saberlo!
Siento que las escenas románticas han quedado muy cursis, pero fue lo que me salió del corazón xD
No lo he revisado porque ya tenía ganas de publicarlo, pero si por ahí tengo alguna falla ortográfica perdonenme LOL

Quiero agradecer a Amy por su bonito correo que me envió hace unos días, en verdad me hizo muy, muy MUY feliz!!! *U*
Espero que más correos lleguen para poder conocer mejor a quienes me leen.
Gracias por estar aqui, leyendo lo que hago.
¡Hasta el próximo fic! :3