viernes, 10 de julio de 2015

[MiniFic] Quédate - Primera Parte

Título: “Quédate”
Parejas: Inoo Kei / Daiki Arioka (InooDai)
Género: Yaoi
Autora: Ayaa
Extensión: MiniFic (Cuatro capítulos)





Quédate

Él era un chico complicado. Su mirada penetrante me perturbaba el alma. Su voz tan suave me erizaba la piel.
Pero su música… me desgarraba el alma.
Desde que lo conocí, me sacudió el corazón.

Primera parte. El piano de los martes

Los bellos días de instituto, los maravilloso 17 años.  Para muchos es la edad indicada para experimentar de todo un poco. Ya saben, un poco de responsabilidad, un poco de verdadera amistad, un vistazo rápido al mundo de los adultos y sobre todo, un poco de amor.
No un amor verdadero, pero si una pequeña pizca de lo que podría ser. Al menos Daiki Arioka tenía esa idea en aquellos días soleados y tranquilos. Muy pronto terminaría sus estudios en el instituto y después vendría lo realmente interesante; la universidad.
Todo el mundo a su alrededor estudiaba con ahínco, sin dormir, sin salir con amigos, prácticamente deteniendo por completo su vida social para concentrarse en aquellos temidos exámenes de admisión.
            -Tu eres afortunado, Arioka. Tus padres pueden pagarte la universidad privada que tu quieras- Le dijo uno de sus compañeros al observar que él se marchaba temprano a casa y que no andaba tan angustiado como el resto de sus compañeros.
            -No es suerte, simplemente son las circunstancias- Respondió con una sonrisa y abandonó el salón de clases. Nunca perdía los estribos frente a nadie, pensaba que simplemente no valía la pena. Además, no tenía porque revelar sus verdaderos planes de vida a alguien que seguramente no volvería a ver en cuanto se graduara.
Si bien era cierto que sus padres le podían pagar la colegiatura de cualquier universidad privada, ya sea dentro o fuera del país, que él deseara, esa no era su intensión. Daiki tenía sus propios planes para el futuro y nadie tenía porque conocerlos.
Al salir del instituto, como siempre, había un auto esperándolo. Suspiró con pesadez y se acercó a él.
            -Joven Daiki. Espero que haya tenido un buen día de estudio- Le dijo el chofer mientras se reverenciaba con exagerado respeto. Después le abrió la puerta para que entrara.
            -Gracias- Fue lo único que dijo mientras sonreía levemente. Si algo tenía como talento era poder sonreír ante cualquier circunstancia. Ya había tenido suficiente de días tristes y sombríos y desde hace tiempo se decidió a sonreír pasara lo que pasara.
            -¿Hay algún lugar en especial al que necesite ir esta tarde?- Ante la pregunta del chofer, Daiki miró por la ventana. Hacía un día estupendo, soleado y agradable.
            -Si. Necesito ir a la biblioteca. La de siempre- Observó como el chofer asentía y tomaba el rumbo acostumbrado.
Después de unos minutos de trayecto, el auto se detuvo frente a la biblioteca y Daiki descendió en cuando el chofer le abrió la puerta.
            -¿Pasaré por usted más tarde?-
            -No. Regresaré por mi cuenta, yo le avisaré a mis padres-
Fue así como el chofer se retiró tras reverenciarse de nuevo. Cuando el auto se alejó, se sintió ligeramente libre una vez más.
No odiaba del todo su vida, pero le sofocaba de vez en cuando. Desde que decidió asistir a una escuela publica y sus compañeros descubrieron su posición económica lo trataron diferente. Pero aún así se decidió a continuar ahí. Porque de alguna manera, era un poco de libertad.

Con pasos lentos y relajados, se acercó al gran edificio. Muy elegante y a la vez con un aire misterioso. A pesar de que se trataba de una biblioteca, había algo en aquel lugar que atraía demasiado a Daiki.
No eran los libros, ni tampoco el ambiente del lugar.
Era la música.
La biblioteca estaba cerca de una universidad de artes y cada vez que iba le tocaba escuchar a algún alumno practicar. Entre el sonido del violín, el cello, flauta, clarín, saxofón y demás instrumentos. Todo esto le ayudaba bastante a relajarse, a olvidar su mundo y adentrarse en uno nuevo. Podía tomar cualquier libro, de lo que fuera, ya sea de la escuela o algo de literatura, y la música de aquellos estudiantes siempre lo transportaba a alguna dimensión diferente. A un nuevo mundo.
Pero había algo en especial que adoraba.
Miró su reloj con entusiasmo mientras caminaba por los pasillos de la silenciosa biblioteca, tomo asiento en una mesa vacía, sacó sus libros de texto y sus apuntes y justo antes de comenzar su pequeña sesión de estudio verificó por enésima vez que fuera martes.
¿Por qué martes?
Bueno, porque justo ese día, a la misma hora, una deliciosa y maravillosa melodía de piano sonaba con delicadeza.
Daiki no conocía mucho de música clásica, tal vez sus conocimientos fueran los de la mayoría; Beethoven, Mozart y Tschaicovsky. Pero aún así disfrutaba bastante de aquellas piezas. Sentía curiosidad por investigar más, pero no tenía idea de por donde iniciar. Así que simplemente se quedaba escuchando atentamente, disfrutando de la música y sintiéndose cada día más cautivado por ella.
Era así como Daiki estudiaba, preparaba sus notas y repasaba lo más importante. A escondidas, él también se preparaba para los exámenes de admisión. Aún no tenía muy claro a que carrera debería de aspirar, pero confiaba que con el tiempo aquello se le revelara.
Justo a las ocho en punto, la persona que tocaba el piano se detenía y Daiki sabía que era hora de marcharse. Siempre había tenido curiosidad por saber quién tocaba, pero no se atrevía a entrar en aquella universidad y mucho menos cuando portaba su uniforme escolar. Sin embargo, le gustaba imaginar. Algunas veces pensaba que podía tratarse de una bella joven de largo cabello ondulado, con finas facciones y una suave voz. Pero lo que más le entusiasmaba era imaginar que podía tratarse de un joven. Si, de un chico. No quería darle muchas vueltas a eso, sabía que no podía ser muy normal fantasear con un chico imaginario que toca el piano tan divinamente, pero aquello era lo que más aceleraba su corazón.

Al guardar todas sus cosas, salió de la biblioteca a paso lento. Debía tomar el camino hacia la parada del autobús, pero siempre se sentía atraído por ir del lado contrario, hacia aquella universidad. Pero siempre se arrepentía después de unos cuantos pasos, se sentía ingenuo e infantil. El no tenía nada que hacer en aquel lugar. Ni siquiera podría buscar a la persona que tocaba el piano porque seguramente había muchos estudiantes en esa área.
Cuando al fin se resignó, emprendió el camino rumbo a la parada del autobús como era costumbre, delante de él caminaba un joven un poco más alto, delgado y con el cabello ligeramente rizado y alborotado, el cual llevaba un pequeño maletín. Daiki imaginó que podía tratarse de un estudiante universitario. Al verlo sintió cierta curiosidad por ver su rostro, la postura que mantenía aquel joven era recta y sus pasos eran largos pero ligeros, alguien con aire elegante y a la vez relajado. Interesante.
Cautivado por el andar de aquel desconocido, Daiki continuo caminando despacio, quería seguir admirándolo un poco más pero también deseaba mantener una distancia prudente, después de todo no se vería bien que siguiera a un joven, parecería una especie de acosador.
De pronto se detuvo y con sorpresa Daiki notó que estaban ya en la parada del autobús.
Con disimulo, Daiki se fue colocando a su lado, aparentó estar interesado en mirar la tabla con los horarios del autobús, aunque sabía perfectamente cual debía tomar y que en dos minutos pasaría.
Mientras fingía mirar, sus ojos se desviaban furtivamente hacia aquel joven, era una suerte que fueran los únicos en la parada, así nadie podría delatarlo o juzgarlo. Al observarlo de esa forma pudo notar su blanca piel, sus ojos finamente rasgados que estaban obscurecidos por unas enormes ojeras, seguramente los estudios lo mantenían despierto hasta altas horas de la noche. Notó que su expresión parecía distraída, como si no le importara estar siendo observado en secreto por un chico de instituto. También notó que su rostro era delgado, pero sus labios resultaron ser curiosamente sobresalientes, es decir, carnosos y un poco rosados. Daiki pensó que tal vez lo mordía con regularidad o tal vez siempre habían sido así. De pronto se puso a pensar en cómo sería sentir aquellos suaves y húmedos labios. Rápidamente deshecho esa idea y trató de ocultar el rubor que sentía en las mejillas.
Por último observó su largo y delgado cuello, recorrió con la mirada sus brazos hasta terminar en aquellos largos y estilizados dedos. Cuando terminó de observar furtivamente, el autobús que debía tomar llegó y subió rápidamente, pasó su tarjeta de cobro por el sensor y tomo asiento en el primer lugar vacío que encontró.
Al tomar asiento cerró los ojos, respiró profundo y se decidió a guardar la imagen de aquel joven en su memoria. Sonrió para si mientras el autobús retomaba su trayecto.

Cuando llegó el momento de bajar del autobús, tomó su mochila y presionó el botón, esperó y cuando el autobús se detuvo se sintió observado. Trató de ignorar aquella sensación mientras esperaba a que las puertas se abrieran, pero comenzaba a sentirse ansioso.
En el instante en que se abrieron las puertas y dio el primer paso para bajar, miró rápidamente y se llevó una gran sorpresa, justo aquel chico que había estado observando antes lo miraba fijamente.
Al toparse con aquellos ojos negros y profundos se sintió extraño, se quedó sin aliento y no supo que hacer. Y hubiese continuado ahí, inmóvil, de no ser por la quejosa voz del chofer que lo apuró al notar que Daiki no tenía intensión de bajarse.
Cuando al fin descendió y las puertas del autobús se cerraron detrás de él, se giró rápidamente, tal vez todo había sido su imaginación, pero justo cuando dirigió su mirada hacia una de las ventanas se encontró de nuevo con la mirada de aquel joven.
Daiki reaccionó de forma involuntaria y le dedicó una pequeña sonrisa para después emprender a toda prisa el camino hacia su casa.
El corazón le latía tan rápido que pensó que enfermaría y moriría. Incluso después de cenar y de tomar un baño no pudo relajarse en lo absoluto. Sus sueños también fueron acosados por aquella mirada y su corazón continuó latiendo como nunca.

Al día siguiente, sus clases continuaron igual que todos los días. Los profesores no dejaban de hacer recomendaciones acerca de los próximos exámenes de admisión, lo cual solo inquietaba más a los alumnos, poniéndolos más nerviosos de lo que ya se encontraban. Daiki era de los pocos, o tal vez el único, que se mantenía sereno. Estudiaba a su ritmo, tomaba las notas pertinentes y siempre mantenía una actitud relajada. Si no lograba entrar a la universidad, ya encontraría algo que hacer. Sus planes eran entrar a una universidad pública, pero no cualquiera, deseaba una que contara con una especialización en artes graficas. Ya había investigado y tenía una lista de tres opciones, todas en diferentes puntos del país a excepción de una, que era la que se encontraba cerca de la biblioteca que siempre visitaba.
Se decidió por las artes en el momento en que comenzó a pensar en sus propias habilidades y aptitudes. No tenía lo que se necesitaba para dedicarse a los negocios, justo como su padre esperaba, ni siquiera le interesaban. Pero eso aún no lo hablaba con ellos, de alguna forma encontraría el modo, eso no lo preocupaba. Así pues, al no interesarse por los negocios, se informó de diferentes temas; medicina, ciencias, derecho, literatura y demás, pero ninguna lograba capturar por completo su atención, hasta que de pronto se sorprendió a si mismo dibujando en una de sus libretas de notas. Siempre estaba dibujando en las esquinas de las hojas de sus libretas, en los pedazos de papel que se encontraba y hasta en las servilletas. Nunca se había dado a la tarea de darse cuenta realmente que hacer aquello lo relajaba y que después de todo sus pequeños dibujos no eran tan malos. A partir de ahí comenzó a intentar dibujar a una escala más grande, primero en hojas blancas, después se compró un cuaderno de dibujo, buscó colores, pinturas, lápices, hasta que descubrió que había un sin fin de materiales que podía utilizar y con ellos crear cosas originales. Fue así como terminó por decidirse a las artes gráficas. Pintura, dibujo y todo en lo que pudiera usar sus manos y crear algo visualmente atractivo lo llamaba desde lo más profundo de su ser. Eso era lo que deseaba y nada se lo impediría.
Por eso estudiaba con esfuerzo, aunque después tendría que hablar con sus padres al respecto. Y si no se quedaba en ninguna universidad, estaba “el plan B”. Esto solo consistía en vagar por el mundo dibujando, pintando y dejar que así su camino tomara un rumbo fijo. Tal vez volvería a aplicar los exámenes en otra ocasión o tal vez jamás. Eso no estaba muy claro. Sin embargo, por ahora solo tenía como meta esforzarse, apegarse a “el plan A”; estudiar, entrar en una universidad y mejorar su técnica.
Ese era su famoso plan y no se avergonzaba de él. Al contrario, lo trazaba con ansias, con entusiasmo, con esa mirada llena de sueños listos para ser cumplidos.
Por eso a Daiki no le afectaba la presión ni el estrés que sus demás compañeros experimentaban, no le interesaba que pensarán que tenía el camino fácil, no tenía porque explicarles absolutamente nada a nadie.
Además, a Daiki lo inquietaba algo completamente diferente. Mientras los demás se quebraban la cabeza estudiando en las horas libres, él recordaba lo sucedido la noche anterior con aquel extraño joven. Esa mirada aún le erizaba la piel, había dormido poco y se sentía extraño, ansioso y nervioso. Pensaba en las razones que podrían estar detrás de aquella mirada, tal vez si había notado como Daiki lo miraba y ahora estaba enojado. No, esa mirada no mostraba enojo. ¿Entonces?
Era una mirada curiosa, relajada y… seductora.
Al menos esa era su impresión. Fue lo primero que se le vino a la mente en cuanto se cruzó con esos profundos ojos negros que ni siquiera parpadeaban mientras lo observaban. Pero además, había una ligera curva en aquellos labios. ¿Una sonrisa?
Probablemente.
¿Se burlaba de él? No, esa no era una sonrisa burlona.
Era una sonrisa bastante peculiar.
Pero por más que Daiki intentaba encontrarle sentido, algún significado, no lograba entenderlo por completo.
Solo la campana del fin de clases logró sacarlo de sus pensamientos. Guardó sus cosas en la mochila y como de costumbre salió del edificio, rumbo a la salida en donde lo esperaba el auto de siempre, con el chofer de siempre y su exagerada reverencia de siempre.

Ya en la biblioteca, de nuevo, Daiki tomó asiento en donde acostumbraba, sacó sus libros de texto, apuntes y comenzó a estudiar mientras un violín y un piano sonaban juntos. Después sonó un cello y por ultimo un oboe. Al parecer diferentes chicos practicaban ese día.
Daiki estudió alegre y relajado, acompañado de la música que aquellos jóvenes artistas creaban. Casi al final del día, cuando faltaba una hora para que Daiki terminara su rutina de estudio, sonó un piano.
Pero no cualquier piano. Era el piano de los martes.
En un inicio pensó que tal vez se trataba de otro, pero no, de alguna manera ya estaba familiarizado con aquel sonido, con ese estilo, con lo que el sonido de aquel piano le provocaba en el corazón. Aquello se salía de la rutina, solo llevaba tres meses asistiendo a aquella biblioteca y ya se había aprendido más o menos los días que tocaban algunos estudiantes, aunque físicamente no los conociera y el que más recordaba era el piano de los martes, ese era el más especial de todos.
Salió de aquella extraña sensación y disfrutó de aquel suave, inquietante y caprichoso sonido, guardó lentamente sus cosas y al terminar cerró los ojos. Ya no importaba que aún le quedara una hora más de estudio, tan solo podía pensar en disfrutar de aquel sonido que, sin pensarlo, comenzaba a amar.

Cuando el sonido de aquel piano llegó a su fin, Daiki miró su reloj. A pesar de no ser su día de práctica había terminado a las ocho en punto.
Sin darse cuenta, una amplía sonrisa se había dibujado en su rostro y así fue como salió de la biblioteca y emprendió su camino rumbo a la parada del autobús.
A cada paso que daba pensaba que aquel de seguro había sido su día de suerte, ya que había tenido el privilegio de escuchar una vez más aquel piano. Sus pasos eran relajados, pero había algo en su forma de caminar que delataba su buen estado de ánimo, mientras tarareaba aquella melodía que no hace mucho había escuchado. Quería guardarla en lo más profundo de su mente y recordarla a cada momento, tal vez así podría saber de que pieza se trataba.
Cuando la parada del autobús estaba a unos cuantos metros de pronto escuchó unos firmes pasos detrás de él. Había algo en la forma en que resonaban sobre el asfalto que lo llamaba, como si aquella persona quisiera que Daiki notara su presencia, que supiera que iba justo detrás de él.
Lo primero que sintió fue pánico, tal vez la persona que lo seguía no tenía buenas intensiones, tal vez debería acelerar el paso y correr. Pero no lo hizo, no podía hacerlo.
Ya faltaba poco para llegar a la parada del autobús, solo debía mantener la calma, además logró visualizar que justo ahí se encontraban dos personas, tal vez estudiantes, al menos no se quedaría solo y la persona que lo seguía tal vez siguiera su camino, pero algo lo intrigaba, su curiosidad le decía que mirara hacia atrás, aunque solo fuese de reojo, a la persona que lo seguía.
Y así lo hizo.
Algo dentro de él se detuvo. ¿Su corazón? ¿Sus pulmones? ¿Su cerebro?
Tal vez todo al mismo tiempo, porque se quedó sin respiración, su corazón latió con fuerza y no supo como reaccionar. Justo a unos cuantos pasos por detrás estaba aquel joven, aquel a quien había estado observando furtivamente la noche anterior, aquel que lo había mirado fijamente justo antes de bajar del autobús, aquel que invadió sus sueños y atormento su mente durante muchas horas. ¿Por qué lo miraba de nuevo así?
Daiki quiso reaccionar así que tan solo atinó a tragar saliva y continuar rápidamente con su camino. Cuando llegó a la parada del autobús se detuvo justo frente al tablero de los horarios, respiró profundo y secó sus sudorosas manos restregándolas sobre su pantalón, después miró nerviosamente hacía todas las direcciones posibles hasta que noto que aquel chico estaba de pie junto a el.
Los separaban escasos centímetros y de pronto Daiki sintió que se quedaba con la garganta seca. Había algo en la mirada de aquel chico que lo atraía demasiado, como si su objetivo fuese justamente aquel, que Daiki no pudiera quitarle los ojos de encima.
Con nerviosismo aclaró su garganta, desvió la mirada y miró su reloj de pulsera, el autobús no tardaría en llegar, necesitaba mostrarse tranquilo, relajarse y sobre todo aparentar no darse cuenta de la presencia de aquel chico.

Al llegar el autobús, una joven subió primero, después Daiki y detrás de él, como si no quisiera perderlo de vista, subió aquel chico misterioso.
Daiki paso su tarjeta por el sensor de cobro, echó un vistazo rápido a los asientos y se dirigió al primero que encontró vacío. Era un asiento sencillo junto a la ventana, al tomar asiento respiró profundo una vez más, cerró los ojos para aparentar que dormiría y abrazó con fuerza su mochila.
Pasó un minuto, ya se había tranquilizado un poco así que abrió los ojos lentamente, miró por la ventana y notó que la ciudad seguía igual que siempre, los autos que transitaban uno tras otro, las tiendas que ya estaban cerradas, algunas abiertas, la gente que caminaba tranquilamente por la acera, el cielo casi nocturno. Todo tan normal y natural como siempre. Aquello ayudó a Daiki a sentirse mejor poco a poco, así que se acomodó mejor sobre su asiento y continuó mirando por la ventana. Cuando dejó de mirar el panorama, notó su propio reflejo y detrás de él… alguien.
Miró poco a poco hacia arriba y ahí estaban otra vez esos ojos, esa mirada penetrante y aquella sonrisa que parecía despreocupada. Lentamente Daiki se giró y miró a aquel joven que estaba parado junto a él, el cual se agarraba del tubo superior del autobús y sin importarle nada, lo miraba fijamente, como quien ve a alguien que conoce de toda la vida.
Tragó saliva con dificultad y desvió la mirada, se acomodo sobre su asiento e intentó no prestarle atención, pero aquella mirada, esa sonrisa y esa actitud relajada lo invitaba a decir algo, a iniciar alguna conversación, así que sin más dijo lo primero que se le vino a la cabeza.
            -Nos vemos de nuevo- Al decir aquello lo miró y sonrió lo más natural que pudo. Aquel joven pareció estar pensando profundamente en lo que Daiki acababa de decirle, después observó como respiraba profundo y lo miraba de vuelta.
            -Así es- Le respondió con suavidad mientras le devolvía la sonrisa. En ese pequeño instante, Daiki se permitió observarlo un poco. Llevaba jeans ajustados de color negro, una playera sencilla color blanco con cuello en forma de “v” y un blazer color azul marino. De su hombro colgaba un maletín color café y su cabello ligeramente alborotado. Para los ojos de Daiki lucía perfecto y apuesto.
En cuanto aquel pensamiento cruzó su mente se sintió ruborizar y desvió la mirada rápidamente.
            -De nuevo te encuentro en la misma parada de autobús- Le dijo aquel chico mientras se metía una mano al bolsillo del pantalón.
¡Que pose tan elegante y sensual! ¡Maldición!
Fue lo que pasó por la mente de Daiki. Aclaró su garganta y trató de responder con el mismo tono relajado que tenía aquel joven.
            -Es curioso, ¿no?-
            -Yo no creo que sea curioso- Respondió de inmediato aquel joven. Ya estaba comenzando a cansarse de pensar en el como un desconocido, quería saber su nombre, pero no tenía el valor de preguntar así nada más, seguramente sería algo aún más raro que observarlo a escondidas.
            -¿Por qué no?-
            -Bueno, solo tenía que pasar-
Aquella respuesta confundió a Daiki, pero justo cuando quería preguntar, se fijo que debía bajar en la siguiente parada, así que finalizó la conversación lo mejor que pudo.
            -Pues, que bueno que pasó- Dicho esto, Daiki le sonrió lo mejor que pudo, se puso de pie y tocó el botón de parada. Cuando el autobús se detuvo bajó lo más tranquilo que pudo y antes de que las puertas se cerraran, se giró y miró a aquel joven que también lo miraba, le sonrió una vez más, como si se despidiera de un amigo y emprendió el camino a casa, mientras su corazón latía con un peculiar ritmo alegre y sus pies daban pequeños saltos mientras caminaba.
Tal vez…
Tal vez mañana también lo vería.
No estaba seguro, pero quería llegar a casa y soñar con esa posibilidad.

Continuara...

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¡Jojojojo! ¡Volví de entre los muertos! ¡Jojojo!
Ok... tal vez exagero xD
Espero y me hayan extrañado mucho, y aquí vengo con este InooDai que salió de lo más profundo de mi ser, espero y les guste, lo disfruten y me hagan saber que les ha parecido.
No diré que pronto tendrán la segunda parte, pero me esforzaré ^^

jueves, 9 de julio de 2015

[MiniFic] Quédate




Título: “Quédate” 
Parejas: Inoo Kei / Daiki Arioka (InooDai) 
Género: Yaoi 
Autora: Ayaa 
Extensión: MiniFic 
Capítulos: 4